CAPÍTULO 44 – EL TIEMPO y EL TIEMPO-VIDA
Este es el capítulo 44 de un total de 82 -que se irán publicando- en los cuales se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL Y ESPIRITUAL.
“El tiempo no es oro, como dice el refrán: el tiempo es vida”.
“¿Qué sentido tiene correr cuando se está en el camino equivocado?”
(Proverbio)
“He de invertir tiempo en reflexionar, en pensar, en darme cuenta,
en responder a las preguntas que yo me haga
y las que la vida me ponga por delante”.
“Un minuto que pasa es irrecuperable. Conociendo esto,
¿cómo podemos malgastar tantas horas?”.
(Gandhi).
“Siempre le pueden sobrar unos minutos al día para nosotros”.
“Es bueno invertir el tiempo en lo que llena y realiza,
en lo que construye y suma”.
“Nos metemos demasiadas veces en cosas que no nos interesan y conviene preguntarse a menudo, ¿es esto lo que quiero?, ¿es imprescindible para mí?, ¿es bueno para mí?”.
“¡Ay, si tuviera tiempo para vivir la vida! ”.
El tiempo en la vida no se debe medir en segundos sino en momentos.
Cuando recordamos partes de nuestra vida, recordamos momentos, y siempre con el añadido de la emoción o sentimiento que nos produjeron.
Cuando hacemos un balance de nuestra vida, sopesamos cuántos momentos hubo que fueron buenos, y cómo de grandes, y cuántos hubo malos, y cómo nos dañaron.
Que el resultado sea positivo nos va a llevar a tasar como buena o mala nuestra vida.
Por eso se impone la obligatoriedad de ir construyendo momentos muy especiales, de propiciarlos, de inventarlos, de estar atento a enriquecerlos, de procurarles los más agradables sentimientos que se conviertan en maravillosos adjetivos, las emociones más satisfactorias y los estremecimientos más extraordinarios.
Ellos constituirán nuestro pasado, una de las bases de nuestra autoestima, y serán los que darán valor en buena medida al sentido que haya tenido nuestra vida en el mundo. En nuestro propio mundo.
UN EJEMPLO DE QUEJA HABITUAL EN CUALQUIER PERSONA
La cantidad de tiempo-vida de que dispongo es igual que la de cualquier otra persona: dispongo de las mismas veinticuatro horas, pero hago un mal uso de ellas.
Hago un consumo exento de calidad.
Tengo aún mucho tiempo-vida para usar, pero mi lamento es no ser absolutamente consciente de él. Mi protesta es por no conseguir la intensidad suficiente en cada momento, y no me refiero a su utilidad, a su productividad, sino al sentimiento de cada uno de los momentos.
Mi indignación es para conmigo por permitir su marcha intacta, por consentir su paso invisible por mi vida como si no formaran parte de mi, como si no me pertenecieran.
EL TIEMPO ESTÁ LIGADO A MÍ: EL TIEMPO SOY YO.
Si estoy dormido no existe el tiempo.
Si estoy a gusto o en paz, no existe el tiempo.
Ya sé que las horas no existen, que son solo un invento humano para no concertar las citas y poco más.
No existen las horas, ni los días, ni los años, ni el futuro, ni el pasado: sólo hay un presente, sólo hay “ahora” y si no disfruto este “ahora” ningún otro vendrá a reemplazarlo; vendrán otros “ahoras”, pero para ser ellos mismos, no a sustituir a ninguno que haya estado.
La calidad del tiempo de vida se consigue estando totalmente en lo que se está haciendo: si ahora estás leyendo esto, pero no lo estas apreciando porque mientras estás pensando en tu amigo, en el trabajo, en el coche… te has perdido la oportunidad de este momento.
Cuando estés con tu amigo, entonces, no pensarás en lo que lees ahora, sino que has de estar con él: cuando estés en el trabajo, entonces no pensarás en lo que lees ahora, sino que has de estar totalmente en el trabajo.
El tiempo tiene otra utilidad, que es la de perderlo. Lo que a veces se denomina “perder el tiempo”, puede ser la mejor forma de “ganarlo”. Pero si uno decide “perderlo” ha de ser una decisión libre. Que “perderlo” sea lo se desea realmente hacer y así no quedará al final la frustración de sentirlo como perdido. De ese modo, aún haciendo lo mismo, uno estará haciendo lo que quería hacer y no lo que no quería hacer.
El tiempo libre deja de ser libre si no se utiliza esa libertad más que para pensar en qué se podía ocupar.
A veces, algunas personas tienen un sentido tan extraño del uso del tiempo que lo llenan de cualquier cosa, de cualquier manera, porque piensan que el ocio o la meditación son improductivos, que en ese mismo espacio de tiempo, podrían volver a limpiar el horno por segunda vez en el día. Esta es una decisión que cada uno debe tomar según quiera, pero que conviene que sea tras una reflexión en la que valore si es más importante el horno o uno mismo.
Hay personas que, con premeditación y alevosía, asesinan al tiempo, que es peor que matarlo.
Se sientan frente al televisor, como si estuvieran condenados a ello, y ven cuanto les meten por los ojos, se embotan, y luego se van a la cama con la sensación de que les están robando la vida, o exclaman sin un enfado que tal fuese preciso: otro día que se ha terminado.
Hay personas que para evitar quedarse a solas con ellos mismos, se inventan ocupaciones, dicen que sí a todo lo que les proponen, o desarrollan una hiperactividad inútil. Incluso los que realmente están ocupados deben saber que siempre le sobran minutos al día para dedicárselos a sí mismo.
VIVIR NO ES SOLAMENTE RESPIRAR.
Vivir es ser consciente de cada momento y eso requiere tiempo. En el Camino, el buscador debe dedicar todo el tiempo que sea necesario para descubrir los errores que le han infundido durante su educación, por su familia y la sociedad, y sus propios errores, y quién es y todas las preguntas que alguna vez se han presentado en su pensamiento. Contestar todas esas preguntas que se planteará requiere tiempo de dedicación.
Es necesario tiempo para que algunas cosas se vayan aposentando con solidez. Las personas crecen interiormente cuando se dedican tiempo.
El tiempo es la vida. Cada vez que dejo una cosa para mañana, estoy eliminando la posibilidad de que “eso” llegue a suceder.
¡¡ Qué muerto está quien asesina su tiempo (que es peor que matarlo) con premeditación (inventándose obligaciones, creándose compromisos, llenando el tiempo de vacios ocupados) y alevosía (eso sí: que no aparezca que he sido yo)!!
QUEJA
Nos quejamos del tiempo y no nos preocupamos de cuidarlo. Hay que aprender a tomar el tiempo que se necesita para cada cosa, y no más, pero tampoco menos.
Yo sé que mi tiempo-vida es lo más válido para mí, porque el tiempo es lo que nunca podré comprar.
El tiempo no es tiempo, el tiempo es vida.
Y cada uno puede valorar su tiempo-vida al precio que quiera, pero recordando su irrecuperabilidad y la imposibilidad de encontrar más del que nos ha sido destinado.
Por favor, no mates tu tiempo-vida. Es mejor descubrir el placer de estar con uno mismo a solas y en silencio; es mejor escuchar lo que el interior nos quiere contar, es mejor crear la paz y la armonía que necesita el interior para manifestarse.
El error de no disfrutar el tiempo, por lo tanto la vida, está en la prisa que a veces tenemos por vivir toda la vida en el mismo día.
Descubre el placer de ordenarlo a tu gusto y conveniencia, y emprende sin demora las cosas que no permiten ser eludidas.
SUGERENCIA
A veces, el problema de la sensación de pérdida de tiempo-vida se debe al deseo de llenar la vida de cosas excepcionales, al deseo de ocupar el tiempo-vida con vivencias-situaciones-experiencias especiales; siempre pensamos que podíamos estar haciendo algo mejor. Quizás venga del Ser Interior esa llamada en forma de intranquilidad, para que no nos conformemos con lo más inútil y fácil a la vez.
Es bueno sentarse de vez en cuando frente a una cuestión que diga… SE PASA EL TIEMPO Y NO…
REFLEXIONES
Debemos ser absolutamente conscientes de que el tiempo-vida es irrepetible e irrecuperable. No hay concepto más dolorosamente equivocado que el de “matar el tiempo”. No ser conscientes de que estamos viviendo cada instante nos puede pasar factura al final de nuestros días, cuando lleguemos al Tiempo de los Arrepentimientos y sintamos dolorosamente, de un modo innegable e irremediable, que perdimos el tiempo. Que perdimos la vida.
DESDE UN PUNTO DE VISTA MÁS ESPIRITUAL
Copio literalmente un trozo de un libro de Jacques Castermane, titulado Las lecciones de Dürckheim: “Dice Castermane: tengo a menudo la impresión de estar perdiendo el tiempo. Hace tres meses que estoy en Rütte y, si estoy aquí, es para trabajar sobre mí mismo, para hacer ejercicios, para leer sus libros. ¡Pero también hay que comer! Las tiendas más cercanas están a tres kilómetros de aquí. Ya sea en la carnicería, en el supermercado o en la droguería, siempre están llenos de gente y hay que esperar a que nos atiendan, hay que esperar en las cajas… Verdaderamente, tengo la impresión de estar perdiendo el tiempo. Cuando pienso en la cantidad de páginas de sus libros que podía leer en ese tiempo perdido… Contesta Dürckheim: ¡Esto sí es interesante!, ¡He aquí el origen de esa materia explosiva de la que usted está lleno! Puedo comprender que esté usted invadido por esa preocupación de aprovechar el tiempo que pasa en Rütte, y de aprovecharlo para trabajar sobre usted mismo. Pero al mismo tiempo debo decirle que usted aún no ha comprendido nada del trabajo que hacemos aquí. Guarde mis libros en un armario, ciérrelo con llave y… pierda la llave. Porque lo primero que se necesita en el Camino es reconocer la Ley del tiempo libre.
Hay que crear las condiciones que permitan que la coincidencia de lo profundo se despierte. Y esto exige dos cosas: trabajar y dejar actuar al interior.
Así es como la meditación en silencio parece una pérdida de tiempo para quien todavía no comprende nada, hasta tal punto que a veces dice que sería mejor leer un buen libro durante esos cincuenta minutos. Pero se trata de prolongar la actitud interior a la que podemos abrirnos en el curso de la meditación, es decir, intentar desarrollar el oído interior a lo largo de todo el día. Hay aquí la misma diferencia de actitud que separa a quien escucha la música para oírla, y a quien la escucha para reconocer el nombre del compositor o del director de orquesta.
Pregunta Castermane: “¿Quiere usted decir que, por el momento, es mejor que yo no haga nada antes que hacer cualquier cosa sin esta actitud interior diferente?”
Y le conteste Dürckheim: “Es necesario que sepa usted que yo aún tengo todos los días el mismo sentimiento que usted experimenta. Siempre hay cartas a las que debo responder, debo releer las notas sobre el libro que estoy escribiendo, etc… Cada uno de nosotros se encuentra todos los días en esta tensión entre dos exigencias: nuestro deber frente al mundo y nuestro deber frente al Ser. Pero cada vez me doy más cuenta de que, en la medida que soy capaz de no soltar el hilo de oro que me une al Ser, estoy autorizado a trabaja en el plano existencial”.
RESUMIENDO
Es imprescindible tomar conciencia del tiempo-vida y saber administrarlo correctamente. Uno de los mayores sufrimientos cuando lleguemos a una edad avanzada será que perdimos el tiempo-vida, y que eso ya es irrecuperable. Los asuntos personales y espirituales requieren tiempo: tiempo de atención y dedicación, tiempo de aposentarse, tiempo de espera para que suceda lo que tiene que suceder, tiempo de silencio para escucharse a sí mismo.
No derrochar el tiempo-vida: el tiempo-vida es insustituible, irrepetible e irrecuperable. Llamamos tiempo a lo que debiéramos llamar vida. No perdemos el tiempo: perdemos la vida.
Francisco de Sales
Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí:
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