Hay quien opina que "Otelo: El moro de Venecia", tragedia de William Shakespeare, es un personaje pasado de moda.
Este pudiera ser el contenido de una pregunta de un test psicológico para medir la reacción ante los celos, ese sentimiento al que nadie es inmune.
El asunto de los celos no es tan simple como algunas personas consideran, pues constituyen una emoción, provocada por una imagen o un pensamiento, que desencadena reacciones de todo el organismo.
Los celos, uno de los grandes temas de las relaciones humanas, existen desde que surgió el hombre y representan un sentimiento igual que el amor, el odio o la ira.
Aunque únicamente reparamos en los de la pareja amorosa, invaden al trabajo, la amistad, porque no solo son expresión de la inseguridad de la persona ante la pérdida de un lazo afectivo, el temor a perder una cosa querida, sino que también surgen al sentirse un individuo desplazado o en segundo plano.
Según el profesor español Augusto Pi Suñer, autor del libro Sistema Neurovegetativo, en la emoción, (y por ende en los celos), existe una reacción total del organismo.
La emoción es un caso representativo de coordinación fisiológica mediante el sistema neurovegetativo y es en este ejemplo donde mejor se demuestra la unidad entre la vida afectiva y la intelectual, señala.
Podríamos imaginarnos un mundo sin celos, pero nunca existirá porque las emociones primarias tienen sus características, una de las cuales es que son independientes de la voluntad del individuo.
Existen variados estudios de la problemática ligada a los celos, en muchos casos dirigidos a lectores ávidos, pues el problema no se trata en consulta psiquiátrica, aunque sí son vistos los pacientes con patologías paranoicas que sufren de ese devastador sentimiento.
David Buss, profesor de la Universidad de Texas, en Austin, considera que los celos son tan necesarios como el amor y el sexo y constituyen "una figura muy adaptable de nuestra psicología, diseñada para enviar señales y mantener a la pareja fiel".
Sin ir más lejos -añade- estos sentimientos resultan una defensa primaria contra alertas de infidelidades y abandono.
Para este especialista, los celos bien manejados pueden enriquecer una relación, ayudar a la pasión y ampliar el compromiso y la total ausencia de esta emoción está asociada a la falta de romanticismo.
EL LADO OSCURO
Aceptados los celos como normales y naturales en la conducta humana, existe un lado oscuro en estas pasiones: los celos patológicos.
Estos pueden acarrear trágicas consecuencias, tanto para quien los padece como para el objeto de su obsesión. Una persona patológicamente celosa cree ser dueña de los sentimientos de su pareja y así quiebra el equilibrio que supone la unión de dos personas iguales.
El infierno en el que viven los aquejados de celos patológicos por su pareja transita primero por la angustia y luego por la ira.
Espían, siguen insistentemente a su cónyuge, pasan por el registro de ropa en busca de evidencias de infidelidad o malinterpretan acciones que justifiquen su sospecha.
Entonces, la agresión física se transforma en estos casos en un peligro real.
El panorama de los celos no termina ahí. Personas de distintas latitudes han visto su vida arruinada por no poder controlarse y algunos se convierten en alcohólicos y pierden el trabajo y también a su familia, pues se separa de ella.
Si uno de los empedernidos émulos de Otelo, el personaje de la obra de Shakespeare, hablara ahora mismo, reconocería que a pesar de su voluntad los celos producen dolor.
Luis Francisco Padilla
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