Echando la vista atrás, hace tan solo un par de décadas el placer sexual de la mujer era algo sin importancia. Disfrutar del sexo era, de hecho, signo de locura y libertinaje y algo que la Iglesia condenaba. La mujer, solamente, tenía relaciones sexuales por débito conyugal, para reproducirse y dar placer a sus maridos.
En la edad media os genitales femeninos solo eran interesantes a la hora del parto y el clítoris no tenía ninguna función, era solo una parte de la vulva, ni siquiera era algo tabú o directamente relacionado con el sexo, simplemente era carne.
En el s.XVI el médico Mateo Colón se fija en esta parte de la anatomía de la vulva e ¡incluso diseca uno para estudiarlo! Descubre que contiene muchas terminaciones nerviosas. Durante años se relacionó el orgasmo con el aumento de la fertilidad pero en el S.XIX se descubre el ciclo menstrual y como se producen realmente los embarazos así que el clítoris vuelve a ser solamente una parte de la vulva.
El orgasmo como receta médica
A finales del s.XIX los médicos buscaban un tratamiento para la histeria; trastorno por el que la mujer se mostraba muy irritable, ansiosa y alterada
Histeria viene del griego Hystera que significa útero. En la antigua Grecia se creía que el útero deambulaba por el cuerpo en lugar de mantenerse en un sitio fijo y que causaba enfermedades a la mujer cuando llegaba al pecho. En la Edad Media se pensaba que el origen de este mal estaba en la acumulación de fluidos sexuales de la mujer por la abstinencia sexual y se recomendaba a las mujeres solteras el masaje vulvar por parte de una comadrona.
Este masaje se hacía con un dedo untado en aceite, presionando vigorosamente la vulva de la mujer hasta que llegaba al climax.
En el siglo XIX la histeria fue considerada una plaga y muchas mujeres acudían al médico para que se les diera el famoso masaje terapéutico, el personal sanitario no daba abasto y tenían que encontrar una solución. Además estaba mal visto que las damas fueran solas al médico así que generalmente las acompañaba su madre o el marido que esperaban tranquilamente mientras a ellas las masturbaban durante horas.
El doctor Joseph Mortimer Granville inventó en 1870 el primer vibrador electromecánico de forma fálica que podía hacer que las mujeres llegaran al orgasmo en unos 10 minutos con lo que ahorraba tiempo y esfuerzo a médicos y comadronas y permitía que tuvieran más pacientes y así ganar más dinero.
En 1902 la empresa Hamilton Beach comienza a fabricar vibradores más pequeños de uso doméstico que tienen un éxito impresionante. Con mensajes tan atractivos como “La vibración es vida”, vendieron millones de los llamados masajeadores domésticos. ¡Incluso algunos tienen una aplicación intercambiable para convertirlos en batidoras!.
Había vibradores eléctricos, a gas y a pedales y sus velocidades iban de 1000 a 7000 pulsaciones por minuto.
En 1920 empiezan a aparecer en películas pornográficas y así dejan de considerarse solamente instrumentos con finalidad médica. En los años 50 la Asociación Americana de Psiquiatría elimina la histeria como enfermedad de los manuales y así definitivamente los vibradores se colocan en la categoría de juguete erótico.
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