CERCA DE LA LOCURA, MÁS CERCA DEL MISTERIO.
El otro día, encontré una bolsa de basura negra en un rincón polvoriento de nuestro garaje. El pijama de papá estaba adentro. Debo haberlos traído de la casa de cuidados el día después de su fallecimiento y olvidarme de ellos.
Me hizo pensar en la muerte y en cómo, en nuestra búsqueda de lo positivo, podemos empujarla a los rincones polvorientos. Al acecho en las sombras de la psique, encogido en los reinos olvidados y abandonados, descuidado y hambriento de atención y comprensión, la muerte permanece oculta. Nos abrimos paso por nuestras vidas ordinarias sin saberlo, nos perdemos en nuestras rutinas diarias, seguimos corriendo y esforzándonos y olvidando la fragilidad y la contingencia de nuestra existencia, y lo poco que sabemos sobre lo que vendrá después, y cuánto de la vida está fuera de nuestras manos. . Ciega al puro milagro de que exista. Respirar. Para mover. Sentir. Desear y doler y necesitar y buscar. Seguimos corriendo
Antes de la crisis actual, la muerte estaba cerca. Después de esta crisis, la muerte también estará cerca. Quizás aún más cerca. La muerte siempre ha estado cerca de nuestra existencia, cerca de nuestra respiración y nuestros huesos, y a veces recordamos esto. Puede llevar estas perturbaciones externas al sistema para hacernos recordar. La enfermedad, la guerra, la hambruna, los desastres naturales o provocados por el hombre pueden hacernos retroceder pateando y gritando a la conciencia de la muerte, esa cosa oscura que retumba debajo de nuestros días, ese "gusano en el centro", como lo expresó William James. La pérdida, la devastación, el cambio profundo nos llegan a todos, tarde o temprano y quizás más temprano que tarde, y ninguno de nosotros está totalmente preparado o totalmente protegido, ni siquiera por un momento.
Ninguno de nosotros es inmune a la pérdida, a la angustia, a la destrucción de las formas mundanas, tal como lo entendió el Buda y lo dilucidaron tan bellamente.
La forma misma es inherentemente impermanente, contingente, frágil, temporal, siempre propensa a la destrucción y en un estado constante de flujo y crisis. Todas las formas viven en el borde. Lo que tenemos lo podemos perder en cualquier momento. Una relación. Un trabajo. Un plan. Un sueño. Nuestra salud. Nuestro dinero. Nuestro estado en el mundo. Incluso nuestros "yoes" más profundos, los pensamientos, las imágenes y los sentimientos que flotan de un momento a otro, las historias que nos contamos sobre nosotros mismos, son completamente frágiles, transparentes e ilusorios por naturaleza y propensos a la destrucción. Sí, la muerte infunde vida, satura cada poro y grieta y cada momento, y esta es la verdad última de nuestra existencia, no importa cuánto deseamos alejarnos de este hecho, llámelo "negativo", adormermecido con placeres fáciles. y conveniencias, sofocándolo con la fantasía de Nueva Era y las ilusiones, e hipnotizarnos con "positividad" y "alta vibra".
Todos los días son días de crisis. Todos los días se mantiene la muerte cerca.
Sé a ciencia cierta que este día podría ser el último. Sé con certeza que cada momento con un amigo, un compañero, un miembro de la familia, un extraño, mi precioso cuerpo, mente y ser, podría ser el momento final de todos. No puedo mentirme a mí mismo, porque sería mentiroso y víctima de las mentiras, y no quisiera partirme en dos.
La muerte viene a ti y a todos los que amas y, en última instancia, no hay nada que puedas hacer al respecto. Nada. ¿Esto te deprime? ¿Te molesta? Lo siento. Pero tal vez la verdad tiene la intención de sorprendernos de la complacencia y la mentira, como dijo el gran dramaturgo Tennessee Williams. Tal vez nos hemos vuelto tan insensibles a la verdad que la verdad ahora nos sorprende.
Sumérgete en tu exquisita depresión, desolación, vacío y esa terrible sensación de falta de control. Deja que tu corazón se rompa un millón de veces ante el verdadero conocimiento de las cosas, deja que el sufrimiento lo toque de la manera en que el Buda dejó que el sufrimiento lo tocara, deja que la verdad lo abra y lo vuelva completo como lo hizo Jesús, como lo hizo la Madre María. Respira tu ansiedad de muerte, vive en el corazón de cada ser humano y, de todos modos, no es realmente suyo para entenderlo o incluso soportarlo. Es soportable y tolerable un momento a la vez. Deja que sus olas, contracciones y anhelos oscuros te atraviesen en un ritual de limpieza. Sí, dejas que la muerte te limpie, dejas que destruya lo falso y lo atado al miedo en ti.
No puedes aferrarte a un mundo, pero un mundo está aquí ante tus propios ojos y esta es la desconcertante paradoja y misterio de la creación y no hay escapatoria sino a través de la desesperación misma. A través del portal oscuro de la desesperación y a través de la noche oscura y en el corazón de Dios. A través de la tierra de nadie y de vuelta a casa. Para Mordor y de regreso a la Comarca, sin cambios pero cambiado para siempre. El Big Bang y el fin de los mundos, todo en un abrir y cerrar de ojos.
Mi Padre se fue. Y mi Madre también lo hará. Quizás ella ya lo haya hecho. Todos tus seres queridos y todos los que te apoyan y todos los que te aburren sin sentido y todos los que te enojan y te dan ganas de gritar. Todos están perdidos en el tiempo. Y tu propio cuerpo no se salva. Se descompondrá, ya se está pudriendo. La sangre, el pus, el vómito y la mierda también son parte de ti. La mucosidad, la saliva y todos los fluidos sagrados que gotean, fluyen y gotean, no podrás escapar de ellos. No importa cuánto lo intentemos, no podemos trascender los fluidos sagrados, la sangre y la podredumbre. Dios sabe por cuánto tiempo más latirá el corazón o la respiración subirá y bajará. Dios sabe. Solo Dios. Solo vida.
Y si esta conversación sobre el cuerpo y su mortalidad lo perturba, tal vez te moleste hoy, porque hay medicina para ese trastorno, si tiene el coraje de quedarse con él y respirar. Ahora no es un momento de tópicos, palabras reconfortantes y respuestas fáciles de digerir (¡como si alguien tuviera las respuestas!), Sino una verdad radical. Solo la verdad sanará. Solo la verdad nos llevará a la cordura, al amor, al perdón y a la conexión. Entra en esa repulsión dentro de ti, ese miedo, ese extraño disgusto por la muerte. Entra en tu ansiedad. Descubre lo que está en el corazón de todo. Protesta por la injusticia de la pérdida. Rabia a los cielos. Grita en tu almohada sobre la incontrolabilidad de las cosas. Llora hasta que no puedas llorar más y llora un poco más y deja que las lágrimas finalmente te calmen y te sanen. Deja que fluyan todos esos hermosos sentimientos y fluidos. Te hará sentir bien. Deja tu personalidad "civilizada". Deja tu necesidad de saber. Sé un desastre hoy.
No creo en una vida futura, en otro lugar, en reinos superiores o en la reencarnación. Todas las proyecciones de la mente fueron destruidas hace años. Este es el maldito lugar. Este es el reino celestial, la última encarnación, el milagro imposible. Este es Moisés encontrando la zarza ardiente. Este es Jesús entendiendo todas las cosas cuando las uñas perforaron su carne. Este es el lugar donde podemos tocar y ser tocados a cambio. Esto es samsara como Nirvana. Este es el lugar donde nos despertamos mágicamente cada mañana, donde nos despertamos y nos levantamos de la cama e inhalamos el aire fresco de la mañana y hacemos las cosas que debemos hacer hoy, sin saber realmente lo que está por venir.
Al ver una nube, ¿sollozas como un bebé? Al escuchar a un pájaro cantando su canto de la tarde, o al ver un caracol, o las mareas entrando y saliendo, o al escuchar tu propia respiración entrando y saliendo, ¿te quedas sin palabras? Al mirar a este mundo, con todo su dolor, angustia y alegría, ¿te trae la tierra, como Paul en el camino a Damasco?
¿Una brizna de hierba te reduce a un naufragio? ¿Vives cerca de la vida, cerca de la locura, cerca del misterio?
¿Le dirás adiós a tus seres queridos hoy, les dirás cuánto los has amado, les dirás las cosas que hicieron o dijeron que estás agradecido, les dirás las cosas que ocultaste por vergüenza o miedo, o porque querías ¿tener razón?
Padre, gracias por mostrarme cómo morir. Roto por el mundo, exhausto hasta la médula, pero en paz, finalmente ahí estabas. Trataré tu ropa de noche como reliquias sagradas. Y viviré ahora. Brillaré mi luz más intensamente, entregaré todo a la causa. Seguiré adelante, la muerte a mi lado, la impermanencia como un querido amigo y compañero de confianza. Y forjaré mi propio camino original en este mundo increíblemente hermoso hasta mi inevitable final.
Hasta entonces. Hola vida.
- Jeff Foster-
Índice 
Publicaciones 
Lun 11 Mayo 2020, 10:16 am