Cada vez son más los estudios que parecen relacionar los ácidos grasos poliinsaturados (omega 3) con un efecto preventivo ante la aparición tanto de un Deterioro Cognitivo Leve como de una Demencia establecida tipo Alzheimer.
Todo comenzó hace unos años cuando, en un intento por comparar poblaciones del planeta respecto a la aparición de casos de enfermedad de Alzheimer entre sus habitantes, se vio que dos regiones sufrían menos en este sentido: la región mediterránea, fruto de las bondades de la dieta típica de esta zona; y por el otro, las islas de Japón.
Lo de la cuenca mediterránea ha sido ampliamente estudiado no solo en relación a los procesos degenerativos cerebrales, sino también debido a su efecto protector cardiovascular. Sin embargo, lo de Japón inicialmente sorprendía un poco más.
Pensando que la protección anti-Alzheimer pudiera deberse a los genes, se llevó a cabo un estudio que siguió a individuos nacidos en Japón, pero que vivían en distintos lugares del planeta. Y, por ejemplo, entre los japoneses que vivían en Estados Unidos se constató que el riesgo de enfermedad de Alzheimer aumentaba hasta niveles similares a los nativos americanos. De lo que se dedujo que el factor protector, en realidad, era la dieta o algún elemento de la misma.
Una dieta rica en ácidos grasos
La dieta japonesa se caracteriza esencialmente por la presencia de pescado azul en sus platos (en especial el atún, aunque también la caballa, entre otros). Y bien conocida es la alta proporción de ácidos grasos poliinsaturados (omega 3) en estos animales.
Ácidos grasos omega-3 y su relación con la función cerebral
Tres son los ácidos grasos con una función importante a nivel cerebral: el ácido alfa-linolénico, el docosahexanoico (DHA) y el eicosapentanoico (EPA). Aunque de los tres, el DHA es el que parece tener una función más determinante en las membranas celulares neuronales y en las sinapsis que entre las distintas neuronas se establecen.
Su presencia es fundamental tanto en la formación como en el buen funcionamiento del sistema nervioso central, y de él dependen, en gran medida, la capacidad de aprendizaje y la memoria, entre otras funciones superiores.
Por otra parte, el papel del EPA se circunscribe más al otro terreno, donde los ácidos grasos omega-3 tienen un efecto beneficioso: la prevención de infartos, ictus y otros eventos cardiovasculares. Pero también, claro está, podría resultar útil en todo aquel proceso degenerativo cerebral con un claro componente vascular (la demencia vascular o multiinfarto, por ejemplo).
Otros territorios de acción de los ácidos grasos omega-3 (DHA y EPA)
Son múltiples los estudios realizados recientemente y que han intentado relacionar la presencia/ausencia de ácidos grasos omega 3 con la aparición de algunas patologías. Así, se ha observado que las personas con depresión presentan menor cantidad de ácidos grasos omega-3 (sobre todo, DHA) que la población sin esta patología.
Asimismo, parece ser que al añadir ácidos grasos omega-3 (en este caso EPA) a personas con esquizofrenia, los síntomas que desarrollan estos pacientes son menos acusados. En este sentido, en un estudio realizado por Stoll en 1999 también se ha visto que el consumo de ácidos grasos poliinsaturados omega-3 disminuye los síntomas asociados al Trastorno Bipolar, especialmente, en personas en edad anciana.
Y todavía hay más. Mientras que en personas con alcoholismo crónico los ácidos grasos omega-3 podrían prevenir el desarrollo o hacerlo menos sintomático, igualmente serían beneficiosos en el tratamiento del denominado Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH).
En los cuadros de dislexia (dificultad para adquirir o consolidar de forma correcta la capacidad de lectura), tanto DHA como EPA podrían mejorar dicho déficit en relación a los niños no tratados con estos preparados. Porque tras 4 meses de seguimiento, los menores tratados con estos ácidos grasos aumentaron la velocidad de lectura hasta en un 60%, y la psicomotora en un 23%.
Por último, los niños con autismo muestran una disminución en los niveles de DHA de su cerebro de hasta un 20%, por lo que debemos suponer que la suplementación con dicho ácido podría conferir cierto beneficio.
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Fuente: Laboratorio Angelini en su área de Sistema Nervioso Central
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