Hay muchas personas que quieren hacer cambios pero no saben hacia adónde, que no tienen idea de qué hacer. Esto es algo que puedo comprender porque me pasó durante bastante tiempo.
Como digo allí, nosotros tenemos todas las respuestas que necesitamos en nuestro interior, sólo que no nos han enseñado a escucharnos… ni tampoco mostramos mucho interés en aprenderlo. Es más fácil hacerle caso a las voces de la sociedad, de la publicidad, de la familia que atrevernos a seguir la nuestra.
El viernes, una mujer de 67 años, ama de casa, vino por primera vez al Consultorio. La excusa era unos dolores lumbares que le impedían hacer sus actividades. Comencé a hacerle notar cómo su cuerpo le expresaba su dolor y su enojo por las actitudes machistas de su esposo y el abuso de su hija de su “bondad” confrontadas con su deseo de salir al mundo. Comprendió perfectamente y elaboró por sí misma lo que le sucedía. Hicimos un poco de trabajo corporal y salió caminando derecha y sonriente. Me maravillan estos tiempos: tantas personas despertando sus potencialidades y buscando hacerlas realidad, sin importar la edad ni las condiciones intelectuales o sociales.
Hemos creído que seguir las directivas de las instituciones (familia, gobierno, iglesia, medios de comunicación, empresas, etc.) era más simple, cómodo y seguro. Es cierto. También, pueden transformarse en una prisión inaguantable. Creo que es lo que está sucediendo ahora. Se nos está pidiendo que nos soltemos de las manos infalibles de mamá y papá y crezcamos, por nuestro bien y el de los que nos siguen.
Ya no hay seguridades ni certezas y está bien. Jamás las hubo. Eran espejismos que nos mostraban los que deseaban controlarnos, haciéndonos creer que, si estábamos con ellos, nada nos pasaría. Cuesta, al principio, admitir que hemos sido usados y que nos gustaba. Pero, si deseamos vivir plena e íntegramente es necesario escuchar nuestra voz interna y respaldarla.
¿Miedos? ¿Dudas? ¡Por supuesto! ¿De qué nos aferraremos? De nada. ¿Pánico? No es para tanto. Justamente, el pánico es la consecuencia de querer que las cosas sean de una cierta forma y no de otra, de exigirse ser perfecto y previsible, adaptado y controlado. Como la sociedad ya no puede responder a esto y las instituciones se están cayendo, encontramos tantos ataques de pánico. El poder ya no está afuera, está adentro.
Conocerte, aceptarte, respetarte, amarte, empoderarte a ti mismo, hacer lo que te gusta es la respuesta. ¿No sabes lo que quieres? Pide a tu alma que te lo muestre. ¿Algunas claves? Es algo que te sale fácil, que te da entusiasmo… y miedo. ¿Podré ser capaz de hacerlo, de vivir de eso? ¡SÍ! Para eso viniste. ¿Por qué Dios no te daría los medios? ¿Crees en un Dios juzgador, castigador, implacable? Cambia tu cabeza y atiende a tu corazón. Dios está allí, para ti, llenándote de amor, abundancia y confianza.
Tu vida es un reflejo exacto de tus creencias. Cuando cambias tus creencias más profundas acerca del mundo, tu vida también cambia en consecuencia.
Tan pronto tomas la decisión de hacer algo, aparecen los medios para llevarlo a cabo. Puedes pensar que esos golpes de suerte son meras coincidencias, pero si observas con atención comprobarás que suceden con regularidad.
Actúa como si cada acontecimiento tuviera un propósito, y tu vida tendrá un propósito. Descubre por qué necesitabas salir venturoso de ciertas experiencias, y no las necesitarás otra vez. En última instancia, sólo puedes confiar en tu guía interior.
Dicho de otro modo, obedece a tu corazón.