Viajando se aprende mucho, también sobre comida y bebida. En este sentido, seguro que todos nos hemos quedado boquiabiertos alguna vez al descubrir determinadas costumbres o peculiaridades culinarias de la gastronomía de muchos países. A veces, aunque no se viaje se conoce a gente de otros lugares que nos comentan o nos enseñan sus costumbres y gustos nacionales, y de eso tambien se aprende.
Esta percepción también funciona a la inversa. Pensemos en cómo los extranjeros se asombran con la manía que tenemos los españoles de cenar a las 11 de la noche o de pedir platos con oreja, caracoles, rabo de toro o ancas de rana.Yo personalmente he visto a mas de un extranjero, poner cara de asco ante un plato de sesos de cordero, o testiculos de cochino, o criadillas.
Por ejemplo, en India los ciudadanos comen con la mano. En este país lo habitual es comer con la derecha y utilizar solo las puntas de los dedos, aunque en el sur emplean toda la mano si es necesario. Tampoco se utilizan cubiertos para mezclar los ingredientes pese a que los platos se caracterizan por incluir salsas.
Por otra parte, si ya hay gente para la que aprender a comer con palillos es todo un desafío, debemos tener en cuenta que en Japón no solo basta con saber manejarlos: hay que entender su simbología.
Clavarlos en vertical en el bol es un gesto funerario. Así se ofrece el arroz a los muertos en los rituales budistas. Además, pasar la comida de los palillos de una a otra persona es, aparte de un alarde de habilidad, otro gesto relacionado con los funerales y que debe evitarse.
En Japón también debemos olvidar eso que nos decian nuestras madres, "no sorbas la sopa". Y es que según los sibaritas más sibaritas, este hábito sirve para enfriar los fideos y para realzar el sabor. Si entramos en un restaurante lo más normal es que escuchemos una sinfonía de sorbos.
Asimismo, en el estado mexicano de Oaxaca los mercados de comida callejeros son una auténtica explosión sensorial. La suma de olores, sabores y colores queda eclipsada por una de las delicias locales: los chapulines (saltamontes) fritos con chile en polvo que se ofrecen en baldes llenos hasta los topes.
En Sudáfrica, móviles y walkie-talkies conviven en armonía. Tiene truco, porque walkie-talkie es el nombre de un plato típico de las ciudades pequeñas formado por la cabeza y las patas del pollo. Aunque no parece muy apetecible, es un manjar económico y muy rico en proteínas.
Pero si estamos en Cuba y nos ofrecen comida con chile habanero debemos andarnos con mucho ojo. A no ser que seamos ignífugos, podemos salir ardiendo. Este chile tiene nada menos que 350.000 unidades Scoville de picante. En comparación, el jalapeño mexicano solo tiene 8.000 y resulta incluso suave.
En las caribeñas islas de Bahamas no utilizan las caracolas para escuchar el rumor del mar, sino para comérselas.Con una carne parecida a la de los calamares y que hay que ablandar pacientemente, se sirven rebozadas o en ensalada. Los mejores sitios para probarlas son, sin duda, los sencillos puestos a pie de playa.
Además, en distintos países de Latinoamérica y especialmente en Perú, una de las carnes más consumidas es la de cuy o conejillo de Indias.Se puede preparar acompañada de una salsa de cacahuete o asado y su popularidad viene dada por el hecho de que, en época precolombina, no había ni vacas ni cerdos en el continente.
El balut filipino es una de esas delicatessen ante las que resulta difícil no sentirse intimidado. Se trata de un huevo de pato, incluso con plumitas incorporadas, en el que se ha desarrollado el embrión en parte. Se sirve de aperitivo en numerosos restaurantes del país.
Boon apetit.
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