si usted no quiere...
Los que me conocen, y los que tienen a bien leerme, saben que no me ando con pelos en la lengua (o en los dedos, según el caso).
Había decidido pasar el efecto del 7-O de la mejor manera posible, tratando de mantener una posición tranquila y coherente con el trabajo que se hizo durante la campaña, convencido que, una vez pasado el trauma, las aguas se calmarían y retomaríamos el ritmo que exige el reto asumido; pero no... No me dejaron.
Declaraciones de fraudes numéricos sin pruebas, llamados a no votar más, posiciones derrotistas sin salida, descalificaciones hacia la gente que sería el mejor equipo del mundo si se hubiese ganado, y lo que es peor: una incapacidad supina de entender que lo que se hizo no fue suficiente, echándole la culpa a Henrique Capriles.
Estas líneas, que para muchos no serán agradables y mucho menos conciliadoras, responden a una una serie de comentarios que respeto pero no comparto.
No pretendo que nadie haga examen de consciencia, pero si voy a cantar unas cuantas.
Pregunto:
¿Qué hizo usted cuando distintas personas y organizaciones fueron catalogadas de radicales y divisionistas, execradas e ignoradas por alertar de las inconsistencias del Registro Electoral, y de paso, el CNE tuvo el tupé de ignorar 2.700.000 de impugnaciones perfectamente documentadas?
¿Qué hizo usted cuando, durante la campaña, el CNE se hizo la vista gorda con los abusos reiterados del presidente en campaña?
¿Qué hizo usted cuando, durante la campaña, había tanta gente que decía votaría por el presidente porque no quería perder la dádiva de la misión, o la posibilidad de su casa, o la beca tal o cual, y había que darle argumentos válidos (que se supone usted compartía) para que perdieran el miedo?
Usted fue a las concentraciones, saltó, lloró, cantó, gritó ¿Y luego? ¿Respondió usted cuando se llamó a ser voluntario para apoyar, concretamente y de cualquier manera posible, durante la campaña o el proceso electoral?
¿Dónde estaba usted el día de las elecciones cuando llovía y se dejaron solos los centros de votación?
¿Dónde estaba usted el día de las elecciones cuando había gente con 14, 16, 18 horas en una cola, cansada, con hambre o sed?
¿Dónde estaba usted el día de las elecciones cuando había gente asustada porque los radicales del oficialismo rodeaban las colas gritando y amenazando?
¿Qué hizo usted el día de las elecciones cuando llegaba gente "en brazos" a los centros de votación, movilizada por la maquinaria oficialista mientras, seguramente, sabía de alguien al que le dio flojera ir a votar?
¿Dónde estaba usted el día de las elecciones durante la auditoría ciudadana?
¿Dónde estaba usted cuando se tuvo que enfrentar a los colectivos para que entregaran las actas?
¿Dónde estaba usted cuando el presidente sacó las tanquetas a la calle para asustarnos?
Etc., etc., etc., etc... ... ...
¿Entonces?
Siga lloriqueando, quítese la gorra, no vote más, inscríbase en el partido de gobierno, haga lo que quiera pero ¡NO VENGA A JODER! con sus pataletas infantiles, o con aire de sobrado diciendo "se los dije", o llamando a la abstención, tildando de colaboracionistas a los miles que dejaron la piel en este proceso, y mucho menos, llamando traidor a Henrique Capriles a quien usted consideró, en una demostración más de ignorancia e inmadurez política, su Mesías.
Se cometieron errores, hubo fallas, omisiones, nerviosismo, inexperiencia y hasta situaciones que rebasaron la capacidad de respuesta de quienes estuvieron al frente de este proceso, pero entienda algo:
EL CAMINO se abrió y su crecimiento es incontenible.
Si usted no quiere transitarlo, apártese y deje pasar; si usted no cree que se puede hacer, no interfiera en el trabajo de los que lo están haciendo pero, por favor, tampoco regrese cuando las cosas tomen el rumbo que indefectiblemente tomarán.
¡HAY UN CAMINO!
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