DEJAR DE SUFRIR ES UNA DECISIÓN PERSONAL
En mi opinión, el sufrimiento es un lastre innecesario que arrastramos sin que aporte algo beneficioso mientras que todo lo que nos ocasiona es perjudicial, agresivo e innecesario.
Aún no he encontrado ni una sola justificación razonable para mantenerse en él, salvo que uno sea un masoquista que encuentra placer en ello. Para el resto de personas es algo a evitar, algo de lo que huir.
He encontrado personas, esto sí es cierto, que se mantienen en el sufrimiento porque creen que así demuestran y manifiestan el amor a las personas queridas que han fallecido –por ejemplo-, o porque han hecho algo grave o perjudicial para otros y se mortifican y flagelan manteniendo esa actitud auto-agresiva -como pretendiendo redimir su “pecado” de ese modo-, pero ni siquiera en esos casos veo la necesidad de alargar artificialmente un estado que debe desaparecer al afrontarlo dejando que se extinga la emoción sin que llegue a convertirse en sentimiento.
Si uno hizo daño, lo primero es darse cuenta de ello. Si fue conscientemente, es difícil de perdonar –no imposible- pero hasta se puede llegar a encontrar una disculpa. Si se hizo inconscientemente, es más fácil de resolver.
Tras superar la emoción inicial que se produce al ser consciente del daño, lo siguiente es aprender la lección para no volver a repetirlo; después, reparar el daño causado –si es posible- y presentar disculpas y manifestar con claridad el sentimiento de pena o dolor ante quien haya sido perjudicado. Y ya no es necesario hacer nada más que vaya en contra de uno mismo.
Se aprende a vivir a base de errores y más errores, y hay que interpretarlos como pasos necesarios, inevitables en muchos casos, y no encolerizarse por no hacer todo y siempre bien. Si la voluntad de hacer daño no ha estado presente, es recomendable una aceptación de los hechos y perdonarse.
Sufrir es una decisión personal, es una opción que uno toma de un modo voluntario -o bien inconscientemente impuesto por las normas o la educación-, y cada uno es responsable de elegirlo o descartarlo.
Quien elija sufrir… pues tal vez esté equivocado, pero cada uno tiene derecho a tomar sus decisiones –a mí me parece, lo repito, perjudicial, agresivo e innecesario-.
Quien decida evitar el sufrimiento también está en su derecho a hacerlo –yo estoy a favor de esto-, pero que eso no quiera decir que no le importa el resultado de su acción si fue perjudicial para alguien.
¿CÓMO CONVENCERSE DE QUE SUFRIR ES UNA AUTO-AGRESIÓN?
No es suficiente con decirle a alguien “no sufras” para que deje de sufrir. Para quien no es capaz de manejar sus sentimientos, y es su víctima sufriente, unas cuantas palabras no son capaces de cambiar la mentalidad o la costumbre de que sufrir es adecuado e inevitable.
Llegar al auto-convencimiento de su inutilidad y de su nocividad es fruto de una decisión y un trabajo personal Uno tiene que preguntarse seriamente ¿qué adelanto sufriendo?, ¿para qué me sirve? Y escuchar su respuesta verdadera, no repetir una que tal vez le inculcaron hace años. Ser honesto y objetivo es la actitud correcta.
¿CÓMO EVITAR EL SUFRIMIENTO?
El primer paso necesario es comprender su inutilidad.
Después, aprender a convivir sin él, a alejarse y rechazarlo.
No aferrarse. Dejarlo ir. Su presencia afecta a la Paz Interior que todos ansiamos. Hay que desapegarse también del sufrimiento. La vida –el aprendizaje- sigue y no es conveniente quedarse estancado en la misma lección.
El Amor comienza por uno mismo y por la liberación de todo lo que represente desconsuelo, sufrimiento, amargura, tormento… son emociones que afectan directamente al alma, que descentran nuestro Centro, que menoscaban nuestra Autoestima, que afligen a nuestro Ser, que nos separan de nosotros.
La reunificación de nuestras discordancias y paradojas -siendo personas con voluntad de Mejoramiento Continuo- comienza con y desde el Amor Propio. Persistir y estancarse en el sufrimiento no es, de ningún modo, la mejor forma de hacerlo.
Revisa el concepto que tienes acerca de esto, míralo con objetividad, sé justo y decide qué quieres hacer y qué vas a hacer.
Tú decides. Tú mandas.
Te dejo con tus reflexiones…
Francisco de Sales
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