LA LENTITUD EN LOS PROCESOS DE DESARROLLO PERSONAL
En mi opinión, es una queja que no está justificada la de las personas que tratan de salir de una situación de malestar personal –situación que pueden llevar muchos años engordando y arrastrando- y que se expresan frustrados ante la falta de unos avances espectaculares, diciendo cosas del estilo de “no avanzo nada”, “quiero estar bien ya”, etc.
Cuando alguien me dice que lleva muchos años en una situación de desagrado consigo mismo -queriendo cambiar pero sin ni siquiera intentarlo-, y cuando se decide a hacerlo y lleva unos cuantos días en el proceso de Mejoramiento me dice que no ve resultados, siempre respondo lo mismo: no pretendas arreglar en un día lo que te ha costado muchos años estropear.
Cuando uno pone en marcha un Proceso de Desarrollo Personal al principio siempre es lento. Hay muchas cosas –nuevas y antiguas- que hay que asimilar tal como son realmente, muchas otras por descubrir y conocer, muchas ideas que cambiar, mucho de lo que deshacerse. Mucho de todo.
Cada pequeño paso es un gran paso. Y así hay que reconocerlo. Reconocerlo frente a sí mismo. Valorar lo avanzado –aunque aún sea poco-, y agradecérselo y hacérselo saber a la Autoestima –para que lo tenga muy en cuenta y vea que también tenemos cosas positivas-, porque uno ya está un paso más lejos de lo pasado y un paso más cerca del futuro.
No existen los resultados espectaculares. Nadie se despierta el segundo día iluminado ni como si fuese un sabio con todo el conocimiento y toda la experiencia.
Hay que reconocerse y agradecerse cada cosa conseguida –repito-, cada pensamiento distinto de los habituales que se sienta positivo, cada vez que la esperanza confirme que sigue ahí, y hay que celebrarlo, ponerse una medalla, darse un abrazo, sonreírse frente al espejo y decirle a quien aparece en él: “Felicidades, Enhorabuena”.
Sólo la voluntad y la constancia le ponen en marcha a uno. Después aparecerán otros colaboradores imprescindibles: la apertura incondicional y sin miedo a lo que aparezca y lo que pase, la comprensión con objetividad y sin condicionamientos, la predisposición a deshacerse de lo inútil, la atención continua a uno mismo y a todo lo que se relacione con uno, el acogimiento amoroso a sí mismo, etc.
Avanzar es la clave. Aunque sea tantísimo como es un solo pequeño paso, porque es mucho. Ayuda si uno incorpora en el alma –no en la mente- una frase leída que le ha impactado, si retiene en el alma –no en la mente- un descubrimiento que le ha sorprendido y consiente que se instale y se quede surtiendo los efectos correspondientes; ayuda si uno se permite sentir y sentirse.
Es bueno estar preparado también para los momentos en que parece que no se avanza; más bien para creer que no se avanza, porque algunas cosas necesitan su tiempo para aposentarse en el lugar que les corresponde y en eso se necesita tener paciencia. Y también es bueno estar preparado para un sensación que sólo es una sensación: la de creer que no sólo no se avanza sino que se retrocede. Esto es algo habitual y no requiere preocupación. No se retrocede. Paciencia y constancia son imprescindibles.
Hay que tener entereza en este proceso y con uno mismo. La lentitud en muchos casos es más una aliada que un inconveniente. Lo interesante es digerir bien todo lo que vaya sucediendo y conseguir que cada paso sea firme y cada avance sea real. Y que el amor Propio se manifieste continuamente y se fortalezca. Sobre todo, esto último.
Te dejo con tus reflexiones…
Francisco de Sales
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