AMARÁS AL PRÓJIMO COMO A TI MISMO
(Considero necesario aclarar que este artículo no quiere tener nada que ver con la religión. Se trata solamente de una frase muy interesante).
En mi opinión, esta conocida frase tiene más de una lectura e interpretación.
Cuando los curas me explicaron la frase ni siquiera pasaron de la primera parte, se quedaron en lo de “amarás al prójimo”. Se quedaron en eso y en “amarás a Dios sobre todas las cosas”. No llegaron a la parte de “como a ti mismo” porque, tal como me lo contaron, eso se llamaba egoísmo, o egocentrismo, o egolatría, y uno no tenía que dedicar atención a quererse a uno mismo. Eso quedaba relegado.
Y lo cumplí en la medida de lo posible, porque me considero, por naturaleza, lo que se entiende como bueno, pero en aquella parte de mi vida, en la infancia y principios de la juventud, se me hacía raro –más bien imposible- amar a alguien a quien no conocía o que no me había dado motivos suficientes como para amarle. Al margen de que eso de “amar” yo lo tenía reservado –dada mi ignorancia de entonces- sólo para las parejas de novios y los matrimonios.
Más adelante encontré otra interpretación para la frase, y eso lo marcó haber prestado atención a la palabra “como”. “Como”, o sea, del mismo modo o manera, en la misma cantidad, de modo que sea igual, ni más ni menos. Eso quería decir que había que amar lo mismo a ellos que a uno mismo. Una nueva visión que me tranquilizaba: me puedo amar a mí mismo.
El descubrimiento de esa forma de interpretarlo me permitió ir un poco más allá en mis pensamientos. Si me amo poco… eso quiere decir que también amaré poco a los otros –tan poco como a mí mismo-, y no es un juego de palabras, es la realidad matemática.
Llegué más allá aún: me tenía que amar mucho a mí mismo para poder entregar esa misma cantidad de tanto amor. Y me quedé tranquilo y emocionado con el descubrimiento. Tenía poco más de 14 años y me pareció suficiente haber llegado hasta ahí.
Más adelante me encontró una frase de Antonio Gala, en un momento de apertura, que me lo aclaró todo: “La única manera de amar al prójimo como a uno mismo es caer en la cuenta de que el prójimo es uno mismo”. Rotundo. Genial. Inmejorable.
Vivir el amor, o vivir en el amor, hace que uno sienta de un modo claro que dar amor es la alternativa más apropiada y que, además, es lo natural, ya que sale sin forzarlo ni forzarse. En eso estoy en este momento, y muy centrado también en el Amor Propio. El Amor Propio es el amor que alguien se profesa a sí mismo.
Amarse a sí mismo es apropiado, necesario, beneficioso, recomendable. Uno llega al mundo con la obligación de pasarse toda la vida consigo mismo, así que es conveniente que esa relación sea óptima, agradable, amorosa. Lo mejor de lo mejor. Y quien se acostumbra a amarse, a vivir el mundo del amor con naturalidad y consciencia, emana amor y ama al prójimo.
Y si aún no lo haces, préstale atención. Pregúntate seriamente porqué. Revisa tu autoestima. Y si tienes impedimentos morales, religiosos o educativos, tal vez tengas que deshacerte de ellos. Parece que ya no son útiles ni necesarios.
Amarte a ti mismo no es egoísmo, sino justicia. Y hacerlo te llevará, sin duda, a amar al prójimo. Como a ti mismo.
Te dejo con tus reflexiones…
Francisco de Sales
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