LA PROFUNDIDAD EN EL BARRO TÁNTRICO.
Nos han enviado gurús, guías, ángeles, sanadores, provocadores, aliados y antagonistas de todas las formas y tamaños. Nuestros socios, nuestros hijos, amigos y familiares, amantes. Nuestros terapeutas, nuestros compañeros de trabajo, desconocidos en el metro.
Nuestros verdaderos maestros están a nuestro alrededor. Porque las verdaderas enseñanzas de la vida son antiguas y están muy dentro de nosotros.
Todas las personas en nuestras vidas ahora tienen regalos que ofrecer. Algunos dones son obvios. Algunos regalos solo se realizan en retrospectiva.
A través de algunas relaciones se nos enseña a escuchar. Recibir la verdad de otra persona sin apresurarse a corregirla, aconsejarla o evitar que sienta lo que está sintiendo. Para tomarse su mundo en serio. Para salir de nuestras propias cabezas. Perder nuestro ensimismamiento y narcisismo y ponernos en zapatos diferentes.
Algunas relaciones nos enseñan cómo escucharnos a nosotros mismos, conectarnos con nuestros propios deseos y necesidades. Para compartir nuestros sentimientos auténticos con honestidad, habla de lo que realmente está sucediendo en nuestro mundo interior, incluso cuando nuestro corazón late con fuerza y nos preocupa cómo seremos recibidos.
Algunas relaciones nos enseñan cómo ser amados, cómo dejar entrar el amor. Cómo permitirnos que nos apoyen. Pedir ayuda y no ver eso como una debilidad. Para ser atendido. Para ser cuidado. Recibir una atención amorosa. Para ser sostenido en la mirada compasiva de otro. Dejar entrar esa compasión. Saber que nos lo merecemos.
Algunas conexiones nos enseñan a dar apoyo, a prestar atención a los sentimientos y necesidades de otra persona, a cuidar de otra. Para tomar la iniciativa e intervenir y salir de nuestras propias cosas. Dar nuestro tiempo y atención, nuestra fuerza emocional y física. Ofrecer el regalo de nuestro sacrificio voluntario. Descubrir nuestros límites también en el dar. Dar desde un lugar de autoalimentación, no de culpa.
Algunas relaciones nos enseñan la necesidad de hablar por nosotros mismos. Nos obligan a ser honestos sobre lo que no está bien para nosotros, lo que nos duele, lo que se siente mal, lo que se siente como "demasiado" o "muy poco". Ser consciente de cuándo se han traspasado nuestros límites. Para expresar nuestra justa ira, la parte de nosotros que se siente invisible, no escuchada, no respetada, abusada. Respetarnos lo suficiente como para decir “No”, a pesar de las consecuencias.
A veces aprendemos a través de rupturas, desamores, muerte y transformación de relaciones. Encontramos el coraje para dar un paso fuera de algo que no es saludable para nosotros, salir de lo viejo y entrar en lo desconocido, dar un paso hacia la vida, entrar en la angustia y los sentimientos de soledad tal vez, dar un paso en nuestro poder y honrar nuestros preciosos corazones como ellos cerrar y abrir y cerrar y abrir y ...
A veces crecemos al permanecer en la relación cuando tenemos ganas de irnos y alejarnos. Permanecer presente durante los conflictos y los malentendidos, sintiendo nuestros sentimientos de ira, miedo, dolor y exasperación, vergüenza y culpa, expresando nuestra verdad dolorosa o dichosa. Encontrar poder en la estancia. Disminuir la velocidad y mirar juntos el desastre. Encontrar un lugar de reconexión, tal vez. Haciendo las paces, tal vez. Decir lo siento, tal vez. Adueñarse de nuestras heridas y acciones.
A veces, la relación nos enseña cómo estar con otro y, a veces, nos enseña cómo estar con nosotros mismos. Cómo dejar de huir de nuestra preciosa soledad. Encontrar la alegría en el silencio, la quietud, la soledad.
Ser uno. Ser dos.
Para unificar. Separar.
Sentir cuando estamos fuera de balance.
Sentir cuando nos sentimos desatendidos.
Asfixiados.
Entumecidos.
Desconectados.
Vacíos. Completos.
Tomarnos en serio nuestra necesidad de estar solos.
Tomarnos en serio nuestra necesidad de compañía.
Saber cuando nos escondemos, tememos que nos vean, evitando la conexión.
Saber cuando nos estamos abandonando adictivamente por otro, huyendo de nosotros mismos para encontrarnos con otro en codependencia, esperando ser salvados, arreglados, reparados, sanados.
A veces, la relación es una bendición.
A veces es confuso, angustioso.
Estamos llamados a tocar las alturas de la intimidad.
Estamos llamados a tocar las profundidades de nuestra soledad existencial y nuestros anhelos más profundos.
Estamos llamados a conocernos a nosotros mismos.
Todas las experiencias en el camino de la relación pueden enseñarnos, cambiarnos, sanarnos.
Incluso en la lucha, podemos encontrar bendiciones y conocimientos.
Si estamos dispuestos a reducir la velocidad y mirar.
Si estamos dispuestos a mantener la curiosidad y hacer el valiente trabajo de ablandarnos en nuestra experiencia encarnada.
Si estamos dispuestos a sentir los dolores y los placeres de relacionarnos.
En la profundidad del barro tántrico, podemos encontrar oro.
- Jeff Foster-