A MI VIDA LE FALTA PASIÓN
En mi opinión, y es una opinión acerca de algo que conozco bien porque lo vivo continuamente y desde hace muchos años, a mi vida le falta pasión.
Le sobra costumbres y rutinas, le sobra inconsciencia y abandono, le sobra pereza y desamor, pero le falta ese ingrediente que aporta la magia y convierte lo rutinario en especial, que pone una sonrisa de satisfacción en la boca y en el alma.
Sin darme cuenta se me ha ido instalando una leve apatía que ocupa gran parte de mi tiempo y que ha ido desanimando a la ilusión.
Ese apasionamiento que antes era espontáneo y continuo se ha ido desencantando –y no sé el motivo real pero creo que es la suma de muchas decepciones y desilusiones-, y en su lugar ha dejado una desgana indolente nada agradable de llevar.
Me veo y me siento serio y melancólico la mayoría del tiempo. Es raro que algo despierte un movimiento apenas apreciable en mis labios aparentando ser el conato de una sonrisa pero sin llegar a serlo.
Es como si me hubiese hecho mayor pero no de edad solamente, sino de ganas de vivir. Hace tiempo que las cosas no me ilusionan como lo hacían antes. Y no estoy en una depresión ni nada que se le parezca. Es desgana, es desilusión, es desencanto, no sé qué es.
Reflexiono. Por supuesto. Esto requiere una reflexión profunda porque la opción de quedarme quieto, rendido, apagado, no está en mis planes y soy consciente de que es mi responsabilidad y mi obligación seguir adelante y seguir del mejor modo posible y con mejor ánimo.
Así que…me pongo a buscar alicientes, motivaciones, cosas que aviven mis ánimos y espabilen mis ganas, porque la rendición y esta indolencia funesta no las quiero para mí.
Revuelvo mi infancia, reviso mi juventud, repaso mi pasado y busco aquello que antes me hacía feliz, me motivaba, y lo voy anotando en un folio para que no se me olvide. Miro, con mirada nueva y abierta, esas cosas que alguna vez pensé fugazmente que me gustaría hacer y aquellas otras a las que renuncié sin haberlas intentando, y valoro generosamente la posibilidad de hacerlas realidad en este momento.
Me doy cuenta de que sólo yo me puedo entusiasmar, que en mi mente y en mi vida mando yo, que soy yo el que decide ponerme en marcha, que soy yo el que decide hacer las cosas o llevarme a los sitios, y esto cala muy profundo en mí -parece como si lo hubiera olvidado- y redescubrirlo ya me empieza a emocionar.
¡Cómo he podido ser tan irresponsable!, ¡cómo me he podido abandonar tanto!, ¡cómo he olvidado que mi vida depende de mí y no de los otros ni exclusivamente de las circunstancias!
Estoy a tiempo de reconducir todo esto, de poner orden y añadir propósitos interesantes a mi vida, de encender las luces y poner música, plantar esperanza en mi corazón y ponerme la sonrisa por la mañana y dejarla todo el día. Yo decido. Yo tomo el mando. Yo pongo pasión a mi vida.
A mi vida LE FALTABA pasión. Desde ahora no.
Te invito a que pongas pasión en tu vida, a que pongas VIDA en tu vida.
Te dejo con tus reflexiones…
Francisco de Sales
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