Es normal
toparse con algunos miedos o ansiedades a la hora de
vivir la sexualidad. Sin embargo, a pesar de las fobias o preocupaciones que se
pueda sentir, vale la pena arriesgarse para conseguir una vida sexual plena y
satisfactoria.
El miedo al rechazo o al fracaso
genera sentimientos de inferioridad y falta de autoestima en los
hombres. Cultural e históricamente, el siempre asumía el papel
dominante de la relación, pero ahora que la mujer ha tomado las riendas de su
vida sexual, conoce mejor su cuerpo y sabe lo que quiere.
El hecho de ser mucho más exigente con su pareja, hace que los hombres
sientan una enorme responsabilidad y presión a la hora de tener
relaciones
íntimas y se vuelvan más inseguros. La solución: conseguir que ellos se
reafirmen en su masculinidad.
Es decir, explicarle que porque tú estés más puesta en esto del sexo,
él no
deja de ser importante, y que procurar placer al otro es tarea de
ambos. Este
podría ser tu discurso para animarle: "Cariño, tú vales mucho",
"¡Qué bien lo
haces!"...
La impotencia o la disfunción eréctil sucede cuando en el
transcurso de una relación sexual el varón es incapaz de mantener una erección.
En este caso, los factores psicológicos son determinantes ya que se asocian más
a estados emocionales adversos como [b]la
depresión o los cuadros de ansiedad
que
a problemas físicos.
El cansancio y el estrés también tienen mucho que ver cuando los hombres
llegan al acto sexual que, preocupados por lo que sucederá, les hace perder
espontaneidad. La solución: revisar los hábitos. Hay causas
externas como el abuso de alcohol, las drogas o según qué tipos de medicamentos
que pueden agravan el problema. Si la cosa es de cabeza, conviene hablar con la
pareja y con un médico , dejando a un lado los complejos.
Cuando el hombre no tiene control sobre su cuerpo se produce la eyaculación precoz y la
consecuencia directa
es la frustración y el sentimiento de culpa. No creas que es solo cuestión de
edad porque afecta tanto a jóvenes como adultos.
El hombre se siente inútil porque hoy en día para ser un buen amante hay que
ser capaz de practicar un coito que dure mucho rato. La
solución: consultar con un sexólogo es la mejor recomendación.
El tamaño del pene no es lo fundamental en la obtención del placer sexual,
pero algunos hombres (y mujeres)
aún creen que sí. Esta es otra creencia sobre la sexualidad masculina que llena
al hombre de miedos y de dudas sobre su propia valía. A ellos les preocupa si
el
tamaño de su pene es normal o no y qué dirá cuando ella vea lo que tiene.
Aunque lo realmente importante es saber utilizarlo y no el tamaño que tenga.
La solución: no hacer comentarios sobre los atributos físicos
de otros hombres ni compararlos con los de tu pareja.
Que finjas en la cama es otro de los temores que siempre rondan la mente
masculina. Tener un mal desempeño o no cumplir con las expectativas generadas
es
algo que muchos hombres sufren en silencio. Ellos saben que
muchas mujeres fingen el orgasmo, de ahí esa obsesión
por
preguntar: "¿Qué tal he estado?, ¿te ha gustado?"
La solución: ser proactiva durante el acto sexual y dirigir
a tu pareja para alcanzar juntos el orgasmo. No te cortes, hablar durante el
coito es normal. Dile lo que te gusta y estará encantado.
Mostrar desinterés o aburrimiento es otro golpe
directo al
ego masculino. Cuando la pareja no tiene ganas y prefiere hacer cualquier otra
cosa antes que tener sexo se les cae el alma a los pies. No sentirse deseado es
lo peor que les puede pasar.
En este caso, les resulta muy desagradable que les metas prisa, si notan que
tienes ganas de terminar se sentirán heridos. La solución: si
esto es recurrente entonces podría deberse a un problema de fondo. Tenéis que
hablar de ello para encontrar la causa de esa falta de deseo
sexual.[/b]
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No vayas por donde el camino te lleve,
ve por donde no hay camino, y deja huella.