Charles D. Snelling tenía muchos motivos para presumir. Había registrado 20 patentes, sus empresas habían ampliado su fortuna y había ejercido como presidente de los aeropuertos de Washington DC. Pero en diciembre confesaba en las páginas del 'New York Times' que ninguno de esos logros se podía comparar con la historia de amor que le unía a su esposa Adrienne, con la que había compartido 61 años de matrimonio y que sufría la enfermedad de Alzheimer desde hace seis.
Charles y Adrienne fallecieron juntos el jueves en su casa de Allentown (Pensilvania). El informe del juez indica que Charles murió de un disparo unos minutos antes de las 10 de la mañana. Unos segundos después de que su esposa falleciera por causas que las autoridades aún no han podido determinar. Su hija Marjorie dijo el viernes que sus hermanos eran conscientes de que las muertes eran el fruto de un plan: "Llevaban tiempo pensando en algo así e iban a hacerlo sin que nadie lo supiera. Les unía un lazo especial. Estaban profundamente comprometidos el uno con el otro".
Acababan de celebrar su 61 aniversario con una cena en su casa junto sus ocho mejores amigos. El menú incluía salmón, champán y el helado preferido de Adrienne. Quienes compartieron la velada cuentan que ella no dejó de sonreír. "Otras veces Charles siempre brindaba por los Estados Unidos, por el presidente y por la Reina de Inglaterra", recuerda su amiga Edith Ritter, "esta vez brindó por los buenos amigos y por una esposa adorable".
Una cena de despedida
Ninguno adivinó entonces lo que iba a ocurrir. Pero todos piensan ahora que aquello fue una cena de despedida. "Quizá Charles sintió el peso de su propia mortalidad", explicó su medico Indru Jubchandani en las páginas de la prensa local, "él tenía problemas cardiovasculares y se había sometido a sendas artroplastias en las dos rodillas. Es probable que pensara que algo podría ocurrirle repentinamente y que aquello dejaría a Adrienne al cuidado de otros".
Su fortuna permitía a Charles a pagar a dos personas que le ayudaban a cuidar de su esposa durante 14 horas. Pero sus hijos recuerdan que justo después del diagnóstico Adrienne le pidió que no la llevara a vivir a una residencia y así fue. Charles nunca dejó de atenderla y se la llevaba a menudo a los actos oficiales.
El diagnóstico fue un mazazo para ambos y quisieron compartir sus sentimientos en una emotiva carta a sus hijos. "Como sabéis me han diagnosticado Alzheimer", escribió ella en noviembre de 2009, "no es una enfermedad amable aunque por ahora me mantengo bien. Papá y yo aún llevamos una vida agradable, pero soy consciente de la forma en la que terminará mi enfermedad. Los dos queremos que ninguno viva después de perder la esperanza de llevar una buena vida".
'No quería pedirle que se fuera'
A medida que avanzaba la enfermedad, Charles compartía sus problemas con su amigo Tom Donley, cuya esposa Inez también sufría los efectos del Alzheimer. Tom le animó a mudarse con ellos a una comunidad con otros enfermos pero Charles dijo que no. "Decía que Adrienne le tenía demasiado apego a la casa donde habían vivido juntos", recuerda Donley, "no quería pedirle que se fuera".
Charles y Adrienne se habían conocido a principios de los años 50 en una fiesta de la universidad. Ella era la hija de un emigrante italiano que se ganaba la vida como artesano del mármol y él era el hijo de un ingeniero que se había hecho millonario con el negocio de la gasolina. Aquella noche los dos iban del brazo de otras personas pero él se las arregló para conquistarla pese a su reticencia.
Se casaron el 21 de marzo de 1951 y se fueron de luna de miel a Bermuda. Ella compaginó la educación de sus cinco hijos con su licenciatura y con su afición por la fotografía y él emprendió una carrera similar a la de su padre. Primero como ingeniero, empresario e inventor y luego ejerciendo en una carrera política que le llevó a ser alcalde de Allentown, tesorero de los republicanos de Pensilvania y responsable de los aeropuertos de la capital.
Adrianne le salvó de ser un 'gruñón'
Charles solía decir que Adrienne había limado su carácter y le había salvado de ser el tipo gruñón y desabrido que predecían los genes de su padre. "Ella siempre decía que los buenos matrimonios son el fruto del trabajo duro y ella siempre trabajó duro conmigo", escribía Charles en diciembre. "Yo nunca fui un marido fácil. Era impaciente, cabezota, terco, exigente y cascarrabias. Pero durante 60 años siempre fue cariñosa, dulce y generosa conmigo y todo me lo supo perdonar. Ella me cuidó de todas las formas posibles durante 55 años y ahora era mi turno. Desde luego he sido yo quien me he llevado la mejor parte del trato. Cuidarla no es noble ni sacrificado ni doloroso. Es simplemente lo correcto. Lo que estoy haciendo por ella es insignificante si lo comparamos con lo que ella ha hecho por mí durante casi medio siglo".
Charles explicaba en su artículo que sus vecinos le decían que nunca habrían imaginado que cuidaría a Adrienne con tanta dedicación. "Es algo que hace que me sienta bien y mal al mismo tiempo", decía, "estoy contento de estar haciendo lo que debo pero me da pena saber que ellos pensaban que no lo haría".
Los últimos meses no habían sido sencillos para Charles, que había visto cómo los recuerdos de Adrienne se iban evaporando a medida que se iba debilitando su cerebro. Pero en su artículo contaba que la enfermedad no había hecho mella en su carácter: "Hay enfermos a los que el Alzheimer les convierte en personas hostiles. Pero eso no ocurrió con mi tesoro. Ella está muy enferma, pero sigue siendo una persona dulce, feliz y generosa".
El artículo de Charles concluía con los dos lemas del instituto en el que se graduó. El escudo muestra una colmena con una nube de abejas y las palabras 'Non Sibi'. En latín 'No para uno mismo'. El lema del instituto es 'Finis Origine Pendet'. O lo que es lo mismo: 'El origen predice el final'.
Fuente: http://www.elmundo.es/america/2012/03/31/estados_unidos/1333212910.html
Admiro a esta persona, no por lo que era, sino por como era.