CAPÍTULO - 58 ACCIÓN - REACCIÓN
Este es el capítulo 58 de un total de 82 -que se irán publicando- en los cuales se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL Y ESPIRITUAL.
“Lo que haces como hábito, te hace dependiente,
porque te lo han programado.
Sólo lo que surge de dentro es tuyo y te hace libre”.
(Tony de Mello)
“Porque cada acción puede tener su reacción,
hay que pensar antes de actuar”.
“La acción no debe ser una reacción sino una creación”.
ACCIÓN: Ejercicio de una potencia. Posibilidad o facultad de hacer alguna cosa.
REACCIÓN: Forma en que alguien o algo se comporta ante un determinado estímulo.
La diferencia entre acción y reacción es clarísima, y los resultados que acarrea responder con una reacción cuando no es lo conveniente, son desastrosos.
El origen de la acción se basa en la libertad de hacer uno lo que quiera o lo que la situación solicite, tras una decisión propia tomada en un momento de reflexión y de claridad. En la acción, es uno quien manda.
La reacción, en cambio, se divide en instintiva o genética, y programada.
La instintiva o genética, es una respuesta inmediata, rapidísima, que nace en un lugar desconocido e inaccesible; parece que viene marcada en los genes por las experiencias que han ido acumulando nuestros antepasados: es parte del instinto de supervivencia. Así que si un día nos encontramos ante un león, aunque nadie nos haya dicho que son peligrosos, nosotros ya sabemos que lo son y trataremos de evitarlo.
Si alguien nos ataca, y sin necesidad de racionalizarlo, nos apartamos o salimos corriendo.. Si nos quemamos, nos separamos inmediatamente del fuego. Si vemos que un vehículo se abalanza contra nosotros, esquivamos el encuentro. Eso son reacciones instintivas o genéticas.
La reacción programada se produce debido a que nos han inculcado nuestros educadores unos hábitos que se convierten en automatismos, y ante la misma situación respondemos siempre con la misma reacción. Y si bien esto puede ser válido para conducir o para tareas repetitivas, como afeitarse o beber cuando se tiene sed, en todos los demás casos es contraproducente, porque anula la capacidad de ser actual en cada instante, y la posibilidad de aplicar nuestros avances y nuestros descubrimientos a las mismas situaciones de antes.
Lo incorrecto es reaccionar siempre igual: a tal pregunta, tal respuesta; a tal contrariedad, tal reacción.
Lo importante es descubrir en la observación por qué respondemos algo y quién ha sido el que ha respondido. ¿Realmente he respondido yo libremente, tras un análisis objetivo y actualizado, o me he limitado a responder del modo en que hace mucho tiempo decidí que tenía que hacerlo –posiblemente de un modo inconsciente o influenciado por una enseñanza ajena tal vez no adecuada a este momento-?
A medida que vamos siendo más conscientes -debido al trabajo de Desarrollo Personal y la atención en la observación-, generalmente notamos que nuestras reacciones habituales no son las correctas, pero son las que hemos tenido siempre.
Las reacciones son automáticas y no reflexivas. Eso quiere decir que no están actualizadas, que seguimos usando las mismas siempre, y que no tenemos en cuenta ni nuestra evolución ni esa situación concreta en la que tal vez no sea adecuada la reacción habitual.
La mejor solución es buscar dónde está marcada esa norma, quién la impuso, verificar si estamos o no de acuerdo con ella, y acudir a la parte del inconsciente donde está para cambiar la fórmula de respuesta por otra que sea libre y actualizada de acuerdo a cada momento, o más bien, que no sea reacción sino una acción meditada y acorde.
Conviene ir a ese sitio, para dejar advertido que, cuando vuelva a suceder lo mismo, no se reaccione de la misma manera, sino que se le pregunte al Ser, para obrar en consecuencia con el caso en concreto de acuerdo a la nueva situación personal y espiritual, y para actuar por libre voluntad y no reaccionar impulsiva e inadecuadamente.
Conviene descubrirlo con el mejor modo que hay para hacerlo, que es la observación; irse observando a sí mismo, los hábitos, las reacciones… observarse sin críticas, sin justificaciones, sin sentido de culpabilidad ni miedos a descubrir la verdad. Preguntándose… ¿por qué he hecho esto?, ¿era esto lo que quería hacer?
Una de las formas de comprobar esto último es observándose después de la reacción: si queda una cierta incomodidad, la sensación de no haber obrado del modo que se considera adecuado, de haber procedido según un impulso incontrolado, o si queda un regusto amargo y una sensación de insatisfacción personal en forma de arrepentimiento… entonces eso requieres una revisión y una modificación.
La reacción es una respuesta de lo que hemos sido durante un tiempo, pero no es válida para lo que ahora queremos Ser.
La reacción es una respuesta ajena, no apta para quien toma sobre sí la responsabilidad de la propia vida y de las acciones que realice a partir de ahora.
RESUMIENDO
Ese dicho de “contar hasta diez –o cien, o mil- antes de actuar” es muy apropiado en estos casos.
No puedes seguir actuando de un modo irreflexivo y dejarte llevar por la inconsciencia.
Tus acciones, a partir de ahora, han de ser reflexivas y deseadas.
Conviene mudar de hábitos, y escoger los adecuados para cada momento, y que sean dictados por la nueva conciencia que estás implantando en ti.
Es conveniente gobernar en vez de ser gobernado.
Mandar en uno mismo.
Tomar voluntariamente las decisiones en cada momento.
Pensar antes de actuar.
Decidir en vez de reaccionar.
Francisco de Sales
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