El calentamiento global es uno de los factores que está ralentizando la rotación de la Tierra, aunque muy ligeramente, debido al aumento del nivel de los océanos por el deshielo de los polos, lo que está afectando a las mareas y a las fuerzas de atracción gravitatoria con la Luna.
Así lo ha explicado el astrofísico del Goddar Space Flight Center de la NASA Fred Spenak, uno de los mayores conocedores de los eclipses del mundo y autor de varios trabajos para la predicción de éstos, durante su visita a Madrid por motivos de trabajo, invitado esta semana por CosmoCaixa, el Museo de la Ciencia de la Fundación La Caixa, para impartir una conferencia.
Otro de los factores que, según el experto, está influyendo también en esta ralentización de la Tierra, cuya rotación no lleva un ritmo constante, y que se resuelve en términos prácticos cada cierto tiempo con un ajuste de los relojes atómicos, tiene que ver con la peculiar composición interna de la Tierra.
El corazón terrestre alberga un líquido candente que provoca que en la rotación del planeta se den espasmos arrítmicos, como si se tratara de "un huevo crudo zarandeado, en el que la yema se moviera repentinamente de un lado a otro", y ello influiría en las fuerzas de atracción gravitatoria.
Según Espenak, el cálculo preciso de la velocidad de la Tierra en su rotación es una de las claves para predecir los eclipses, un fenómeno éste trascendental para los científicos.
Los eclipses solares se producen cuando la Luna se interpone entre el Sol y la Luna; sus tamaños aparentes son muy parecidos, de modo que, dependiendo de las distancias relativas entre estos y la Tierra se pueden observar eclipses anulares o eclipses en los que la Luna se ajusta perfectamente al tamaño del Sol.
El astrofísico Espenak ha destacado "no sólo la belleza visual" de los eclipses solares, sino también la valiosa herramienta que suponen para el estudio de los misterios que perduran en torno a la composición del Sol", ese astro que a tantas civilizaciones ha fascinado, como a la egipcia, y que lo sigue haciendo, con misterios aún por desvelar, como lo es la elevadísima temperatura de su corona.
Actualmente, "el mayor misterio" del Sol para los científicos tiene que ver con las altísimas temperaturas de su corona, ese halo o aureola que lo rodea, y que se hace visible a los ojos humanos con los eclipses solares.
Sus temperaturas se sitúan en el entorno de los 2 millones de grados centígrados, frente a los 6.000 grados centígrados del resto de su superficie; en el caso del corazón solar, que es lo más profundo del astro, el calor puede ser de 15 millones de grados centígrados.
La corona del Sol produce partículas y ocasionalmente ocurren explosiones en la superficie solar y burbujas de gas que pueden estallar en el sistema solar, capaces de interferir en las comunicaciones, los satélites y los sistemas de navegación tipo GPS.
El fenómeno de los eclipses solares totales, por los cuales los científicos con sus telescopios pueden mirar la corona del Sol para obtener así datos de su composición, suele darse cada uno o dos años; así, en 2007 no se produjo ninguno, mientras que sí hubo en 2008, y las previsiones son también favorables para 2009 y 2010.
Para predecir un eclipse se necesita un buen modelo de cálculo, como los que maneja el Laboratorio de Propulsión a Chorro que opera para la NASA (JPL, por sus siglas en inglés), mediante los cuales se pueden medir con bastante precisión las oscilaciones del Sol y la Luna, para conocer con bastante exactitud sus posiciones, con unos márgenes mínimos de error, en torno a pequeñas fracciones de kilómetro.
Dado que la superficie de la Luna tiene accidentes geográficos como montañas, valles, cráteres, es complicado calcular dónde está su centro exacto para la predicción de los eclipses.
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