El buen dormir básicamente es un regalo de la vida que tenemos menospreciado. Fidel Delgado resume así una de sus tantas presentaciones, y que próximamente tratará en persona, en Valencia. Con ese pretexto dialogamos con él y, por supuesto, se coló el tema del coronavirus, cuando apenas comenzaba a cobrar relevancia
Quién es
Psicólogo clínico, recibió también el mote de titiripeuta. En su página de Facebook agrega “pontífice” por aquello de puente. Ofrece cursos que hacen equilibrio entre el humor y la profunda reflexión, proyectados con elegante espiritualidad. También transitó por caminos chamánicos, filosóficos, del yoga y el zen. Trabajó en un departamento de psiquiatría en el sistema hospitalario de Madrid; además imparte formación a profesionales sanitarios para la atención de pacientes “terminales”, y continúa esa labor, que ahora llama “entrevistas”, con quienes requieren de su acompañamiento. Es reconocida su participación en diferentes eventos en España. Uno pendiente de confirmación al día de hoy, en Valencia, el 14 de mayo próximo.
Más información en fideldelgado.com.es
La vida ha cambiado muy rápidamente, tanto como venía desarrollándose. Tiempos de vértigo y de pronto, parate absoluto. Es así que lo que leerás a continuación, estimado lector, es el resultado de una charla telefónica mantenida con Fidel Delgado (en Quién Es tienes datos de él) a principios de marzo pasado. La intención era que fuera el prólogo, un anticipo, de su planeada visita a Valencia el jueves 14 de mayo de 2020, para ofrecer la conferencia “Mecánica y mística del buen dormir”. Cuando esto se publica aún no se sabe qué pasará, luego de las restricciones por el confinamiento dispuesto por las autoridades sanitarias con motivo de la pandemia por el COVID 19. Posiblemente, a fines de este mes, abril, podremos decir algo más sobre tal presentación. Mientras tanto, te invitamos a pasar un momento de lectura entretenida.
-¿Quién es Fidel Delgado?
-Mmm… Este sonido dubitativo podría durar… ¡buuueno! Fidel Delgado es una cosa absolutamente funcional para la ocasión; después de que acabe esta conversación, será abandonado hasta nueva ocasión, cuando haga falta un Fidel Delgado. Me llevo bien con él y me es bastante fiel, como su propio nombre indica, pero realmente es un modo estrecho del vivir comparado con Yo mismo.
-Y frente al espejo, ¿qué es lo primero que te sale decir de él?
-Al espejo lo uso para sectores: me peino, miro un grano, me afeito, pero nunca he pretendido indagar sobre mí mirando el espejo y la imagen que hay ahí. No lo he hecho nunca, es una fuente de información que no utilizo. Me llega la información de otras fuentes interiores y algunos reflejos de gente como tú, que pregunta, indaga o remite a ti, opina, y que te da una imagen.
-¿Cómo llevas tu fama en el mundillo de la espiritualidad?, ¿cómo funciona “un ego de bajo consumo”, según titulas alguna de tus presentaciones?
-Me resulta funcional, primero porque suelo salir beneficiado; en general dicen cosas majas y me favorece la aproximación, a veces del amontonamiento y casi abuso de quien, como te ha visto en Youtube, se considera de tu más estricta intimidad al verte en directo. En muchos casos me ayuda esa imagen que otros se hacen de este servidor para entrar en contacto. Aunque ven un formato muy reducido de mí, no digo “yo no soy así”; lo dejo en paz y viene bien. Por lo tanto, no lo protesto.
-Ese estilo de buen humor del que haces gala, ¿de dónde viene?, ¿de la cuna, es un recurso aprendido entre tantas experiencias con el sufrimiento?
-No tengo ni idea. Es un resultado, nunca pretendido, que me he encontrado. Jamás me he puesto a cultivar el humor, a estudiarlo, a ensayar golpes de efecto humorísticos… Es como un efecto colateral del vivir y quizás le pones tú más marco que yo. Me sorprendo cuando colocan mi humor en primer plano, ¡es muy guay!
-Has tenido una época de psicólogo, luego te convertiste en titiripeuta. ¿Hay virtudes comunes entre una y otra profesión?
-Históricamente, titiripeuta fue una etiqueta que me puso alguien tras hacerme una larguísima entrevista y conocer mi forma de trabajar. Cuando leí lo impreso, me dejó extrañado porque no lo había pretendido ni lo utilicé como tarjeta de presentación. Pero en mi casa se cabrearon muchísimo. La interpretaron como algo denigrante para un profesional de alto nivel y largo recorrido, como si fuera un perroflauta o un tontaina que hace gracias, con pretensiones. Me invitaron a protestar, exigiendo que la borraran de la entrevista. Algo así como una intuición me dijo entonces “¿a ti que más te da y qué sabes si esto denigra o funciona?”. En el transcurso de los años, usando esa denominación, hay gente que ha contactado conmigo para invitarme a ir a no sé dónde para hablar de no sé qué como titiripeuta. Ha abierto puertas de sitios donde jamás hubiera ido como psicólogo clínico especialista en psicología de hospitales, pero sin embargo como titiripeuta, humorista, etcétera, me ha permitido ir a la cárcel, a un club de árbitros, a un grupo de gente muy sofisticada… lugares donde esa etiqueta me ha facilitado asistir. Pues la he dejado, aunque he utilizado varias más, la penúltima es transitólogo, que la apadrinaba yo, pero también cayó en desuso.
-¿Cuál es la actual?
-Ahora no hay, por eso digo que tanto Fidel Delgado como cualquier otro subtítulo es funcional, el que te dé la gana. Dicho en voz baja, seguro, y en voz alta si te arriesgas, y como eso es tu password para acercarte a mí, pues nos acercamos, me da igual el modo de aproximación.
-El acompañamiento de personas en los últimos momentos de su vida, en procesos de tránsito, como diría Emilio Carrillo, ¿qué te ha dejado en tu saber y sentir?
-No es pasado. El acompañar en tránsitos, que tú lo puedes restringir un poco a una despedida, es acompañar a alguien a dejar una forma de vida que ha caducado para que estrene otra, y lo sigo haciendo. Ahora se llama “entrevista”, como hablo contigo y de alguna manera, si te dejas, te acompaño a ver de otra forma y sentir de otro modo lo que tenías tú colocado hasta ahora. ¿No lo llamamos muerte porque es muy aparatoso y tétrico?, muy bien, pero cualquier cambio de conciencia, si es expansivo en vez de regresivo, es muerte para bien, y por lo tanto se trata de acompañar a alguien para cambiar de modo de conciencia.
-¿Tendríamos que nacer con la experiencia del final de la vida?
-Regresar al punto cero, donde eres sin ser alguien que hace algo con currículum, es decir, desmontar el automontaje que el ego ha realizado vida tras vida, me parece una manera de describir el “ridículum vitae”. Esto es acumular una colección de fregaos durante mucho tiempo con apego, y luego empezar a liberarse de ellos hasta recuperar algo que, curiosamente, se hace de una forma total, luminosa y gloriosa al dormir. Cuando duermes en profundidad, recobras el modo de ser original, y en cuanto suena el despertador rescatas todo lo que conoces de tu vida presente, con obligaciones y demás. En un sótano inconsciente tienes lo que crees que eres tú, desde cuando empiezas a creer que eres tú. Creo que es complejo hablar de este tema y por eso vienen muy bien los títeres, los muñecos que utilizo, por ejemplo, un pocoyó. Se ve claramente que tengo en el extremo de mi mano un pocoyó, una reducción muy reducida de mi Yo, que lo está manejando. Si unificas al Yo grande y al yo pequeño tienes una bonita metáfora titiritera para hablar de quién eres realmente.
-Has mencionado que al dormir recuperamos nuestro ser original, lo que somos, dejando lo que hemos creído ser durante el día.
-Sí, y este es el buen dormir, DORMIR con mayúsculas.
-Es decir que hay un mal dormir…
-Sí, un dormir recortado que consiste en que se afloja el cuerpo, caes en la cama, se hacen ciertas labores metabólicas, todo ello automáticamente. Pero al dormir en profundidad, para entendernos, se apaga el ego, que es el que da consistencia a tu colección de experiencias en tu nombre. Cuando dejas de ser tú, y solo eres, entonces recuperas la consciencia de ser, pero sin ser alguien que hace algo. Eso es “el dormir guay del Paraguay”… el Dormir.
El mal dormir se nota porque no sales “des-cansado” de lo que cansa ser un personaje, sino que sales diciendo como esa canción española, “¡hoy no me puedo levantar!”.
-Supongamos que sales a la calle y…
-Previamente hay un autochequeo que es mucho más complicado que el lanzamiento de una nave espacial. Tanteas lo que llevas en los bolsillos, la cabeza, la cartera… ¡madre mía! Todo muy automatizado. Yo lo suelo parodiar en las charlas y digo qué ritual haces para salir a la calle. Si lo grabáramos te quedarías fascinado por la enorme cantidad de operaciones que realizas. ¿Y qué ritual tienes para irte a dormir? La mayor parte de la gente no lo recuerda; o se ha quedado dormida viendo la tele, o se arrastra por el cuarto de baño y cae en la cama, o en muchos casos da un repaso al móvil. Una cosa desastrosa, cuando resulta que el dormir es cuando viene Dios a verte, y te pilla impresentable.
-Mafalda decía “paren el mundo, me quiero bajar”. Lo que nos espera fuera de casa a menudo habitualmente es un vértigo imparable. ¿Se paga o no un precio por ello?
-Antes de salir, uno se ha inventado lo que va a venir, se ha preparado para la batalla, poniéndose la armadura menos oxidada. La imaginación de cada uno construye el mundo que a veces ni siquiera es el mal dormir que soltó el mundo de ayer, sino que por la noche ha ensayado brevemente la mañana siguiente; luego se despierta en su mundillo y lo saca en una burbuja a la calle sin ver el mundo real, porque el mundo real no existe, existe el que cada uno se construye desde su yo.
Ahí es donde efectivamente cada uno está pagando, confeccionado desde sí, el mundo en el que trajina. Lo veo todos los días, oigo los comentarios de otros y me pregunto si estamos en el mismo planeta. Tengo que autochequearme para darme cuenta de que no debo tomar antipsicóticos porque no estoy delirando, el que suele delirar es mi vecino. Y si yo deliro, me quedo con mi delirio porque es amoroso y estoy encantado de lo que veo, lo valoro y lo disfruto.
-Pocos se atreven a mirar al miedo a los ojos.
-Me gusta esa expresión, mirarle a los ojos, pero en cuanto tienes miedo la complejidad o la amplitud del vivir se encoge. Meter miedo es precisamente lograr finalmente que otros hagan lo que hacen los niños cuando tienen miedo: cierran los ojos, fruncen el ceño, se repliegan y esperan a ver si pasa lo que está sucediendo. Pero tienes que mirar tus ojos, porque son los que construyen el mundo, el observador es el que construye lo observado. Si no te das cuenta desde dónde te estás moviendo o estás siendo movido, lógicamente te menean, te suben, te bajan, y te pones mascarilla.
-¿Qué te inspira en el día a día, en lo cotidiano?
-No sé exactamente. Sin embargo me encuentro muy a gusto y confiado en lo que ocurre; se mueve lo que conviene. Por ejemplo, apenas comentó la cuestión del coronavirus, me anularon tres clases de formación con profesionales de la salud, por orden ministerial. En lo profundo siento que lo que se tiene que hacer, se hará. Esa gente ha buscado y se ha apuntado a algo, lo que supone una apertura. Se les dará lo que necesitan porque están dispuestos. ¿Que no será con un ponente que se llama Fidel Delgado?, ¡qué más da! Quizá sea por vía onírica u otra forma. Entre los que están muriendo o sufriendo mucho hay quienes automáticamente se cierran, se protegen y se refugian en la tecnología sanitaria, y otros afortunados se abren a ese misterio complejo y se les ensancha la vida de una manera deslumbrante.
-En tus monólogos usas muchos gerundios. ¿Tienen alguna intencionalidad, como una implicación del presente, el poder del ahora, como diría Tolle?
-Salen las expresiones que menos recortan lo amplísimo que hay que decir. Lo que se tiene que manifestar siempre es infinitamente superior a lo que se puede pronunciar, pero ya que vas a sacar una muestra de lo infinito para ofrecer un canapé en un sitio donde hay que poner cosas, pues la muestra o el trocito que eliges a veces es especialmente expresivo. Por eso surge un filtrado de metáforas, de formas verbales, que yo noto que se hace solo.
-Parece que ya no hay sueños por alcanzar, ¿hay alguna utopía dando vueltas y no nos damos cuenta?
-Los de Amazon han tenido mucha habilidad para canalizar las utopías, ponerlas en un estante y en un catálogo. Otros las coagulan en cosas un poco más sutiles. El sitio donde ahora me parece que estoy más ubicado no tiene utopías, no tiene un más allá sino lo que YA ES. Si ya no buscas, sabes que ERES TODO lo que se puede ser.
-¿Alguna nueva construcción que te está dando vueltas en la cabeza, para compartir y vinculada con esa presencia, de Ser?
-Previo a que anularan esas clases que antes mencionaba, me vino el diseño de lo que podría ser una bonita metáfora del ser humano. Juguemos con un globo: el aire que somos lo metemos en su interior, y eso es lo más visible de nosotros porque el aire no se ve pero el globo lo hace visible gracias a su periferia. Mientras, lo mantienes hinchado, con cuidado de que no te lo pinchen pues eres alguien. Si te pinchan la superficie con la que te manifiestas, el aire sigue siendo, pero no lo ve nadie, no lo valora nadie, y todo el mundo dice que se ha muerto. Estaba pensando en eso, y de pronto me llaman, ¡me pincharon el globo!
-¿De qué modo invitarías a la gente para que te vea en Valencia el 14 de mayo?
-Dedícate un rato a explorar juntos los regalos increíbles que contiene el dormir y lo que podemos hacer por el buen dormir. Es un regalo de la vida porque lo tenemos instalado, pero como ya ha sufrido tantas manipulaciones, ahora exige un cuidadoso trabajo de recuperación, haciendo cosas de higiene física, emocional, mental. El buen dormir básicamente es un regalo de la vida que tenemos menospreciado.
En sentido profundo, el morir es muy semejando al dormir, soltamos este mundo y todo lo que conlleva de agobio y de trajín para SIMPLEMENTE SER.
Índice 
Publicaciones 
Dom 31 Mayo 2020, 9:08 am