LA VIDA NO TIENE SENTIDO
En mi opinión, la vida, por sí misma, no tiene un sentido salvo el de caminar imparable e inevitablemente hacia la muerte.
Cualquier otro sentido que se desee para la vida -para ese espacio que abarca desde el nacimiento hasta la muerte-, lo tiene que aportar uno mismo. Cada uno mismo.
Si la vida –como naturaleza o cosa general, sin personalizarla en cada uno- tuviera un sentido, sería el mismo sentido para todos, y eso haría innecesaria la búsqueda en la que nos embarcamos para –de un modo consciente o inconscientemente- darle sentido. Sentido, en cuanto razón de ser o finalidad.
Es evidente que cada uno, con su voluntad o su desatención, va tomando una dirección que difiere en todos los casos, puesto que cada uno lleva en su mochila los inconvenientes que ha decidido o que otros le han procurado o, por el contrario, hace que sea liviana y cómoda, pero cada uno lleva un ritmo distinto y hasta una dirección distinta –a veces, incluso a contracorriente, en una trayectoria opuesta-, y cada uno tiene unos intereses distintos, y hasta una forma distinta de ver o sentir ese camino.
Así que cada uno ha de ocuparse de la mochila y de la dirección, y esto es muy conveniente porque si no se hace bien es muy posible que uno vaya arrastrando cosas innecesarias –que son muy pesadas y se convierten en un incómodo obstáculo- y que, además, vaya por un camino distinto del que en realidad le gustaría hacer.
Esto requiere mucha atención y mucha responsabilidad, y ambas son necesarias para poder tomar la dirección adecuada del modo adecuado y dotar a la vida del sentido que queremos que tenga.
Hacerlo así nos aportará, además de felicidad, la sensación de estar haciendo lo correcto y de estar en el sitio adecuado, la satisfacción de ser conscientes de nuestra vida y de ser sus gobernantes y no sus sufrientes, además del impagable sentimiento de estar en paz y armonía, y el estremecimiento sensacional del deber cumplido y las cosas bien hechas.
Es uno mismo, y no el destino, ni siquiera el azar, quien tiene que tomar tan difícil –a veces- y maravillosa decisión: la de encauzarse, la de dotar a su vida de lo que uno quiere que tenga su vida.
¿Qué es lo que quiero para mi vida? Esta es la pregunta adecuada.
No se trata de ¿Qué es lo que tiene que tener una vida para que tenga sentido?, porque cada vida es distinta y cada sentido de la vida está absolutamente personalizado. Si uno vive las expectativas de los otros siempre le parecerá que está viviendo una vida ajena –y así es- y por lo tanto esa sensación de inquietud o insatisfacción o vacío o rabia que aporta la vida sin sentido se seguirá repitiendo.
Cada persona tiene un modo particular de enfocar o de entender algo, y para cada persona las satisfacciones y la plenitud vienen de un sitio distinto. Aunque todas las vidas acaben confluyendo en la muerte, el camino hasta llegar a ella ha de ser personalizado, cubriendo en la medida de lo viable las ilusiones sensatas que cada uno haya elaborado para su vida, y conteniendo todas las satisfacciones posibles y los ingredientes que le quiera añadir, habiendo respetado las normas que cada uno ha creado para obrar de acuerdo con su conciencia.
En mi opinión -la del día que escribo esto-, sigo pensando que lo que las personas buscamos es la paz. Sentirnos en paz con nosotros mismos. Aceptarnos desde la comprensión. Amarnos en la pequeñez y en la imperfección. O sea, VIVIR EN PAZ.
No hay una fórmula universal para “el sentido de la vida” que podamos aplicar todas las personas. Todos partimos, eso sí, de unos principios básicos que sería conveniente respetar, pero el resto ha de ser añadidura personal
A lo largo de lo escrito aparecen apuntadas algunas ideas esenciales, pero insisto en la necesidad de que sea cada uno, de acuerdo a sus circunstancias, quien lo decida, sin presiones externas y sin seguir ningún modelo estandarizado, y quien lo lleve a cabo.
Te garantizo que hacer esto será la mejor inversión de tu vida: Invertir en calidad de vida dotando a la vida del sentido deseado.
Es ponerle VIDA a la vida.
Te dejo con tus reflexiones…
Francisco de Sales
“Oír o leer sin reflexionar es una tarea inútil”. (Confucio)
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