Fidel Delgado es un psicólogo clínico que asegura que la vida y su trabajo con los enfermos de los hospitales le han hecho tomar caminos diferentes a lo largo de su vida: uno de ellos, el acompañamiento a personas que se enfrentan a la muerte, que es de lo que hablará hoy en Lugo, invitado por el centro de día Abrite, que cumple 15 años. Ayer, sábadom departió en lo que ha denominado un retiro, bajo el título
«Morir no es lo que parece»?-¿Si no es lo que parece, qué es entonces morir?
-Es cambiar de forma de vida, de forma de conciencia. Se asocia a duelo, sepelio, tragedia y funeral, lugares en los que se ha recluido a la muerte como si no fuera un componente de la vida. Existe la creencia de que la vida empieza cuando inscriben a la persona en el registro civil y termina cuando la inscriben en el libro de defunciones. Y no es lo que parece. Las maneras de ver condicionan las maneras de sentir. Es necesario revisar lo que hemos heredado, porque hay cosas que se caen por su propio peso, como se cayó en su momento que el sol gira alrededor de nosotros.
-¿Qué se puede caer?-
Hemos hecho contagioso el miedo a morir. A la gente a la que se ha sacado medio cuerpo se le ha pasado ese miedo. La vida es ilimitada, pero las formas de vida tienen una caducidad limitada.
-¿Cómo hay que prepararse para morir?-
Lo que hay que prepararse es para vivir e ir viviendo, con la capacidad de revisar para ir viendo más posibilidades. No hay que hacer nada extraordinario, sino aminorar el miedo a afrontar los cambios. La muerte es necesaria para cambiar. Hay muertecillas que ocurren todos los días y son necesarias para evolucionar.
-¿Cómo se puede afrontar la muerte de un ser querido?-
Hay que vivirlo de otra manera, con más lucidez. Hay que revisar realmente si perdemos a un ser querido. ¿Quién lo decreta? Eso es igual que hablar de enfermos terminales. Se heredan sin revisar cargas de emociones. Cuando no usas más el cuerpo, que es lo que utilizas para vivir en este mundo, lo dejas. En el tema de morir se ha avanzado poco, y la muerte sigue siendo un tabú que da de comer a mucho negocio y no hay interés en revisar. He conocido culturas simples africanas que despiden con toda tranquilidad porque la persona no se va tan lejos sino que pasa a otra forma de vivir.
-¿Cuándo sería el momento adecuado de hacer la revisión que plantea?-
Una cosa son los dolores físicos, que hoy se pueden aliviar, pero hay otros más sutiles, que son difíciles de afrontar. Quizás en el momento de mala salud y angustia no es el más adecuado para dar ese paso. Existe el testamento vital, las últimas voluntades, que son unos modos de proceder que se supone que has afrontado y no quieres dejar a la improvisación.-¿Cómo ha llegado hasta aquí?-De ver vivir la muerte muy mal me dediqué a aliviar el padecimiento tan infundado de la muerte. Al vivir con ganas se van abriendo posibilidades. Ahora vivo. Tengo 75 años y siete nietos. La vida te lleva hacia dónde dejes que te lleve. Esta semana he estado en La Paz, con personal del hospital que tiene interés en formarse, lo que es una alegría que tengan afanes de indagar y preguntar. La anterior estuve en Santo Domingo, con una fundación que ayuda a facilitarles identidad social a los niños.
-Va a hablar de acompañamiento.-
Es una charla para un público muy abierto. Acompañar a otros a morir depende de hasta dónde has llegado tú, porque se le imponen tus límites al otro. Por eso es necesario hacer una revisión personal. Lo primero que hay que revisar es si hay final y si crees que cuando hay certificado de defunción, se acabó el ser. Si revisas y llegas a la conclusión de que se acabó una forma de vida, tratas a esa persona de otra manera.