Los lugares permanentemente habitados más fríos de la Tierra, fuera de la Antártida, están en el noreste de Siberia, en las poblaciones de Verkhoyansk y Oimekon, donde los termómetros bajaron hasta 67,8 grados bajo cero en 1892 y 1933, respectivamente. Pero hay lugares más fríos aún en el planeta. En el continente blanco se ha batido el récord absoluto de baja temperatura registrada: 93,2 grados centígrados bajo cero, el 10 de agosto de 2010. Son los resultados de los análisis de los mapas de temperaturas de la Tierra más detallados que se han obtenido hasta ahora y que se basan en los datos de 32 años tomados desde satélites. El equipo de investigación ha presentado el trabajo en la reunión de la Unión Geofísica Americana que se celebra esta semana en San Francisco (EE UU).
Los puntos más fríos del planeta se han localizado cerca de una cresta entre las cimas de hielo Argus y Fuji, en la plataforma antártica oriental. Los 93,2 bajo cero del 10 de agosto de 2010 desplazan el récord de frío anterior, registrado en la estación científica rusa Vostok, en Antártida oriental, con 89,2 bajo cero medido en 1983. “Sospechábamos que esta cresta antártica podía ser extremadamente fría, más que la base Vostok, porque está a más altura”, comenta Ted Scambos, uno de los responsables del Centro Nacional de Datos de Hielo y Nieve en Boulder, y miembro del equipo que ha hecho este nuevo estudio.
La investigación acerca de la mínima temperatura alcanzada en la Tierra comenzó arrancó con el estudio de grandes dunas de nieve, esculpidas y pulidas por el viento en la plataforma antártica oriental, explica laNASA. Cuando los científicos las observaron de cerca, notaron fracturas en la superficie de la nieve entre las dunas, posiblemente formadas cuando las temperaturas invernales bajan tanto que la capa superficial de nieve se encoge. Entonces empezaron a buscar los registros de temperaturas en los lugares más fríos de la Tierra tomados con dos tipos de sensores embarcados en satélites: los espectroradiómetros Modis de los satélites Terra y Aqua, de la NASA, y el radiómetro de alta resolución AVHRR embarcado en varios artefactos espaciales de laNOAA (Agencia Nacional del Océano y la Atmósfera).
Con estos sensores, Scampos detectó, en la plataforma antártica oriental, temperaturas extremadamente frías en una franja de mil kilómetros de una cresta, a gran altura, entre las cimas Argus y Fuji, y temperaturas aún más bajas en puntos de la cresta a menor altura. Con el sensor térmico infrarrojo de alta resolución que lleva el satéliteLandsat 8, los investigadores identificaron las oquedades extrafrías y compararon los datos con los mapas topográficos de la zona para intentar desvelar la razón, continúa la NASA en un comunicado.
Las temperaturas, de por sí muy frías, caen rápidamente cuando el cielo está despejado y, si esta situación persiste unos cuantos días, el suelo se enfría más aun radiando su calor remanente al espacio. Esto genera una capa de aire superfrío sobre la superficie de la nieve y el hielo que es más densa que el aire relativamente más templado que tiene encima, de manera que se desliza hacia abajo por las laderas de las elevaciones de la plataforma antártica y, al entrar en las oquedades en el hielo, la temperatura baja más aún, señalan los investigadores.
“Al permanecer el aire quieto durante largos períodos de tiempo, al tiempo que se sigue radiando más calor al espacio, se alcanzan las temperaturas más bajas que hemos encontrado”, señala Scambos. “Creíamos que íbamos a encontrar un punto mágico extremadamente frío, pero hemos descubierto una gran franja antártica, a gran altura, extremadamente fría, donde se alcanzan estas temperaturas mínimas de récord”.