Por lo regular damos importancia y nos ocupamos diariamente de nuestro aseo personal y el de nuestros hijos e hijas. Bañarse, lavarse los dientes, ordenar la habitación, ya forma parte de los hábitos que inculcamos a los más jóvenes de la casa. Sin embargo no le damos el mismo grado de jerarquía a la limpieza de la mente y las emociones.
La rabia, la frustración, la euforia acumuladas y reprimidas son bombas de tiempo prestas a estallar con cualquier detonante y que debemos identificar y desarmar (el jefe me grita, yo me lo trago, no me queda otra, al final del día llego a casa y le grito y le pego a los niños). Hacernos responsables de nuestras propias emociones, sea cual sea la razón que las provoque, y dedicar tiempo y atención a la higiene emocional y mental, son condiciones necesarias para liberarlas adecuadamente sin dañar a otros ni a nosotros mismos.
A continuación, comparto algunas claves para ayudarnos a sanar heridas emocionales, restaurar el equilibrio y estar más aptos para relacionarnos de un modo no violeto con algunas técnicas sencillas, gratis, que pueden administrarse sin límite de dosis y que pueden practicar todos los miembros de la familia:
Respiración
La manera en que respiramos dice mucho de la forma en que vivimos. Cuando éramos recién nacidos, respirábamos naturalmente llevando el aire hasta el bajo vientre, que es nuestro centro de emociones. Nuestra respiración era profunda, y nuestro centro de emociones estaba constantemente masajeado. Esto nos permitía estar más vivos y flexibles. Con el tiempo, una y otra vez, aprendimos a temer a los sentimientos y emociones. Confinando la respiración hasta el pecho, nos distanciamos y asegurábamos nuestra ruptura con los sentimientos profundos y totales. La balanza se fue desplazando hacia la mente y perdimos el contacto con nuestro cuerpo y emociones. Adicionalmente, a través de una respiración superficial comenzamos a tomar el oxigeno (necesario para una existencia real y vital) de manera muy limitada y comenzamos a retener productos de desecho (como el dióxido de carbono) que deberían ser expulsados.
La inhalación nos prepara para la acción, la exhalación nos conduce a la relajación.
En sociedades muy activas y aceleradas, podemos observar un patrón de respiración que hace énfasis en la inhalación y olvida la importancia de exhalar completamente. Esto ocurre porque la mayor parte del tiempo, estamos en acción, acelerados, estresados y tratando de hacer muchas cosas o defendernos de amenazas. Por eso se hace importante recordar la importancia de exhalar completamente para vaciar la gran reserva de basura que está en los pulmones, que además contribuye a acidificar la sangre y crear mucha tensión corporal. Hacer énfasis en la exhalación es muy importante. De cuando en cuando recuerda poner la atención en tu respiración y -sobre todo cuando tengas tensión- exhala completamente, soltando tu cuerpo y dejando salir el aire atascado en los pulmones. Permite que cada exhalación vaya acompañada de exclamaciones de alivio (¡aaaaahhhhh…!).
La respiración es el puente que nos conecta con la vida. Respirar profundamente nos refresca. Respirando de forma adecuada podemos balancear nuestras emociones. Con el simple acto de hacernos conscientes de nuestra respiración podemos relajarnos y traer nuestra atención al momento presente. Observar nuestra respiración constituye una forma eficaz para disolver el estrés y restituir el equilibrio. Conviértete en testigo de tu respiración. Nota cómo el ritmo cambia según tu estado de ánimo. Cuando estamos tensos y angustiados el ritmo se acelera y la respiración es entrecortada. En momentos así, llevar la respiración hacia un ritmo lento y profundo ayudará a relajarnos.
Respirar contando (7-5-9). Esta es una técnica que puede ayudarnos a relajar tensiones en momentos difíciles, como por ejemplo, antes de presentar un examen en la escuela. Consiste en respirar lentamente y contar hasta 7 mientras inhalamos, hasta 5 mientras retenemos el aire y hasta 9 mientras exhalamos. Repetir varias veces, preferiblemente con los ojos cerrados.
Recordemos siempre respirar con totalidad.