LOS CONFLICTOS MORALES
En mi opinión, cuando se crea un conflicto en nuestro interior entre lo que son nuestros principios -nuestra ley moral o nuestra integridad- con otras cosas que se oponen a ellos, o que no los respetan, cuesta mantenerse firmemente fiel y las tentaciones de hacer lo que apetece en lugar de “lo correcto” cogen una fuerza, azuzada por el deseo, que es difícil de vencer.
Es fácil definirse como una persona íntegra, recta e intachable, y es más o menos sencillo mantenerse así durante un porcentaje elevado de tiempo, pero… en cualquier momento puede aparecer una tentación en cualquiera de sus múltiples presentaciones: en forma de gula, o como ganas de tener sexo fuera de la pareja, o representando deseos inconfesables que gustaría realizar, o como un ansia de probar algo pecaminoso, o ganas de sacar una furia descontrolada contra alguien, etc.
“Me apetece hacer esto”, dice el deseo provocando, “pero no está bien, y lo sabes”, responde la conciencia; “pero es lo que yo quiero”, insiste la tentación; “si lo haces después te arrepentirás”, replica la conciencia; “si no lo hago también me arrepentiré”, dice alguien desde dentro.
Es muy posible que hayas asistido en más de una ocasión a una situación similar a esta. Es lo que tiene ser humano: que el deseo, el placer, la avaricia, la lujuria y otros materialismos ansiosos, sólo atienden a sus deseos –que son muy humanos por lo visto- y no entienden que esa naturaleza suya se vea frenada por una conciencia en la que prima más la moral que los placeres.
También nos puede pasar que nos veamos en algunas situaciones en las que estemos involucrados y tendremos ganas de saltarnos nuestras propias leyes, porque el beneficio de saltarse las normas aparente ser más interesante que cumplirlas. Y en algún momento nos tienta mucho decir una mentira, negar una verdad, apoderarnos de algo que no es nuestro, presumir de lo que no tenemos, inventarnos una historia falsa… todas son una provocación a la moralidad. Y están los pecados y el placer de cometer algunos pecados. Y están los deseos muy vivos. Y lo prohibido.
Los placeres están ahí y aportan satisfacciones inmediatas, aunque sean una satisfacciones efímeras, así que… ¿por qué no disfrutarlos?, ¿por qué decir no a algo a lo que apetece decir sí?, ¿por qué renunciar a los deleites de la vida? (que son placeres que ha creado Dios, según los más religiosos) ¿por qué priorizar la moralidad sobre el placer?
Preguntas similares a estas se presentan en nuestra mente y asistimos desconcertados a los conflictos que provocan, a las defensas de cada una de las posturas, y observamos que damos la razón a una de las partes en un momento y, muy posiblemente, poco después nos pongamos a favor de la contraria y además con un buen argumento para defenderla.
¿Y qué se ha de hacer? Observar. Dejar que ambos opuestos expongan sus argumentos y preferiblemente sin ponerse a favor o en contra de ninguno de los lados, sino dejándoles que se expresen hasta que agoten sus argumentos. Es una buena forma de conocerse, de saber que uno también tiene una doble moral en algunos casos.
¿Y después? Decidir. Y esa es la parte más complicada. Es muy posible que el miedo a un posterior arrepentimiento por tomar una u otra decisión esté muy presente, y sin duda va a condicionar la respuesta. Y, por supuesto, es posible que cuando uno sea anciano se arrepienta de haber sido tan respetuoso con su ética personal porque eso le hizo perderse muchas cosas placenteras. O es posible que se sienta muy satisfecho y honorable por haber sido cumplidor consigo mismo.
Cuando uno no tiene muy, muy, muy claras las cosas, es un riesgo decidirse por una u otra postura. Y no posicionarse también es un riesgo. Tomar decisiones es un riesgo. VIVIR es un riesgo.
Asistiremos muchas veces a esas deliberaciones internas en las que uno parece que no participa activamente, sino que son una exposición de lo que tenemos desordenado en la mente o en el inconsciente, y será bueno que seamos cuidadosos a la hora de elegir.
Los conflictos morales son habituales, pero no hay una norma aplicable a todos los casos y todas las personas. Así que eres tú quien tiene que decidir.
¿Las tentaciones son para vencerlas o para caer en ellas?
Te dejo con tus reflexiones…
Francisco de Sales
Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí:
http://buscandome.es/index.php?page=59
Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo:
http://buscandome.es/index.php?action=forum
Aquí tiene todos los videos publicados en el canal de youtube:
https://www.youtube.com/channel/UCUNE-EC7eiOQDJ2q_U4lqEQ/videos?disable_polymer=1
Web sobre poesía y prosa:
www.franciscodesales.es