EL SENTIMIENTO DE CULPA EN LOS NIÑOS NO AMADOS
En mi opinión, los niños que vivieron una infancia en que la carencia de amor y atención fue notable, en la que no se vieron atendidos emocionalmente, sintieron que eran nada y que no importaban a nadie, la tristeza fue su más fiel compañera, o los que lloraron sin ser consolados…arrastrarán una pena atormentada y un trauma importante que afectará a su Autoestima directamente y a su vida en general.
Los niños en cuya infancia sintieron la frialdad sentimental de una madre que no les atendía, o un “padre ausente” –y hay que recordar que aunque estuviese físicamente, si no se le sintió como un padre porque no ejerció como tal, fue un “padre ausente”-, o no tuvieron refuerzos que afianzasen un buen Auto-concepto… andarán desorientados por su vida, sin una base firme sobre la que asentar su persona y su personalidad, inseguros, desubicados, propensos al desconcierto personal… y con un fondo de tristeza notable.
Es muy curioso, pero en la mayoría de esos niños –que hoy son adultos- se mantiene arraigado un sentimiento de inferioridad y de falta de Autoestima porque se conserva con fuerza esa sensación de no ser importantes para sus padres y su entorno; en el interior anidan –aunque no sean conscientes de ello- pensamientos relacionados con la idea de que no tienen un lugar en el mundo por derecho y se lo tienen que ganar continuamente demostrando que son buenos, que son válidos… que es importante que hayan nacido y estén aquí.
También se mantiene pujante un sentimiento de culpabilidad -del que no siempre son conscientes- cuyo origen está en la sensación de que su presencia no hizo felices a sus padres y que fueron una molestia o un problema, y también, en otros casos, se debe a que están afectados por un sentimiento de culpabilidad que les han inculcado. Los padres de un hijo no deseado son propensos a culpabilizarle de sus desgracias actuales, por el hecho de haber nacido, cuando resulta que es responsabilidad de ellos que esté en el mundo y no del hijo, pero es un modo de tener un culpable ajeno y no cargar con la culpa. Si alguien ha sentido algunas de las cosas citadas anteriormente que averigüe si fue concebido con ganas… o fue un “accidente”.
Bastantes de estos niños de infancias sin amor ni atención tendrán firmemente arraigado el Auto-concepto de que son malos. En su mentalidad infantil, que en aquel momento no tenía la capacidad de raciocinio de un adulto, dedujeron que si ni sus propios padres les querían sería porque eran “malos”. Suelen ser personas sin Amor Propio, porque no se les ha inculcado y fomentado en su infancia. Y con miedos.
Estas personas tenderán a mantener relaciones de dependencia -sobre todo las niñas- con muchas posibilidades de que también sean tóxicas, porque ya en su infancia supieron lo que es estar solas y sin amor y no querrán volver a pasar por esa dolorosa experiencia, así que se agarrarán con desesperación a quien les dé unas migajas de amor, o simplemente les presten un poco de atención, y aún cuando dejen de darles algo y ser cariñosos seguirán enganchadas a esa relación.
Todo esto se hace consciente en ciertas ocasiones –la mayoría del tiempo afecta desde lo inconsciente- y uno reconoce entonces que su situación actual procede de aquella infancia sin amor, pero no sabe cómo hacer para eliminar esa sensación, ese penar que arrastra. Comprender el origen y el por qué es un gran paso que es necesario para hacer las modificaciones necesarias. El mejor modo de resolver esto es con la colaboración de un psicólogo. No hay que conformarse con sentirse desgraciado y triste, sino que hay que buscar las soluciones que le permitan a uno salir de ese victimismo sobre el que se mueve. Uno no es culpable de haber crecido con una familia que no le supo amar y darle una buena educación.
Es necesario escapar de esa rueda de auto-reproches inmerecidos, de ese seguir viviendo sin amor, de la culpa, del victimismo, del dolor… cada persona tiene derecho a ser feliz –a pesar de sus circunstancias pasadas y presentes- y tiene la responsabilidad de hacerse cargo de su vida y eliminar de ella lo que no le gusta y poner lo que sí le agrada.
No estoy a favor de la rendición, ni de la resignación o el conformismo. No vale quedarse en la aceptación sumisa de sentirse con mala suerte y desgraciado y callarse. Todos tenemos derecho a la mejor vida posible y así hay que hacerla. Así tienes que hacerla.
Una terapia con un profesional de la mente –preferiblemente- o entrar un Proceso de Desarrollo Personal a partir de introspecciones y Autoconocimiento son formas de dejar de seguir padeciendo una infancia triste que no se quedó en el pasado y se mantiene inconscientemente viva y perjudicando.
Si este es tu caso, este es tu momento. Empieza ya.
Te dejo con tus reflexiones…
Francisco de Sales
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