INMERSA EN LA AÑORANZA

INMERSA EN LA AÑORANZA

Inmersa en la añoranza de evocarte,
cautiva de tu presencia en un recuerdo,
y agotada de tanto y tanto pensarte,
quise pedir un pozo negro y profundo
para perder,
de vista y de ausencia,
tu cara y todo tú.

Desesperada, desesperanzada, deshecha,
al borde de encontrar la vida en mi suicidio,
busqué un demonio negociante, no usurero,
a quien dar mi alma a cambio de tu cuerpo.

No acudió a mi pregón ningún diablo.
¿Tan poco valgo?
¡Tan poco valgo!
Un alma como la mía, torturada, sufrida,
siempre fue querida para uno de estos tratos.

¿Sería compasión del demonio no acudir a mi reclamo?
¿Sería que Dios le tapó los oídos y le distrajo?
¿O será que tu cuerpo vale mil vidas, mil almas?

Yo sólo sé que cada día estás más lejos,
que intento rememorarte y con ello muero,
que te amo con desesperación,
que cada día,
con cada respiración,
con cada sueño,
la distancia crece
y el infinito cada vez es más grande.

Francisco de Sales
(Más poesías en www.franciscodesales.es)