La Acción Recta
por Sesha
Existe una manera correcta de realizar la acción sin que exista un nexo entre causa y efecto. En realidad, se busca impedir la aparición en la consecuencia de la realización de la acción de un efecto en el que exista la presencia egoica. La idea, entonces, es evitar el sentido de identificación yoico cuando la acción se realiza. Para definir este tipo de "acción recta", junto con el andamiaje teórico que existe a su alrededor, la tradición oriental enarboló la palabra dharma. Dharma es aquel tipo de acción que no genera karma, es decir, en la que no hay encadenamiento causal egoico entre actor y resultado de la acción.
El universo dual se entreteje gracias al karma. Karma implica necesariamente el concepto de ilusoriedad (maya); el karma surge en maya. Maya implica ignorancia (agnana), esto es, una incorrecta percepción de la realidad a causa de un elemento dicotomizante y diferenciador en la cognición al que denominamos "yo" (ahamkara).
La realización dhármica de la acción implica la ruptura del karma, puesto que la acción se plantea sin encadenamiento egoico. La ruptura del karma implica el desvanecimiento de maya, la ilusión, y con esto se replantea la percepción de la realidad.
"El mundo está ligado por la acción, menos por las que se cumplen por dharma. Así, ¡oh hijo de Kunti! (1), ejecuta tus acciones con este intento, desembarazado de todo apego". (2)
Convertir la acción en un acto sagrado implica que la acción misma transforma al actor y le concede la libertad interior. La acción, sin importar cual sea esta: comer, reír, acariciar, jugar, pensar, etcétera, puede convertirse en camino al descubrimiento interior. La acción misma es un trampolín para el descubrimiento de la propia realidad. Todo se basa, según el Vedanta, en ejecutar la acción carente de todo sentido egoico.
La ausencia de sentido egoico es un concepto complejo de entender para la cultura occidental, pues toda su trama cultural se centra en la preservación de la naturaleza egoica y personalística. El ego es un evento axiomático, es decir, se plantea como una realidad tan evidente que no requiere ser demostrada. Para Oriente el sentido del "yo" no es tan sólido como lo plantea Occidente. Para Oriente el "yo" es un subproducto del proceso dialéctico, tal como al encender un fuego existe el subproducto de su resplandor. Occidente no sabe a ciencia cierta a qué se refiere la tradición oriental cuando estipula realizar la acción carente de egoísmo. Erróneamente se plantea la creencia de asumir el egoísmo como una actividad psicológica cuando, en verdad, estamos hablando de un proceso netamente epistémico. El egoísmo del cual habla el Vedanta es la presencia del "yo" en la acción; esta circunstancia no tiene nada que ver con el sentimiento egoísta o la emoción egoísta psicológica.
Actuar carente de "yo" permite realizar la acción sin encadenarse a su resultado. Imagine, por ejemplo, algún momento donde en una excursión sale a recorrer la montaña. El paisaje que disfruta y la intensidad de la naturaleza llevan a absorberse fácilmente de manera visual, auditiva y olfativa con el entorno. Mientras esto ocurre, mientras está absorto, disfruta, camina, ríe, conversa, pero todo ocurre sin que en ello exista sentido de alguien que disfruta, camina, ríe o conversa. Sumirse en la acción con intensidad impide la aparición del "yo" pero no evita la realización de la acción. Realizar la acción bajo este nuevo modelo se denomina "recta acción". La ejecución de la "recta acción" lleva implícito no encadenar al actor con la acción, pues el actor no existe en ese momento en la acción. Dicha ausencia de encadenamiento se denomina dharma.
El ambiente natural sobre el cual se desenvuelve la acción se denomina dharma, "recta acción" o karma yoga. Quien cumple la acción desde esta perspectiva no genera excesivo gasto psicofísico pues, libre y sin esfuerzo, actúa estando inmerso en lo que hace.
Dharma es, entonces, la acción ordenada que sitúa a quien actúa como parte de un orden natural y espontáneo donde no existe ni exceso ni defecto en el actuar. Dharma es una medida justa que se adapta a cada acontecer. Toda acción, por difícil o conflictiva que parezca, tiene una forma de hacerse rectamente.
Todo ser humano tiene un dharma, un deber supremo cuando ejecuta sus actos, y es el utilizar la acción para realizarse interiormente. La misma naturaleza tiene también su dharma, su deber: el del Sol es iluminar y dar vida; el de los animales, entre otras funciones, es el de servir de alimento a sus depredadores, y estos a los siguientes en la cadena alimenticia, con el fin de preservar la vida, etcétera. El dharma más alto del ser humano es el conocimiento de sí mismo.