EL DESTINO Y EL LIBRE ALBEDRÍO
En mi opinión, las cosas que no se pueden explicar científicamente, las que no son demostrables de algún modo irrefutable, se quedan en la libre aceptación o creencia personal de cada uno, y nunca sabremos si son ciertas o son sólo suposiciones, si hay algo de verdad en ello o si lo creemos sólo porque nos interesa.
El diccionario dice que se llama Libre Albedrío al poder de obrar de acuerdo con la reflexión y la elección propias. O sea, hacer uno lo que decide hacer por su propia voluntad. Pero, en la práctica real, también puede ser “CREER que uno está haciendo lo que CREE haber decidido hacer”.
La idea más atractiva que he encontrado hasta ahora es la que dice que “el libre albedrío es hacer lo que tienes que hacer creyendo que estás haciendo lo que quieres hacer”. Pero aún no lo tengo claro del todo.
En muchas ocasiones descansamos el resultado de nuestras acciones o inacciones en la confianza -o el autoengaño- de que “todo está escrito”, o que “no se puede luchar contra el destino”, y con esto nos conformamos o consolamos. En el día que escribo esto TENGO SERIAS DUDAS de si existe o no eso que denominamos “libre albedrío” porque TAMBIÉN DUDO de que exista algo que sea “el destino”, así que este artículo no pretende aclararte algo y además te puede plantear más dudas de las que tienes. Decide si te quedas como estás ahora o si quieres seguir leyendo.
NO ESTOY SEGURO de que haya un destino determinista del que uno no pueda escapar ni poniendo toda su voluntad. Sí creo que hay una propuesta de algo que podemos llamar destino o plan o proyecto o guión. No estoy seguro de nada que no pueda verificar con certeza o que no me llegue desde el corazón de un modo convincente, en cuyo caso eso se llamaría fe y tampoco sería seguro.
Para mí, esto es un asunto de fe. O lo crees o no lo crees. No hay forma de convencer a un incrédulo obstinado con unos argumentos que sean indiscutibles ni tampoco hay unas razones firmes que no puedan ser desmontadas aplicando el escepticismo.
Si existe el destino irremediable pero no existiera el libre albedrío podríamos parecer piezas sin voluntad en un plan de alguien o de algo (y que cada uno ponga a esto el nombre que quiera) y no tendría ninguna gracia porque no tendríamos libertad.
Si las experiencias que parecen ser inevitables realmente no las podemos evitar… tal vez sea porque forman parte ineludible de un Gran Plan en el que somos partícipes necesarios –aunque ahora no lo comprendamos-, o tal vez sea porque es algo que tenemos que experimentarlo para cumplir nuestro desarrollo personal o espiritual. Y esto vuelve a ser un asunto de fe o de creencias personales.
Para complicarlo más… cuando uno toma una decisión, ¿quién dice que es SU propia decisión?, ¿y si el destino tenía ya prevista y dispuesta esa decisión precisamente?
Si ahora parece que el destino ha previsto que leerás este artículo hasta el final pero dejas de leerlo para escapar a esa previsión “del destino”, ¿quién puede afirmar o negar que precisamente que lo dejaras ahora es lo que el destino tenía previsto y no es que hayas aplicado tu libre albedrío?
¿Alguien pone en nuestra vida ciertas experiencias que no nos resultan agradables pero que nos acabarán sirviendo para algo?, ¿realmente todas son necesarias?, ¿tenemos que aplicar el libre albedrío –si es que existe- y escaparnos o tenemos que aceptar lo desagradable que nos suceda sin oponernos porque nos serán útiles?, ¿y no estaremos haciendo mal al aplicar el libre albedrío ante algo que es necesario experimentar para aprender o evolucionar?, ¿todo lo que nos pasa forma parte de un Plan Divino o evolutivo o solamente somos hormigas pretenciosas que nos creemos especiales y nos inventamos esa trascendencia?, ¿todo esto tan elevado que creemos que existe –o que realmente existe- no será solamente un invento para justificar que al morir se acaba todo?
Me gusta replantearme mis propias creencias –o las que creo que son mías- porque tal vez vayamos cada uno por nuestro lado –mis ideas y yo-, o porque han podido caducar y las sigo aplicando, y para saber lo que pienso o lo que sé tengo que cosificarlo escribiéndolo y es lo que estoy haciendo ahora.
¿Existe el destino?, ¿existe el libre albedrío?, ¿o acaso eso que nos hacen creer que es como un poder especial no pasa de ser algo común?, ¿porqué lo llamamos con ese nombre cuando lo utilizamos en situaciones especiales con apariencia de trascendentales?, ¿por qué lo rodeamos de ese halo de esoterismo?, ¿por qué es un asunto que tratamos como algo trascendental y grandioso? Y si la elección que hagamos está relacionado con algo simple como decidir qué comemos hoy ¿porqué a eso no lo llamamos libre albedrío?
En este tema caben perfectamente el escepticismo y la exaltación. Cabe la duda, por ello puede ser despojado de esa predeterminación exaltada y casi mística que le adjudicamos. Cabe la indiferencia, por ello se le puede bajar del pedestal donde se mantiene quizás idealizado. Tal vez ni siquiera merezca todo este texto. Tal vez todo sea más simple y sencillo. O tal vez sea grandioso y con cada decisión estamos contribuyendo a algo tan grande que ni siquiera somos capaces de imaginar.
Ya te lo avisé: “este artículo no pretende aclararte algo y además te puede plantear más dudas de las que tienes.”
Es importante tener ideas propias y no creer en las cosas sólo porque otros las creen.
Decide por ti mismo y no te dejes influenciar por lo que digan los otros… ni por lo que he escrito yo.
Te dejo con tus reflexiones…
Francisco de Sales
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