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 CAPÍTULO 48 – LA ASERTIVIDAD

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AutorMensaje
Francisco de Sales




Cantidad de envíos : 1141
Fecha de inscripción : 28/06/2016

CAPÍTULO  48 – LA ASERTIVIDAD Empty
MensajeTema: CAPÍTULO 48 – LA ASERTIVIDAD   CAPÍTULO  48 – LA ASERTIVIDAD Icon_minitimeMar 30 Jun 2020, 6:14 am

CAPÍTULO 48 – LA ASERTIVIDAD

Este es el capítulo 48 de un total de 82 -que se irán publicando- en los cuales se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL Y ESPIRITUAL.


“Ni sumisión ni agresividad, el equilibrio es la asertividad”.

“Cuando dices “sí” a otras personas, asegúrate de que no te estás diciendo “no” a ti mismo”.

“Las personas podrán olvidar lo que dijiste, podrán olvidar lo que hiciste, pero jamás podrán olvidar cómo las hiciste sentirse”.

“Ser pasivo es dejar que otros decidan por ti. Ser agresivo es decidir por los demás. Ser asertivo es decidir por ti mismo”.


La asertividad se define como "la habilidad de expresar nuestros deseos de una manera amable, franca, abierta, directa y adecuada, logrando decir lo que queremos sin atentar contra los demás y negociando con ellos su cumplimiento".

En otras palabras, la asertividad es la capacidad de reclamar, por parte de los otros, el respeto y el cumplimiento de nuestros derechos, sin gritos ni alborotos, sin violencia y sin avasallar, pero con una confianza y firmeza que le dejen al otro muy clara nuestra postura, expresando la opinión propia de una manera firme.

Uno llega a mostrarla sólo cuando es consciente de lo que está expresando o solicitando y está convencido de ello. No hay se le está pidiendo al otro su parecer o su opinión: se está afirmando la decisión que se ha tomado y se le está comunicando que tiene que respetarla.


La base para que funcione es estar convencido de los derechos propios y tener la dignidad personal suficiente para reclamarlos, por respeto a uno mismo y a la justicia que le corresponde a uno.

El tono de voz no necesita manifestar rabia ni ira, sino que ha de ser relajado, pero muy firme, de modo que no deje lugar a dudas de que es una resolución, con una defensa a ultranza, aunque no se acompañe de una mala cara ni una gesticulación alarmante ni unos gritos que lo confirmen.

Ser asertivo no significa querer llevar siempre la razón, sino expresar nuestras opiniones y puntos de vista, sean estos correctos o no. Todos tenemos también derecho a equivocarnos.
Algunas personas evitan ser asertivas porque temen desagradar a otros y no ser aceptados por ello. Sin embargo, aunque se podría evitar una desavenencia no defendiendo los valores propios, a la larga podría lastimarse la relación. Esto también podría suceder si no haces valer tus derechos y permites que se aprovechen de ti una y otra vez. Si lo que haces es correcto, cuando se les pase la pataleta acabarán reconociendo y valorando tu integridad.

Emplear la asertividad es saber pedir y también saber negarte, siendo flexible para poder conseguir lo que quieres, respetando los derechos del otro y expresando tus sentimientos de forma clara.
El elemento básico de la asertividad consiste en atreverte a mostrar tus deseos de forma amable y franca, pero el punto fundamental consiste en lanzarse y atreverse. Lo que te expongo en estas páginas puede ayudarte a mostrar lo que sientes y deseas, porque sabes que lo estás haciendo de forma adecuada, y que nadie se puede ofender. Esto te ayudará a atreverte a hacerlo.
Si la ansiedad y el miedo son demasiado grandes, hasta el punto de que te dificultan o te impiden expresar tus deseos, has de plantearte una estrategia y un trabajo personal para superarlos.


POR SI NO LO SABES

Ser Asertivo implica entre muchas otras cosas:
- Tener una comunicación muy positiva consigo mismo.
- Ser conscientes de nuestros pensamientos, sentimientos, motivaciones, necesidades y deseos, sin juzgarlos.
- Administrar nuestras emociones y asumir las situaciones de manera responsable.
- Encontrar la valía que se tiene por ser quien se es.
- Tener la conciencia de ser tan importantes como cualquier persona en este planeta, ni el mejor ni el peor: todos somos igual de importantes.
- Es saberse y sentirse bien por los talentos recibidos y por las cualidades desarrolladas.
- Es reconocer que nuestra inteligencia es suficiente para valorar nuestras situaciones y tomar decisiones sin necesidad de la aprobación de otros.


NUESTROS DERECHOS ASERTIVOS

- El derecho de ser tratado con respeto.
- El derecho de tener y expresar nuestros sentimientos y opiniones.
- El derecho de ser los únicos jueces de nuestra conducta privada.
- El derecho de escoger y actuar de acuerdo a nuestras prioridades.
- El derecho de decir SÍ o NO sin sentirnos culpables.
- El derecho de pedir lo que queremos.
- El derecho de cometer errores.
- El derecho de cambiar de opinión.
- El derecho de sentirnos independientes de la voluntad de los demás.
- El derecho de tomarnos el tiempo necesario para decidir.
- El derecho de cuestionar lo que nos afecta.
- El derecho de sentirnos responsables sólo de nosotros mismos.
- El derecho de no ser asertivos en algunas ocasiones.


MÁS INFORMACIÓN

(De www.psicoterapeutas.com )
Para poder ejercitar la asertividad tienes que tener capacidad de negociación previa a la toma de tu decisión final definitiva.
En la negociación se intenta conseguir lo que se quiere con el beneplácito del otro, que lógicamente también va a tener algunos beneficios. La realización de una negociación comprende varias fases. La primera, es la de preparación. En ella tienes que pensar la estrategia que vas a seguir en el encuentro con el otro, en el que se van a plantear los problemas y se va a hacer la negociación propiamente dicha.


FASE DE PREPARACIÓN

Para poder conseguir cualquier cosa tienes que saber cómo hacerlo y para ello tienes que prepararte. Ir a un encuentro sin tener una mínima guía de comportamiento, cuando, además, no eres negociador experimentado, te expone a no lograr los objetivos que persigues. Por tanto has de preparar lo que vas a decir y a hacer en la negociación cara a cara con el otro.
Dentro de la preparación hay que distinguir dos sub-fases.
La primera de preparación personal para evitar caer en la pasividad o en la agresividad, y la segunda de preparación del diálogo que vamos a plantear al otro.


FASE DE PREPARACIÓN PERSONAL

Se trata de una fase previa, necesaria para tener muy claros los objetivos que persigues en el encuentro. Es lo que te motiva a la negociación. Cuando negocias tienes que tener la vista puesta en tus objetivos. Hay algunas cosas que te pueden distraer de ellos y hacerte fracasar. Por ejemplo, la emoción. No puedes confundir la emoción con el objetivo.
Te gustaría quedar bien, pero normalmente ese no es el objetivo.
Te gustaría machacar al otro, pero así no lograrás lo que realmente quieres.
Te gustaría que el otro reconociese que tienes razón y que él estaba equivocado, pero te tienes que preguntar si ese es tu objetivo o si así solamente conseguirás una recompensa de tipo emocional, mientras que tu objetivo se pierde.
No hay que olvidar la máxima: “lo que cuenta son los hechos y no las palabras”. Si te explayas y te descargas emocionalmente puede que hayas conseguido una recompensa a corto plazo, pero la pregunta que tienes que hacerte es si has conseguido tus objetivos.
Hay que huir de juicios de intenciones.
Si juzgas las intenciones de la otra persona y te basas en ellas para plantear la relación con el otro, corres el riesgo de contestar y reaccionar a las intenciones que piensas que tiene el otro y perderás de vista tus objetivos. Así puedes llegar a ser agresivo o a ser pasivo.
Si te han hecho algo que te ha dolido y piensas que lo han hecho con buenas intenciones, podrás estar tentado de dejarlo pasar y no decir nada.
Si juzgas que lo han hecho con mala intención, vas a atacar su “maldad” y no los hechos y serás agresivo.
En una negociación no se trata de agredir y someter al otro, aunque lo veas como un rival. Hay que darle una salida, más o menos airosa porque si no se revolverá contra nosotros.
Querer que nos reconozca lo equivocado que está y se someta completamente a nuestros deseos puede ser un objetivo emocional, que compense la humillación que hemos sentido, pero ¿es realmente tu objetivo?
Sí tienes que intentar entender qué cosas son las pueden motivar al otro para hacer lo que quieres que haga, tienes que pensar en cómo crear la oportunidad de la negociación.
Si es algo pendiente desde hace mucho tiempo y lo quieres abordar, hay que buscar al otro y plantear un tiempo y un espacio en el que se pueda dar la negociación. Es lo primero que tenemos que conseguir del otro. Sin ello no se consigue, no es posible hacer la negociación.
Pero en ella nos puede ocurrir que cuando el otro se va es cuando se nos ocurre aquello teníamos que haber dicho.
(A mí me parece muy interesante anotar en un folio todo lo que se quiere decir, para que no se vaya a olvidar alguna cosa debido a los nervios que se puedan tener. Incluso, y según el caso, al final de la conversación se le puede dejar el escrito para que recuerde lo que se la ha dicho. Es posible que no se acuerde de todo).

Recuerda: Siempre hay una segunda oportunidad aunque haya que crearla. Crear la oportunidad es buscar al otro y plantear, aunque sea por enésima vez, el tema que nos ocupa. Cualquier frase introductoria como decirle, “de lo que hablamos ayer me gustaría comentarte algo” o frases parecidas para iniciar la conversación son ayudas inestimables para crear la oportunidad.
Con los objetivos claros podemos controlar nuestra agresividad y motivarnos para dejar de ser pasivos, con la oportunidad creada y el entendimiento de lo que el otro espera podemos preparar el momento concreto de la negociación.


PREPARACIÓN DEL DIÁLOGO

Sin perder de vista que lo importante es lo que hagas y lo que digas, tienes que preparar aquello que vas a decirle. El diálogo que tengas con él tiene que cumplir los siguientes requisitos para ser un diálogo asertivo:

1. Describir los hechos concretos.
2. Manifestar tus sentimientos y pensamientos.
3. Pedir de forma concreta y operativa lo que quieres que haga.
4. Especificar las consecuencias.


RESUMIENDO

Nuestra dignidad y nuestra Autoestima merecen toda nuestra consideración y el respeto total por parte de los otros. Es algo que tenemos que defender incansablemente, y sin necesidad de que su defensa sea una guerra continua.
Con gesto de firmeza asertiva en nuestra expresión facial –que no tiene que ser cara de enojo-, una mirada segura pero no desafiante, una postura corporal que con su lenguaje no verbal diga “aquí estoy yo”, y con un tono de voz convincente, pausado pero sólido e indomable, uno puede pararle los pies a los otros y marcar una línea infranqueable.
Se trata de mostrar una seguridad que los demás no osen su desacato.
Y esto se consigue convenciéndose uno mismo, en primer lugar, y convenciendo a los otros, en segundo lugar.
Después es cuestión de practicar. Es mejor empezar con cosas sencillas para poder, un poco más adelante, afrontar todas y cada una de las ocasiones en que haya que hacerlo.
Y después hay que aplicarla en todas las facetas de la vida. Si uno se acostumbra, cada vez lo hará con más naturalidad y se beneficiará de su uso.

Debemos acostumbrarnos a desenvolvernos bien en la asertividad y manifestarnos así regularmente. Es la mejor aliada en la defensa de nuestra integridad y nuestra dignidad personal. La asertividad es respetuosa con los otros al mismo tiempo que es veladora de nuestros intereses y derechos.


Francisco de Sales

Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí:
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