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 CAPÍTULO 19 - LA VIDA - VIVIR

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AutorMensaje
Francisco de Sales




Cantidad de envíos : 1141
Fecha de inscripción : 28/06/2016

CAPÍTULO  19 -  LA VIDA - VIVIR Empty
MensajeTema: CAPÍTULO 19 - LA VIDA - VIVIR   CAPÍTULO  19 -  LA VIDA - VIVIR Icon_minitimeLun 01 Jun 2020, 6:08 am

CAPÍTULO 19 - LA VIDA - VIVIR

Este es el capítulo 19 de un total de 82 -que se irán publicando- en los cuales se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL.


“La vida no se mide por lo que respiras,
sino por los momentos que te dejan sin aliento.”
(De la película Hitch)

“Yo no soy simplemente yo. Yo soy la Vida”.

“No hay nada peor que condenar la vida a que esté muerta”.

“Es un milagro: cada día comienza la vida”.

“La responsabilidad de procurarse una vida buena no se debe delegar”.

“Lo importante es la vida, no los adjetivos que se le van poniendo”.

“Lo único realmente valioso que posee una persona es la vida”.

“Vivir no admite aplazamientos: sólo se puede vivir ahora”.

“Vivir, y más aún vivir bien, implica asumir responsabilidades.
Vivir bien es una obligación además de un derecho”.

“La vida es el principal motivo de la vida”.

“La vida es una continua lección”.

“Quien tiene por qué vivir, puede soportar casi cualquier cómo.”
(Nietzsche)

“Durante mucho tiempo creí que la verdadera vida estaba a punto de comenzar, pero que siempre se presentaba un obstáculo en mi camino. Primero debía terminar tal o cual cosa, resolver algún asunto pendiente; había que cumplir un periodo en alguna parte o saldar una deuda.
Luego caí en la cuenta de que esos obstáculos
no eran otra cosa que la vida.”
(Bette Howland).

“La profundidad de lo que vivimos no depende de lo vivido,
sino de nuestra facultad para transformar
el acto de aspecto más trivial en una experiencia religiosa. “
(Dürckheim).

“Se marchó a vivir a una cabaña al borde de un lago para afrontar
los hechos esenciales de la vida e intentar aprender de ella,
en vez de esperar a morir y descubrir que no había vivido”.

“La vida es lo que pasa mientras tú estás haciendo otra cosa,
y tu vida va a pasar aunque tú estés distraído”.

“Es un gran pecado acabar la vida sin vivirla.
Dios nos dio la responsabilidad de administrar la única,
irrepetible e irrecuperable vida. El día de tu propio juicio final
te preguntarás qué hiciste y qué no hiciste en la vida”.

“No todo en la vida es gratis.
Algunas experiencias tenemos que pagarlas muy caras”.

“No siempre somos conscientes de que estamos escribiendo
nuestra historia en cada momento”.

“Vivir no es sólo respirar. Vivir es, esencialmente,
ser consciente de cada momento”.

“En el acto de vivir no hay vacaciones”.

“La vida es personal e intransferible.
Nadie puede vivir tu vida, ni siquiera compartirla.
Podrás compartir tu tiempo, pero tu vida no”.

“Vivir la vida dura y cuesta toda una vida”.

“Si corres mucho te dejarás algo en el camino y tendrás que volver”.

“Quien pase su tiempo preparándose para vivir más adelante,
lo está perdiendo”.

“La auténtica trascendencia es vivir tu propia vida,
¿por qué buscas otra cosa?”.

“Las mejores cosas de la vida no se pueden comprar”.

“El arte de triunfar en la vida consiste en saber comenzar muchas veces” (Anónimo)

“Nuestra vida tiene exactamente tanto, o tan poco,
significado como nosotros le infundamos”.
(Liz Greene)

“La vida está compuesta por momentos irrepetibles.
Los momentos huyen uno tras otro y sólo en fugaces ocasiones estamos atentos a vivirlos íntegra e intensamente.
Vivir la vida es la suma de vivir todos los momentos.
Dejarse sin vivir uno puede ser tener una vida incompleta, pues aún cuando estemos haciendo “nada” tenemos que ser conscientes de que es “nada”, precisamente, lo que queremos hacer y estamos haciendo”.

“Si usted puede pasar una tarde perfectamente improductiva
de una manera perfectamente ociosa, ha aprendido a vivir”.
(Anónimo)

“El que quiera vivir mucho tiempo, que no lo pierda”.
(Jardiel Poncela)

“Aquello que no hicimos será lo que más nos atormente;
aquello que no vivimos, nuestro mayor reproche” .
(Antonio Gala)

“No estoy aquí para conmover al mundo.
Estoy aquí para vivir mi vida en condiciones que me hagan feliz.
Todos los demás son libres de hacer lo que quieran”

“Tú eliges la vida que quieres vivir,
pregúntate a menudo si estás viviendo la vida que quieres vivir”.

Es muy duro, pero es la realidad: cuando uno nace no le dan un libro de instrucciones de cómo funciona la vida,
y esto de vivir es complicado a veces”.

“La persona nace para vivir, no para prepararse para la vida”.

“Vivir es el único motivo de la vid”.

“El gran riesgo de la vida es la no vida”.



Este no es un capítulo para solamente leer y estudiar, ni para aprenderse de memoria todas las frases del inicio, ni para saber repetir una gran cantidad de citas célebres y de descubrimientos ajenos, sino para apreciar lo leído hasta ahora en carne propia, para hacerlo propio, para sentirlo con dolor o con gozo de un modo inapelable dentro de uno mismo. Para que pase a formar parte de uno mismo y no sólo de la mente.
No hay que sentirlo en la mente, sino en el corazón.


Lo único importante en la vida es la vida.
VIVIR.
Y tener la conciencia tranquila y satisfecha de haber vivido, de estar viviendo, y de seguir viviendo hasta el final y sin desmayo.
Todo lo demás, desde las personas muy queridas hasta los disgustos, son la salsa de nuestra vida. Por encima de todos ellos prevalece el Uno Mismo y su vida.
Y esto no es un acto de egoísmo, egolatría, egocentrismo o egoloquesea… sino el cumplimiento de la responsabilidad principal de cada uno.
No estamos en una única vida comunitaria (aunque jamás hemos de dejar de reconocer que somos parte de la humanidad) sino en vidas individuales, personalizadas, y cada uno es el que debe mandar en la suya y es el responsable único y total.
Vivir no es tarea del destino ni algo que se va haciendo ello solo.
Esto es lo que suele pasar, pero no es lo correcto.
Muchas veces uno se queda como mero espectador de algo que parece que no va directamente con uno mismo y, además, teniendo la sensación de ser víctima de la vida, en vez de tomar las riendas y convertirla en una maravilla.
Uno ve pasar los acontecimientos, los lleva o mal lleva como puede, se lamenta de la mala suerte, acusa a otro u otros de sus calamidades… y se queda quieto.
En cambio, uno debería tomar el mando, tomar decisiones, romper o crear, zanjar o disponer… o sea, gobernar con mano firme y amorosa.
Siendo absolutamente consciente de ello.
Y no dejar pasar ni un minuto más sin resolverlo.
Mientras no se haga se está perdiendo irremediablemente la vida y casi nada es más imperdonable, por lo que ya sabemos de la irrepetibilidad e irrecuperabilidad de la vida.
Una vida.
Sólo una vida.
Únicamente una vida.
Ésta.
La que estás viviendo ahora.
¡Perder la vida sin vivirla sí que es un drama!


VISTO DE OTRO MODO

Vivir, sin consciencia y sin responsabilidad, no es vivir sino ser vivido. Es derrochar el tiempo, pero no es vivir.
Y vivir debiera ser SIEMPRE VIVIR, siempre con mayúsculas, porque vivir es un acto mayúsculo.
Vivir no es sólo rellenar el espacio de tiempo entre el nacimiento y la muerte, sino lo que hacemos con ese espacio o en ese espacio. No es consumir los días, no es matar el tiempo, no es llegar a viejo del mejor modo posible y con la economía resuelta, no es nada de lo que aparente ser solamente una explicación o una justificación: VIVIR es, simplemente, VIVIR.
Vivir requiere, sobre todo, consciencia. Detenerse a menudo, de un modo voluntario, para averiguar cuál es el significado de nuestra vida, cuál es su valor, y comprobar si le estamos dando el sentido que queremos.
Comprobar si sólo estamos prestando atención y empeño a que disfruten nuestros sentidos (que es realmente importante, pero no exclusivo), si le estamos prestando la atención que requiere nuestra vida espiritual (que existe, aunque la desconozcamos o la tengamos desatendida), si estamos solamente llenos de las ambiciones materiales y no de las transpersonales, si tenemos atendidos los compromisos que hemos adquirido con nuestros familiares, si estamos cumpliendo con nuestras metas y objetivos, si nos prestamos atención, etc.
Si no lo hacemos así, ya se encargará la vida de proveernos una crisis seria o una situación desagradable que nos haga parar para tomar conciencia.

La vida está compuesta por momentos irrepetibles. Los momentos que la componen huyen uno tras otro, continuamente, y sólo en contadas ocasiones nos permitimos vivirlos con total intensidad.
Hay que quedarse con el lote completo que es la vida, que te presta momentos de amplias miras y placeres y con la misma generosidad intercala tragos duros, ingratos; piedras grandes que no hay magia que convierta en granitos de azúcar y que, tal como fueron creadas, con sus aristas, tienes que tragártelas aplastando en tu interior cuanto encuentran a su paso. Sólo el estar abierto a la vida permite triturar esas piedras o, por lo menos, limarlas.


La gran cuestión es… ¿vivir o VIVIR?
Con minúsculas, es consumir el tiempo que hay entre el nacimiento y la muerte.
Con mayúsculas, es ser consciente de estar vivo, conocer cuál es el motivo y el sentido de la propia vida, conocerla y experimentarla con total intensidad, mirar hacia dentro, rezar, reír y llorar de felicidad, creer en ti…
Hay una clara diferencia que nos decanta a elegir VIVIR.


POR SI NO LO SABES

La única forma de prevenir y evitar una de las partes dramáticas de la vejez –ese Tiempo de los Arrepentimientos- es tener la conciencia tranquila de haber sido consciente de la propia vida y haber disfrutado lo posible.
A fin de cuentas, ya sabemos que es un regalo con fecha de caducidad que hay que aprovechar antes de que deje de sernos útil.
La vida nos propone “lo efímero”, lo “sin tiempo”; nada dura más de una milésima de segundo, pero no aprendemos a disfrutar esa brevedad pensando que se va a repetir una y otra vez hasta un infinito lejano.
Es conveniente utilizar los sentidos mucho más a menudo, con verdadera y provechosa atención: son los materiales para el placer con los que la vida nos ha obsequiado. Es mejor que haya menos pseudo-placeres de los que distraen y atontan, menos rutina y desatención en los actos, y más recrearse en el tacto de las personas y las cosas, en el oído de las delicadas músicas y sonidos, en el gusto de las cosas que ingerimos, en el olor de un ser querido o de un campo, y en la vista espléndida de cualquier cosa y de todas las bellezas.


REFLEXIONES

Algunas conversaciones acaban desembocando en una pregunta con aires esotéricos y metafísicos: ¿hay vida después de la muerte?
En los años sesenta aparecieron una grafitis con una pregunta mejor formulada: ¿HAY VIDA ANTES DE LA MUERTE?
Eso es lo que debe ocuparnos.
El que haya o no haya vida después, no es tan importante como el que la haya antes.
Hay mil teorías y promesas de vida después de la muerte, pero no son demostrables y, en el caso de que la hubiera sería en otro plano que no tiene que ver con este actual, con lo que las preocupaciones y los intereses actuales ya no serían importantes.
En cambio, que llenemos nuestra vida de vida sí que lo es.
Es vital, aunque parezca un mal juego de palabras.
La Vida sólo debiera estar llena de vida, y no de otras cosas que la menosprecian, la malgastan, la infravaloran, la desprestigian.

La Vida es lo más grande que nos pasa en nuestra vida, pero la vemos tan “normal”, tan “cotidiana” -porque suponemos que hay un mañana, y otro mañana, como si fueran infinitos-, que no la respetamos y valoramos.
La vida es nuestra responsabilidad y esto deberíamos tomarlo muy en serio.


DESDE UN PUNTO DE VISTA MÁS ESPIRITUAL

Hay vidas que se sufren, vidas que se pasan sin pena ni gloria y vidas que se viven. Si uno se resigna a quedarse con la primera o la segunda, no puede optar a la tercera.
Si la vida es una dádiva divina, sólo por respeto ante el dador, y por responsabilidad propia, tenemos la obligación de seleccionar la libertad y delicia que producen escoger la tercera opción: la del cumplimiento del compromiso con el Ser Superior Creador y con nuestro Ser Interior.
Aquí venimos a vivir y no a otra cosa. O sea que malvivir, derrochar el tiempo de la vida, pasar por ella sin gozarla quedándose empantanado en problemas ilusorios, e incluso en los reales, es faltar al principio elemental que conlleva la vida que se nos otorga.
No venimos aquí para hacer de la distracción una forma de vivir o del sufrimiento el objetivo prioritario.
Tenemos el compromiso, para con nosotros mismos y para con el resto de humanidad, de colaborar con nuestra actitud en hacer un mundo mejor en el que habitar, y ayudar a evolucionar el conjunto de los seres humanos.
Una actitud negativa siempre es contagiosa.
El optimismo, la vitalidad, la sonrisa, la esperanza, y hasta la fe, también son contagiosas. Y más agradables.
Contagiémonos nosotros y contagiemos al mundo.


TRABAJA TÚ

No te quejes de que la vida no te da cosas buenas sin antes preguntarte:
¿por qué tiene que dármelas? o ¿qué le doy yo a cambio?


Francisco de Sales


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