La cola que había en el Teatro Bellas Artes de Madrid desde tres horas antes no la había visto el que escribe ni con obras de teatro de bastante éxito. Sergi Torres arrastra multitudes, pero eso no le importa, porque, como dice, él se fija en los ojos de esa joven de la segunda fila que también le mira, o en los del señor de más allá, el de la cuarta fila, o en los de aquella señora, y siempre que sale al escenario, incluso si está tan lleno como el otro día, revive aquella imagen del Sergi de años atrás, ese que daba su primera charla en una pequeña librería.
Aquel día lejano, en la librería, sólo había cinco personas, tal vez seis, puede que siete, pero la entrega por parte de Sergi Torres fue la misma que ahora. Fue la misma porque hace años, cuando se dio cuenta de todo el sufrimiento que había en él que no había sufrido, que no había mirado, que no había sentido, todo ese sufrimiento que estaba ahí para algo y que finalmente se decidió a sentir, hace años, cuando se dio cuenta de todo eso, decidió entregarse. Entregarse a la vida, a su vida como maestra, a su mensaje.
Desde entonces no hay planes, no hay estrategia, no hay plan determinado. Y sin embargo, sin plan determinado, dice Sergi que logra hacer su misión o su propósito. “Mi misión en este momento es estar hablando contigo”, me dice sonriendo, en los camerinos del teatro, una hora antes de salir a ese escenario repleto de gente que ha venido desde distintas ciudades para verle.
P. ¿Qué pasaría si Ana Rosa Quintana empezara a llevar a su programa a personas como tú? En EE UU, Oprah Winfrey ha llevado muchas veces a su exitoso programa a Eckhart Tolle, a Deepak Chopra, a Louise L. Hay…
De entrada nunca se sabe, porque no se sabe cómo va a responder la gente. En el cine o en el teatro tú haces una obra y no sabes cómo va a responder el público. Para comprobarlo Ana Rosa tendría que estar involucrada en ese mensaje. Para hacerlo ella tendría que creer en ello, tendría que vivirlo…
P. ¿Por qué, si este teatro está lleno, los medios de comunicación masivos no dan espacio a determinados mensajes?
Lo que entendemos como masa social, la gran parte, sin darnos cuenta respondemos a unas creencias concretas, a unos sistemas concretos, que sin querer los defendemos. Muchas veces ocurre inconscientemente. Cualquier cosa que sea nueva, distinta, tiene que encontrar su propio espacio.
P. Lo de estar en un teatro, ¿es simbólico?, ¿aporta algo a lo que tú quieres transmitir?
Es algo que termina siendo así. No es algo que yo piense “voy a hacerlo así para romper” sino que como lo que propongo ya es un cambio de idea me doy cuenta de que todo lo que propongo termina también generando cambios de ideas. Estar aquí y no estar en un lugar de ámbito meditativo o espiritual es interesante para mí. Poder ofrecerlo desde fuera a desde donde se supone que debería ser ofrecido.
P. ¿Cómo fue el salto del Sergi Torres que daba conferencias para muy pocas personas y el que tiene esa demanda tan grande de público y que le contratan conferencias y talleres por todo el mundo?
No sé muy bien cómo o qué ocurrió porque tampoco hubo una intención mía de que ocurriese. Lo que sí estoy viendo es que el mensaje que transmito está vivo por sí solo. No necesita a Sergi Torres ni a nadie que lo diga. Es el mismo mensaje el que va extendiéndose en forma de personas y yo formo uno de esos personajes. Le decía a una amiga el otro día que nunca me olvido de la primera charla que di en una librería con cinco personas. Cuando salgo al teatro salgo de nuevo esa librería. Es muy fácil relacionar el éxito con la cantidad de gente que responde, con la cantidad de gente que lo rodea, pero al final el éxito es algo muy profundo. No sé cómo se da ese salto. A veces me llaman personas para preguntarme cómo escribir libros, cómo hago yo para… en realidad soy el peor que pueden llamar porque no tengo ni idea, no sé cómo hacerlo. No tenemos estrategia de marketing. Simplemente anunciamos lo que hacemos.
P. Sí hubo un momento en el que tú decidiste entregarte, o dejarte barrer por la vida, según tus propias palabras. Y eso, ¿cómo o cuándo lo decidiste?
Creo que han sido como pequeños momentos de la vida. Recuerdo algunos como cuando sentí que llegaba el momento de dejar mi trabajo. Ese fue un momento intenso, porque implicaba dejar todo por lo que había apostado en la vida. Te das cuenta de que dentro de ti está naciendo algo completamente distinto que no sabes cómo va a ser, que no sabes si te va a sostener económicamente hablando, no tienes ni idea.
P. No hay garantías.
No. Pero sabes que si no lo haces vas a sufrir. Porque estarías en incongruencia interna. Entonces sí que vas tomando la decisión de confiar…
P. ¿Confiando vas alcanzando más confianza?
Sí, cuando tú te abres a confiar la vida te muestra muchas situaciones en las que tú puedes aprender de la confianza.
P. Ese momento en el que dejaste el trabajo fue un momento valiente, porque a ti te iba bien…
Sí, yo cobraba mi dinero, yo ya estaba bien. Salí de la carrera y encontré trabajo. Llevaba diez años ahí, todo estaba bien. (risas)
P. ¿Cómo trascender ese miedo cuando sabes que no hay garantías y que si no hay garantías eso significa que nos podemos estrellar?
Depende de donde pongas tu atención. Si yo dejo mi trabajo para estar en los teatros y me veo en una librería con cinco personas me deprimo de tal manera que vuelvo a buscar un trabajo como el que tenía. Las expectativas siempre nacen del miedo. Entonces me di cuenta de que cruzar ese miedo lo único que implica es abrirse a sentirlo. Me di cuenta que yo tenía miedo a sentir el miedo, y eso es de locos. Cómo puede ser que yo tenga miedo a sentir algo que yo siento. Y ahí empieza un proceso profundo de liberación.
P. Entonces, hablabas de tu mensaje, que tú eres uno más de las personas que son portadoras de ese mensaje. ¿Cuándo nació ese mensaje?
Desde muy pequeñito ya tengo recuerdos de pensamientos que están basados en este mensaje. Acerca del tiempo, por ejemplo. Para mí el tiempo ya no era lineal desde pequeño. O por ejemplo yo me preguntaba quién había sido antes de ser Sergi. Esas inquietudes ya estaban ahí porque el conocimiento también estaba. A partir de ahí yo paso por todo un proceso de adolescencia donde empiezo a aprender a multiplicar, a cómo ser amado por una chica, todas estas cosas… y olvidé toda esa parte, hasta los 21 años que eso sale en forma de volcán. Tuve una especie de crisis interna donde todo eso que yo había ocultado empieza a brotar de nuevo.
P. ¿Puedes explicar brevemente el mensaje para que lo entiendan todo tipo de personas?
Para mí significa ser discípulo de mi propia vida. Cuando yo soy discípulo de mi propia vida, ésta me enseña cosas que mi sociedad no me puede enseñar, mi cultura no me puede enseñar, mis relaciones no me pueden enseñar, mi religión no me puede enseñar, y ahí empiezo a descubrirme más allá de mi propia personalidad, más allá de mi forma de ser.
P. Cuando eres discípulo de tu propia vida es cuando puedes llegar a conocerte, ¿es eso también?
Así es, porque tú eres una forma de vida. Yo soy una forma de vida. Tenemos el mismo origen. Si tú te conoces a ti mismo conocerás a todo el mundo porque conocerás la vida. Es así de simple. Con respecto a lo que preguntabas de cómo explicarlo a los demás, yo eso no me lo planteo. Lo que yo me planteo es estar al servicio de este mensaje. Yo vengo a este teatro y no me pregunto cómo hacer para que la gente venga ni cómo explicar las cosas. No hay una estrategia. Porque toda estrategia parte de nuevo del miedo, de la desconfianza, de la duda. Entonces este mensaje no nace de allí. Mi mensaje nace de la confianza, de la apertura, de la predisposición. Es otra cosa completamente distinta. Me doy cuenta que no son las palabras sino que es algo interno que ocupa todos tus ámbitos, tu personalidad, tus hábitos… va trascendiendo a todo lo que entendemos como persona.
P. En el momento en que tú dejas el trabajo, ¿empezaste directamente con las conferencias?
No. Creo recordar que estuve un año y medio o dos años desintoxicándome, como yo lo llamo, de la necesidad de producir y ganar dinero. No era consciente de hasta qué punto yo estaba jugando un papel lleno de creencias. La creencia de que si no trabajo, no soy nadie; si no gano dinero, no soy nadie; todas esas ideas que son solo ideas estuve como dos años viendo cómo me obligaban a encontrar un trabajo, me obligaban a no sentir lo que sentía mi corazón.
P. Y en qué momento conseguiste tú que no te pudiera afectar lo que te dijeran los demás.
La familia. Yo no creo que haya un momento que te pueda decir, en ese. Fue un proceso. Más que querer liberarme yo estaba abierto a sentir mis creencias, a sentir ese peso. Más que a querer liberarme…. Como puedo expresar esto… Recuerdo en una conversación con mi tío, que me decía, “pero, ¿tú estás seguro de lo que estás haciendo?” y yo le dije, “mira, yo estoy tomando esta decisión en aras de un mensaje, y yo sé que este mensaje no me va a dejar tirado”. Esa frase se la dije a él pero en realidad me la estaba diciendo a mí mismo. No la olvidé en todo el proceso. Porque hubo momentos de duda, de situaciones de “no tengo dinero”… pero esa frase “nooo, tú sigue andando…”. Ahora me encuentro a muchas personas que toman esa decisión pero no terminan el camino. Porque se terminan creyendo de nuevo el miedo. Se creen sus dudas. Te hablan pero te dicen, “yo lo hice pero no funcionó”. Claro, no terminaste el camino. No lo sabes. Tú crees que no porque te creíste tus dudas.
P. ¿Y ya te has liberado del todo del miedo?
No lo sé. Porque a lo mejor sale ahora otro obstáculo diferente del que no soy consciente. Lo que me interesa es sentir lo que siento ahora. Y si surge un obstáculo vayamos a por él, vayamos a sentirlo, vayamos a abrazarlo.
P. Te lo preguntaba porque a lo mejor ya no tienes esa carga que es muy pesada y que aún pueden tener otros que no están en el punto que tú estás.
Claro, mira qué verdad es esa y qué falso al mismo tiempo. Sí que es verdad porque yo tomé la decisión de cruzar eso y es tan falso como que cualquier persona puede tomar esa decisión y liberarse en ese momento. Yo requerí de un proceso postdecisión, pero no tiene por qué ser así. Cada caso es individual. No tiene por qué haber un proceso.
P. Puede ser directo.
Así es. De hecho yo me he encontrado personas que se autodenominaban seguidores y que al tomar la decisión ya dejan de serlo. Pasan a ser compañeros.
P. En ese momento de dudas que tuviste, ¿Hubo algún momento en que tú llegaras a pensar en volver hacia atrás?
Claro, las ideas siempre surgen en la mente. Lo interesante no es evitarlas, sino contemplarlas. Ni evitarlas ni creerlas.
P. ¿Seguir, pese a ellas, con la decisión y el compromiso?
Así es. Yo no estoy luchando en contra de mis creencias ni de mi cultura ni de mi forma de ser sino que en lugar de ser nada estoy contemplando. Es muy distinto. Entonces mis creencias, mi cultura, ahora pasa a ser mi herramienta, en lugar de ser yo el esclavo de ellas.
P. ¿Llegaste a sufrir, a pasarlo mal?
Sí (ríe). Sí, porque uno tiene que asumir el sufrimiento que ha ido evitando toda la vida. Hay un momento en que te das cuenta de que nadie lo va a sufrir por ti, a pesar de que hemos intentado muchas veces que lo sufran los demás. “Tú eres el culpable de que yo sufra esto”, “tú eres el culpable de que yo sienta esto”, decimos a veces, pero cuando te das cuenta de esto, te sientas, te quedas en silencio y te abres a ser tú mismo. Y ahí empieza el show.
P. Has dicho: “¿Cómo pretendes aceptarte a ti si no aceptas la vida que tienes?”
Así es. No puedes aceptar la vida si no te aceptas y no te puedes aceptar a ti si no estás aceptando lo que ocurre. Es simultáneo. Por eso muchas personas están tratando de alcanzar un nivel de aceptación sin darse cuenta de que es una única cosa. No estamos separados de nada. Creemos y lo percibimos así, pero no lo estamos.
P. Eso es lo más difícil de entender o de aceptar de tu mensaje.
Sí, porque habla de algo que no percibimos. Pero siempre ha sido así. Cuando percibíamos el sol moverse, el sol se movía alrededor de la tierra, y quien decía que no era quemado. Cuando percibíamos la tierra plana era plana. Uno tiene que revisar sus creencias y sus percepciones, porque a lo largo de la historia nos han estado engañado siempre. Nos hemos matado porque tú eres de una cultura y yo de otra. Qué sentido tiene esto. Cuando todos somos seres humanos.
P. Si crees en los milagros, ¿qué es lo más milagroso que tú has visto?
Es posible que te decepcione la respuesta. Porque el milagro lo entendemos como algo fenoménico, el agua, el vino y todo eso… Pero en realidad es algo muy silencioso. Para mí lo más milagroso que he visto es poder haber visto más allá de mi mentalidad, de una mentalidad como era la mía, que lo tenía todo clarito, que sabía cómo tenían que ser las cosas… Eso para mí es un milagro. Porque nuestro sistema de pensamiento está basado en no salir de él por miedo. Mirar más allá del miedo, mirar más allá de la concepción humana de las cosas actual, para mí es el gran milagro. Una vez hecho esto, los milagros los ves por todas partes. En esa flor, en esa sonrisa, en esa llamada de la que dices, “pero cómo puede llamarme ahora, que estoy pensando en él, y cómo puede pasar esto justo cuando necesito esto”. Lo empiezas a ver una vez que lo has visto en ti primero.
P. ¿Existe la muerte?
No, la muerte no existe. No tengo la menor duda de que no existe. Eso no quita que si mi hijo se muriese, yo experimentaría el resultado de las creencias que aún puede que estén en mi cabeza, pero las cruzaría sabiendo que la muerte no existe. ¿Me explico? Saber que la muerte no existe te permite vivir tu duelo en paz, sin sufrirlo. Vivir la muerte en paz, en lugar de sufrirla. Estamos acostumbrados a sufrirla porque tenemos una idea de la muerte que da miedo.
P. ¿Es compatible la idea de vivir en el presente con la idea de tener una misión y un propósito?
Claro, todo depende del lugar en el que pongas tu atención. Si pones tu atención sólo en el presente te darás cuenta de que tu misión es ser en el presente. Y si siendo en el presente algo va tomando una forma ésa es. Mi misión de vida es estar hablando contigo aquí ahora. Yo he nacido para hablar contigo. Esto hace que yo al hablar contigo complete mi vida. Esté completo. No necesite salir al escenario.
P. ¿Cuánto entrenamiento se necesita para poder estar en el presente la mayoría del tiempo?
Ja, ja. Es inevitable. Y esto tiene truco. Porque lo único que requiere estar la mayoría de tiempo en el presente es estar solo en el presente en este instante. Ya sé que para la mente conceptual no es suficiente esto. Porque la mente conceptual ya está pensando “ya, ahora sí, pero luego qué”. Pero si puedes ver ese pensamiento de luego qué, te darás cuenta de que no tiene sentido y te darás cuenta de que estás en el presente. Y así desaparece la angustia de querer conseguir estar en el presente la mayoría del tiempo. Cuando desaparece, estás presente. Esa pregunta implica una duda. Y la duda nunca te va a llevar a conseguirlo. Pero si estás presente sólo ahora, sentirás tu duda. Y al sentir tu duda te darás cuenta de que no tiene sentido tu duda y estarás presente. En cuanto a si hay mucho tiempo de práctica o entrenamiento, eso yo no lo sé. Pero sí sé que requiere una decisión presente de nuevo. Una decisión de estar presente. Voy a estar presente ahora. La mente te dirá, sí pero de qué te sirve esto si luego no lo vas a estar. Y contemplas esa idea y la dejas ir.
P. Estar en el presente aunque no sepamos lo que va a pasar luego…
Eso es. Presente es pura ignorancia. Y a la mayoría de los seres humanos les aterra la ignorancia.
P. Has dicho: “La felicidad nos da miedo”
Hemos hecho de la felicidad una idea. Nos creemos que se trata de un sentimiento feliz que conseguimos cuando conseguimos aquello que pensamos. Esa idea de felicidad estamos tratando de conseguirla todo el tiempo, pero nunca la conseguimos del todo. La felicidad de verdad no tiene nada que ver con eso. Tiene que ver con el hecho de estar feliz, de existir, y nada más. Para la mente humana actual eso es el horror. “¿Cómo? Déjame intentarlo un poco más.”, pensamos. La felicidad auténtica es un estado de la conciencia que también permite estar triste. Porque la felicidad incluye todo, no excluye nada. Si evitamos algo implica que estoy tomando una decisión en base a mi miedo de ver eso. Porque eso me quita mi felicidad. Así no vas a conseguir la felicidad. Porque el miedo no es el guía a la felicidad.
P. ¿Cómo te sientes tú, Sergi Torres, aquí en el teatro, esta tarde, sabiendo que hay mucha gente esperando?, ¿Cómo te manejas tú en este éxito y en todo este lío que se te ha formado? Países, seguidores en todo el mundo…
Cuando salgo al teatro salgo a esa librería de la que te hablaba antes…. Cómo expresar esto. Para mí es algo muy auténtico, es algo muy humano. Yo salgo ahora al escenario y miro a la persona que está en la segunda fila, a aquella que está en la quinta fila, la miro a los ojos, le estoy hablando a una persona. No estoy hablando a un teatro lleno que viene a verme a mí sino que escucho una pregunta que hace una persona. Escucho desde donde pregunta porque ahí es donde yo puedo aprender también cómo ve esa persona las cosas. Es mutuo, es algo que andamos juntos, no es algo que yo vea como un éxito ni nada de eso. No es así.
P. Y cuando hablas en general para todos, ¿en quién te fijas?
Estoy escuchándome a mí mismo
P. No te pones nervioso…
No me pongo nervioso porque tampoco sé qué voy a decir. Claro, imagínate que yo supiera qué tengo que decir y cómo. Eso sería una amenaza porque… ¿qué pasaría si no lo consigo? ¿Y si no me entienden?, ¿y si lo que me preguntan no es lo que yo sé? Eso sería una amenaza tremenda.
P. No te planteas si vas a cumplir expectativas…
No, porque yo ya sé que no las voy a cumplir. No vengo a cumplir expectativas.
P. Estás escribiendo otro libro.
Sí.
P. Adelanta algo…
No te puedo adelantar mucho porque … hay una editorial, Urano, que propuso un proyecto y estamos juntos.
P. En este ir y venir de países logras concentrarte en el libro y sacar tiempo…
Fíjate lo que te voy a decir: no. Pero es que no me interesa lo más mínimo. Cuando yo me siento a escribir, escribo, y cuando no, no. Es un requisito que le he puesto a la editorial. Yo no sé cuándo voy a tener el libro.
P. ¿No tienes presión, entonces?
Nunca tengo esa presión. Porque no me exijo nada. Tú imagínate un río que se exigiese tantos metros cúbicos al año…
P. Y sin exigirse nada, ¿se puede hacer mucho?
La vida misma no se propone nada y fíjate a tu alrededor. Impresionante. Desde una flor hasta un iceberg que se deshiela. Los animales, la naturaleza… todo. Es espectacular. Eso es la conciencia creadora. Sin expectativas. Simplemente una pura expresión.