EL PRECIO DE LAS COSAS
En mi opinión, siempre queremos cosas pero no siempre queremos pagar el precio que cuestan esas cosas.
No me refiero a cosas que se pueden comprar, que están al sencillo alcance del dinero y de cualquiera, sino cosas que se pueden alcanzar previo esfuerzo o sacrificio.
“Lo que determinará el curso de tu existencia más que cualquier otra cosa es si estás o no dispuesto a soportar la incomodidad que es necesaria para alcanzar algo”. Gran frase.
Generalmente lograr o conseguir algo requiere un esfuerzo previo. Raramente aparece un milagro en forma de regalo, y aprender a leer, a conducir, la profesión o el oficio actual, nos ha requerido un esfuerzo, una dedicación, alguna incomodidad… que posteriormente se ha visto recompensada con un resultado. Ahora, gracias a aquel esfuerzo, puedes leer, conducir, trabajar…
Conseguir algo aporta un beneficio en forma de satisfacción, de honroso orgullo, que alimentará la autoestima y mejorará el autoconcepto personal. Aportará una sonrisa interna placentera.
Aquello que algunos llaman “buena suerte” casi siempre es el resultado de un esfuerzo previo. O sea, todo tiene un precio no dinerario.
Los cambios y el mejoramiento en el Desarrollo Personal también requieren un esfuerzo. No conozco alguna persona que avance sin esfuerzo, sin remover cosas dolorosas, sin enfrentarse a aspectos suyos desagradables, sin pasar alguna pequeña o gran crisis.
Sí conozco a muchas personas cuya intención de Mejoramiento ha desparecido en el primer encontronazo con una situación que les ha revuelto porque les ha sacado de su peligrosa zona de confort –nada confortable, por cierto-, y que han encontrado en sus propias quejas infantiles una justificación más que suficiente para abandonar el Camino.
Y es una lástima. Este Camino requiere más de un sacrificio, más de una muerte a una forma de ser o pensar o actuar para poner en su lugar otra cosa más evolucionada, más de un estremecimiento, más de una lágrima, más de una decepción al encontrarse cara a cara con facetas escondidas y negadas de uno mismo.
Requiere seguir a pesar de todo, o más bien, precisamente a pesar de todo. Porque la rendición no está permitida para quien realmente está interesado en su Mejoramiento o su Desarrollo. Está permitido el descanso para la reflexión, para que lo que se ha revuelto se aposente un poco, la parada para tomar aire y bríos nuevos, pero no está permitido salir corriendo al primer contratiempo.
Y no está permitido el gigantesco auto-engaño de confundir un pequeño alivio con una solución. El auto-engaño está rotundamente prohibido.
A cambio de esto que parece tan incómodo y feo, aparece un resultado positivo. Sólo tras este esfuerzo, tras días de altibajos y ganas de rendirse -pero sin rendirse-, en algún momento uno siente su primera satisfacción, el primer descubrimiento de que algo ha cambiado, un cierto bienestar consigo mismo, y el entusiasmo de querer seguir porque se empiezan a ver unos resultados que son muy gustosos.
Por todo lo expuesto queda claro que… cualquier incomodidad necesaria que uno pase y soporte, si persiste sin rendirse teniendo puesta la mirada en el resultado final, compensará grandemente y para el resto de la vida.
Hay que remontar cualquier desánimo. Hay que superar lo baches y las tentaciones de rendirse y mandarlo todo a la mierda. Hay que levantarse una vez y otra vez y otra vez. Hay que volver a ponerse la sonrisa y reparar el alma y ponerse en marcha de nuevo.
No te rindas. Nunca.
Te dejo con tus reflexiones…
Francisco de Sales
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