Las empresas productoras de estos materiales, básicos en muchos elementos cotidianos, reducen cada vez más su impacto ambiental
¿Qué tienen en común una pared de hormigón, una botella, una traviesa de tren, la pasta de dientes, los neumáticos, el vino o el chicle? Que para su fabricación se han utilizado materiales áridos. Aunque desconocido por el gran público, el sector industrial de los áridos cumple una labor fundamental para una gran cantidad de elementos de la vida cotidiana de los consumidores. La extracción y producción de estos materiales tiene un impacto medioambiental en el entorno que la mayor parte de las empresas del sector reduce al asumir la legislación y una actividad sostenible.
Qué son los áridos
Se denomina genéricamente "áridos" a los pequeños trozos de roca de tipo granular extraídos de una cantera o gravera. Vistos así podrían parecer materiales sin importancia, pero en realidad son básicos. De hecho, después del agua, son la primera materia prima utilizada por el ser humano: cada persona puede llegar a consumir durante su vida más de mil toneladas de media.
Los áridos son una de las materias primas fundamentales para el sector de la construcción y las obras públicas. Su uso se remonta a los griegos y romanos, que mezclaban arena, grava y rocas volcánicas como base de una especie de hormigón con el que construían edificios o calzadas, algunas de las cuales han llegado hasta nuestros días. En la actualidad, esta utilidad se ha perfeccionado y ampliado de manera que sin su intervención las ciudades no serían posibles.
Así por ejemplo, una vivienda unifamiliar lleva entre cien y cuatrocientas toneladas de áridos, y un metro cúbico de hormigón contiene entre 1,8 y 1,9 toneladas de áridos. Asimismo, también resultan básicos en la fabricación de carreteras y calles (el asfalto es una mezcla de áridos y derivados del petróleo), vías de tren (balastos e incluso las traviesas en las que se apoyan contienen áridos), escolleras de contención para puertos, ríos y otras grandes infraestructuras, como material abrasivo, etc.
Además del hormigón, también se emplea en la fabricación de otros materiales básicos hoy día: el cemento lleva áridos calizos o dolomíticos; el vidrio arenas o áridos finos que mejoran las propiedades de ventanas, vasos o botellas; el acero áridos calizos, al igual que el cobre, el plomo, el cinc o el antimonio, etc. Y tampoco se puede olvidar su contribución en el sector energético, ya sea como elemento de construcción de las centrales eléctricas o como elemento de desulfuración de los gases, contribuyendo de paso a reducir su impacto medioambiental.
Por otra parte, los áridos también se pueden encontrar en gran cantidad de aplicaciones industriales, algunas de ellas insospechadas para los consumidores. El papel o la pintura mejoran gracias a los áridos calizos; la agricultura se vale de los áridos para corregir la acidez de los suelos y crear fertilizantes; la ganadería utiliza piensos con este ingrediente; muchos principios activos utilizados en medicamentos se valen de áridos; el sector cosmético los incluye en productos tan diversos como el maquillaje o la pasta de dientes; la industria del caucho los emplea en la fabricación de neumáticos; las empresas químicas también cuentan con ellos para una gran variedad de productos, desde detergentes hasta plásticos; e incluso el sector alimentario también hace uso de áridos, como por ejemplo en el proceso de fermentación del vino, la cerveza o el pan, o en la fabricación del azúcar.
Además de los áridos naturales, extraídos de las canteras, también se pueden encontrar en el mercado áridos artificiales, elaborados a partir de algún proceso de modificación industrial; y reciclados, procedentes de residuos de demoliciones o escombros.
La industria de los áridos en cifras
España es uno de los principales países europeos en consumo y producción de áridos. Según datos de la Asociación Nacional de Fabricantes Áridos (Anefa), los españoles son los mayores consumidores de áridos, después de los alemanes, con 560 millones de toneladas de áridos. Por su parte, la industria española productora de áridos es la segunda más importante de la Unión Europea.
Un impacto ambiental reducible
El sector industrial de los áridos se rige por la legislación que regula las extracciones mineras. La aplicación de esta normativa conlleva una serie de exigencias que persiguen minimizar el impacto ambiental de esta actividad. Por su parte, las empresas del sector, representadas mayoritariamente por la Asociación Nacional de Fabricantes Áridos (Anefa), cuentan con un decálogo de principios que persigue una adecuada integración medioambiental de las explotaciones y plantas de tratamiento de áridos.
En este sentido, son varios los efectos de la producción de áridos sobre el medio ambiente. Las operaciones de extracción en las canteras y graveras conllevan la generación de ruido y vibraciones, así como la emisión de diversas sustancias contaminantes, como dióxido de azufre (SO2), anhídrido carbónico (CO), o partículas de polvo.
Asimismo, estas instalaciones utilizan agua, por lo que se debe plantear un uso eficiente de la misma. También pueden producirse vertidos a redes de agua pública, algo "prácticamente inexistente" según Anefa, así como a ríos o arroyos del entorno, aunque en este caso las empresas del sector aseguran que se produce en un pequeño porcentaje y siempre de forma controlada y con la debida autorización.
Las canteras y graveras se encuentran en un entorno natural, de manera que modifican el paisaje. Por ello, además de tratar de reducir el impacto visual de las mismas, los gestores de estos yacimientos deben tener en cuenta la protección de la biodiversidad de la zona.
Por su parte, el transporte es otro de los elementos que causa un impacto en el medio ambiente. En España, la práctica totalidad del transporte de áridos se realiza por carretera, al no haber otras infraestructuras alternativas válidas para estos materiales. Además del coste económico que ello supone (a una distancia de más de 40 kilómetros cuesta más el transporte que el material), conlleva diversos efectos sobre el entorno, como ruido, vibraciones, polvo, emisiones de gases contaminantes o impacto visual.
En el aspecto energético, la actividad extractiva requiere de unos equipos que necesitan combustible y electricidad. Ahora bien, el sector dispone de maquinarias y sistemas cada vez más eficientes que reducen su impacto ambiental y mejoran las condiciones laborables de sus operarios. Además, los avances en las ciencias implicadas en la explotación de los yacimientos han mejorado el proceso de extracción de los áridos.
Lucha contra los productores ilegales de áridos
La mayoría de las empresas productoras de áridos cumple con la legislación y asumen el desarrollo sostenible como la fórmula más adecuada para el presente y el futuro de su sector. No obstante, sus responsables reconocen que también hay empresas ilegales, de las que no tienen datos sobre su número exacto. Se trata de compañías normalmente nómadas, con equipos portátiles que se instalan en una zona hasta que dejan de explotarla y la abandonan para ir a otra.
Por ello, aclaran los representantes del sector, se trata de una competencia desleal que además no ofrece las garantías de calidad ni se preocupa por el respeto al medio ambiente. En este sentido, los consumidores pueden contribuir a su erradicación negándose a utilizar productos elaborados por este tipo de empresas, o denunciándolas a las instituciones competentes.
Planes de Restauración
La legislación obliga a las empresas de extracción a disponer de un Plan de Restauración de los terrenos dentro de un estudio de impacto ambiental. El Plan debe ser aprobado por las instituciones competentes de la comunidad autónoma en la que se ubican, y a depositar un aval que garantice la realización de dicho plan. Por ejemplo, en Cataluña, una de las comunidades autónomas pioneras en contar con una ley de restauración, las empresas extractivas tienen más de 60 millones de euros depositados como avales.
El plan de restauración implica que las empresas deben asimilar el aspecto medioambiental desde el principio de su actividad, de manera que a la vez que se explota una zona se debe pensar en su restauración. Así, el proceso debe contar con una estricta y detallada planificación que incluya todos los aspectos que afectan al entorno. Los responsables de la restauración deberán lograr que la reposición de la vegetación y la fauna, la gestión del suelo y agua, la integración paisajística, el acondicionamiento de escombreras, balsas y presas o la demolición de estructuras y cimentaciones se realicen de manera apropiada.
Por otra parte, también se baraja el concepto de restauración integrada, de manera que se aprovechan los movimientos de tierra de la actividad extractiva para restaurar de forma paralela zonas ya explotadas, por lo que no se espera a finalizar la actividad. En ocasiones también se podrá optar por aprovechar las construcciones, para lo que habrá que proceder a un acondicionamiento respetuoso con el entorno.
Las posibilidades de restauración son muy diversas, pudiendo encontrarse ejemplos de canteras convertidas en terrenos agrícolas, bosques, zonas de recreo, vertederos controlados, polígonos industriales, etc.
Asimismo, también es aconsejable que los responsables de las empresas de extracción de áridos informen en todo momento a los habitantes del entorno de los planes de protección y restauración medioambiental de sus instalaciones.
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