LA PIEL COMO FRONTERA EXTERIOR DE NUESTRO CUERPO:
Es nuestro escudo protector y al mismo tiempo el espejo de nuestro mundo interior. Por ser nuestra envoltura corporal, representa la imagen que el ser humano tiene de sí mismo. Cuando queremos dar una imagen o expresar una emoción que de forma natural no se manifiesta, utilizamos el maquillaje. Al describir nuestra piel nos estamos definiendo: piel dura (rudeza de sentimientos); suave (alma sensible); sudorosa (inseguridad); seca (control de los sentimientos), etc. Cualquier problema con la piel se relaciona con la vergüenza que la persona afectada siente de sí misma. La blanca y pura piel de un recién nacido es como una hoja en blanco, mientras que la arrugada y manchada piel de un anciano, es un gran lienzo en el que está escrita parte de su historia.
Con un peso del 16 por ciento del cuerpo y una superficie superior a 1,5 metros cuadrados casi debería ser considerado como el órgano de mayor tamaño de nuestro cuerpo.
Expresiones como: "tengo la piel de gallina" o "lo siento a flor de piel" indican la conexión de la misma con el cerebro. Incluso la referencia al color para mostrar que "enrojecemos de vergüenza".
La epidermis renueva permanentemente sus células, los queratinocitos: las células más superficiales se desprenden y van siendo reemplazadas por las que están debajo. Ese ciclo de renovación dura normalmente un mes, pero cuando hay dermatitis o caspa se acelera, y las células muertas se acumulan en placas y se desprenden. Por eso pensamos que en periodos de renovación intensa, en los que nuestro entorno familiar o nuestro árbol genealógico no nos deja desprendernos de nuestra antigua identidad, esas células muertas, metáfora de lo que fuimos, se acumulan, dando origen a costras de células muertas que nos pican y afean.
Flexibilidad, elasticidad y resistencia son sus principales características a nivel de funcionamiento. Actúa como una muralla que nos protege de las agresiones exteriores: golpes, microbios, bacterias, agentes químicos y radiaciones ultravioletas.
No sólo nos protege, también absorbe, en la piel tiene lugar un perpetuo intercambio. Actúa como un termostato que permite mantener nuestra temperatura interna. La piel refleja nuestra personalidad y el estado de salud de una persona.
La piel también es nuestro mayor órgano sexual. "No tocar" y "no dejarse tocar" son máximas importantes del nudo sadomasoquista de nuestro árbol, pues nos impide el placer del acercamiento al otro. La prohibición del árbol está basada en que la piel y el sentido del tacto constituyen puertas abiertas de par en par al erotismo.
Los problemas con la piel se deben de ver desde la parte afectada del cuerpo, que representará el área en la que se vive el problema con mayor intensidad.
En la cara –> Miedo a perder prestigio.
En la cabeza –> Estancamiento de ideas, prohibición de la reestructuración del pensamiento.
En los labios–> límites al intercambio emocional.
En los genitales–> Culpa o vergüenza por alguna práctica sexual prohibida. Se dice que el herpes genital y anal son el resultado de la ambivalencia entre el apetito sexual y la vergüenza.
En los pies–> Insatisfacción con el territorio que se ocupa.
Un problema dérmico es un recurso excelente para alejar a los demás, para que no nos toquen.
-Se dice que si guardamos mucho odio y rencor por haber tratado de acercarnos a alguien sin éxito, podemos desarrollar un cáncer de piel.
-La psoriasis indica nuestra inadaptación social
-El sarpullido es una irritación causada por retrasos, o una forma pueril de llamar la atención
-La urticaria aparece a consecuencia de pequeños temores ocultos, donde hacemos una montaña a partir de un grano de arena
-El acné adolescente hace emerger el exceso hormonal.
Debemos escuchar la sintomatología de la piel, como si fuese a la voz de un sabio interior que sólo desea sanarnos. Recordemos que el cuerpo es un aliado que nos envía mensajes en formato de enfermedad, para que sepamos lo que no puede ser expresado de otra manera