NO TODAS LAS ZONAS DE CONFORT SON CONFORTABLES
En mi opinión, la tendencia natural de evitar todo tipo de conflictos y situaciones desagradables, nos lleva a instalarnos en eso que se denomina “Zona de confort”, que no es más que aquella “zona” en la que nos movemos con más o menos experiencia, más o menos libremente, y en la que nos manejamos más o menos bien porque se nos hace conocida.
Estar en esa zona no nos garantiza éxitos ni una vida con tranquilidad, porque en muchas ocasiones simplemente es la zona menos mala de las que tenemos para escoger, o de las que somos capaces de ver, o es esa que encaja en el refrán de “más vale malo conocido…”
Es también el sitio de “la misma rutina de siempre”, donde “lo malo” está más o menos controlado y podemos con ello, más que nada por la costumbre, pero no es el sitio más agradable al que podemos aspirar.
Creemos no tener riesgos excesivos mientras estamos en ella, pero nos equivocamos porque nos engañamos. Parece que ahí se controlan el miedo y la ansiedad, como si el hecho rutinario de poner el piloto automático nos evitara sufrimientos, pero no es cierto porque la ansiedad simplemente se neutraliza y se acomoda. Esa relativa ausencia de emociones negativas –que es producto de la inactividad y la falta de toma de decisiones y soluciones- nos engaña y reconforta –falsamente-, y nos impone quedarnos en lo menos malo de lo que conocemos.
Por eso en numerosas ocasiones las zonas de confort no son confortables, y es necesario salir de ellas y explorar nuevas ubicaciones, que son nuevas posibilidades de mejorar.
La naturaleza del Ser Humano empuja a explorar y desarrollarse.
La forma de evolucionar es no rendirse.
El deseo de mejorar ha de estar siempre vigente y activo.
Quien se estanca no avanza.
La invitación que nos hace la vida es que nos deshagamos de las cosas desagradables, que nos esforcemos por todo aquello que nos puede llevar a la felicidad, que probemos nuevas formas para mejorar lo mejorable.
Rendirse, nunca.
La rendición es la muerte.
La zona de confort no ha de ser la zona de los cobardes y rendidos, sino que ha de ser la zona del descanso de quien antes ha sido guerrero, o ha sido buscador de sí mismo, o ha hecho la muy noble de tarea de realizarse como persona.
Y mientras no llegue el momento en que uno pueda mirarse en el espejo y ver cómo una sonrisa verdadera emerge de sus labios, y cómo los ojos que se reflejan son puros porque tienen la conciencia en paz y saben quién es ese que les devuelve la mirada, hasta ese momento no ha de haber una zona de confort que sea realmente una cárcel ni un refugio en el que esconderse para no seguir avanzando.
Uno ha de perseverar en crearse una zona de confort que tenga un concepto distinto del habitual y que sea brillante: que sea un Paraíso en la Tierra, el lugar del Descanso del Guerrero, el Cielo, o el Regazo donde mora la Paz.
Hasta que el bienestar que aporta el Desarrollo Personal se logre, mejor evitar los autoengaños, mejor seguir buscándose de verdad.
Mejor ser valiente, aunque con ello se consiga alguna herida, antes que estancarse en una Zona de Confort que no es nada confortable.
Te dejo con tus reflexiones…
Francisco de Sales