Diferentes en función del sexo, las hormonas sexuales entran "en ebullición" a partir de la adolescencia. Responsables de las funciones reproductoras, influyen con mayor o menor importancia en nuestra vida diaria.
Son las que diferencian un hombre de una mujer. Diferentes en función del sexo, las hormonas sexuales entran "en ebullición" a partir de la adolescencia. Responsables de las funciones reproductoras, influyen con mayor o menor importancia en nuestra vida diaria.
La hormona de la madurez
La secreción de las hormonas sexuales interviene en el momento de la adolescencia. Son producidas por los órganos sexuales y es el cerebro quien ordena su liberación en el organismo. Entonces, actúan como un mensajero encargado de transmitir las informaciones entre las células y regulan ciertas funciones. Responsables del desarrollo de los órganos reproductivos, también son el origen del desarrollo de los caracteres sexuales secundarios.
- En la mujer, los estrógenos y la progesterona son secretados por los ovarios. El aumento de su índice en la sangre comporta el desarrollo de la vellosidad (pubis, axilas...), el crecimiento de los pechos y el ensanchamiento de las caderas. También influyen en la construcción del esqueleto, en el desarrollo del sistema cardiovascular y en el tejido adiposo.
- En el hombre, hablamos de andrógenos (de los que la testosterona es el principal representante), y son producidos por los testículos. La testosterona hace crecer el vello, aumenta la masa muscular y el tamaño de los órganos sexuales, y hace cambiar la voz.
Estrógenos y progesterona, hormonas de la fecundidad
Las hormonas sexuales femeninas son secretadas por turnos, según un esquema que se repite cada 28 días. Por eso hablamos de ciclos. Los estrógenos se producen durante la primera mitad del ciclo: permiten que el óvulo madure hasta su expulsión, estimulan la producción de moco cervical y una ligera dilatación del cuello uterino, para facilitar el acceso a los espermatozoides. Después de la ovulación, es la progesterona la que toma el relevo. Prepara el útero para la implantación del óvulo fecundado, mantiene el cuello del útero cerrado y asegura el desarrollo de las glándulas mamarias (es, por lo tanto, responsable de las tensiones que se siente en el pecho antes de la regla). Si no se produce fecundación, su índice cae brutalmente y comporta la destrucción del encaje uterino: esto es la regla.
La testosterona, la hormona de la virilidad
A diferencia de las hormonas sexuales femeninas, la testosterona se produce de forma continua por los testículos. Es responsable de la aparición de los caracteres sexuales secundarios y regula las funciones reproductoras del hombre, asegurando la producción de espermatozoides. En la mujer, los ovarios también producen testosterona en pequeña cantidad. Por eso se produce la menopausia: cuando el índice de hormonas desciende de manera importante, no es lo suficientemente elevado como para contrarrestar los efectos de la testosterona, por lo que no resulta extraño una vellosidad más importante (a menudo en la mandíbula), y a veces una modificación de la voz hacia sonidos más graves. Pero la testosterona también es la hormona de la fuerza física. Llamada hormona esteroide, los deportistas la utilizan como dopaje para desarrollar su masa muscular.
Las hormonas químicas
Las hormonas sexuales son producidas por el cuerpo de forma natural. Pero puede ocurrir que su índice necesite una intervención exterior para regularlas de manera satisfactoria. Esto ocurre, por ejemplo, con la menopausia, en la que se utilizan hormonas químicas, o de síntesis, para mantener un índice ideal de estrógenos y de progesterona en la mujer. Modificar el índice de las hormonas sexuales en la sangre también permite influir en las funciones reproductoras. Es el modo de acción de numerosos anticonceptivos, particularmente la píldora. Así, se puede suspender la ovulación o incluso impedir el desarrollo de la mucosa uterina, por lo que ningún embrión podrá depositarse y desarrollarse correctamente.
Hormonas y humor
Cambios bruscos de humor, cansancio, ánimo cambiante... Todo esto se debe a las hormonas, y sobre todo a las hormonas femeninas: al secretar testosterona de manera constante, los hombres no sufren los cambios debidos a estas variaciones. Además de su papel en la reproducción, los estrógenos también participan en el desarrollo del sistema nervioso central. La alternación de picos y caídas brutales del índice de estas hormonas influye sobre la sensibilidad nerviosa. Además, la progesterona tiene un ligero efecto sedante, lo que puede comportar estados de depresión pasajera, especialmente antes o durante la menstruación.
Hormonas y líbido
Del mismo modo, las hormonas sexuales influyen en el deseo, y por lo tanto en la líbido. Y una vez más, son las mujeres las más afectadas por las fluctuaciones hormonales. Es más notable en la menopausia, ya que la disminución sensible del índice de hormonas sexuales también afecta psicológicamente a los órganos genitales. Así pues, a la bajada del deseo, también hay que añadir una desecación de la mucosa vaginal, así como una atrofia ligera de la vulva. Pero gracias a los tratamientos hormonales de sustitución, actualmente es posible reducir considerablemente estas molestias.