Hombres y mujeres buscan el amor real pero lo viven de una forma totalmente diferente, lo que genera todo tipo de conflictos y malentendidos. Sin embargo, son justamente estas sutiles diferencias las que permiten que este amor real pueda emerger entre los seres humanos…
Según los especialistas en conductas humanas, los hombres y las mujeres viven el amor y el romance de un modo totalmente distinto, al punto tal que mantienen entre ellos un malentendido estructural, que causa una innumerable cantidad de conflictos y malos entendidos.
Este malentendido, señalan estos mismos profesionales, se manifiesta por el hecho de que los seres humanos, a diferencia de los animales, no poseen señales o códigos mediante los cuales la relación sexual se produzca instintivamente, sino que, muy por el contrario necesitan pedir, insinuar, o hablar, lo cual denota la existencia de una comunicación, que como todo proceso de transmisión no está exento de “ruidos”, sobre todo cuando el emisor y receptor (mujeres y hombres u hombres y mujeres) tienen "lenguajes" distintos.
Con todo, lo especialistas afirman que es también justamente en esa disparidad de lenguajes que los hombres y las mujeres encuentran el amor.
Ambos buscan el amor real, pero...
Aunque nunca es lo mismo para ella que para él una relación de noviazgo o la conformación de una familia, casi siempre estas diferencias fundan los deseos supremos de cada género, como el sexo (principalmente en el hombre) y el amor (principalmente en la mujer), aspectos que permiten la satisfacción del uno por el otro.
En efecto, el deseo sexual se manifiesta en el hombre básicamente mediante los rasgos de atracción física que pueda ejercer sobre él la mujer, mientras que esta última tiene su pulsión puesta principalmente en la relación de amor que podrá gestar con su pareja.
Es por esto mismo que casi todas las mujeres tienen como objeto de deseo el ser amadas, mientras que los hombres, con su carácter más fetichista, también se enamoran, pero del hecho de que sus parejas se pongan atractivas especialmente para ellos, lo cual se complementa a la perfección con un don propio de la mujer, el de dar todo por amor.
Como bien decía el célebre psicoanalista Jacques Lacan, “amar es dar lo que no se tiene”
Por supuesto, el hombre tendrá que dar algo a cambio, que es su ofrenda por estos gestos de entrega de su mujer. Y es por esta razón que cuando muchas veces no advierte (ni da señales de hacerlo) que su mujer ha hecho lo máximo por ellos, ellas se ponen extremadamente sensibles, buscando a toda costa una mínima señal de reconocimiento.
Por supuesto, también es muy factible que en más de una oportunidad, esta demanda cotidiana de atención, tiempo, amparo, y amor incondicional que reclaman muchas mujeres, termine excediendo los límites aceptables y tenga como resultado final la anulación del deseo en el hombre, lo cual podrá manifestarse en una indiferencia de él para con ella.
Comunicación femenina vs. comunicación masculina
Mientras que los hombres suelen cerrar su interior, las mujeres disfrutan por el contrario del mismo acto del habla, es decir de la conversación como fin y no como medio para obtener una mayor información o expresarse mejor, lo cual representa un evidente acto inconsciente de conformarse como sujeto-mujer, es decir como "la que habla". De ahí todos los chistes que se tejen sobre el asunto.
Además, las mujeres pueden estar férreamente convencidas de una determinada idea, para diez minutos estar totalmente seguras de sostener justamente la idea contraria.
A la mayoría de los hombres les cuesta mucho entender estas actitudes tan radicalmente cambiantes en la mujer, pero al igual que sucede con el habla, son precisamente estas contradicciones otro de los aspectos que forma sus cualidades femeninas.
De ahí la famosa frase “¿Quién entiende a las mujeres?”.
El engañoso negocio de la autoayuda
Así, teniendo en cuenta estas particulares características, son muchos los profesionales en conducta humana que se arriesgan a formular la hipótesis de que es imposible que los manuales de autoayuda puedan ayudar en relación con los vínculos amorosos entre hombres y mujeres.
La razón es que el amor y el sexo son cuestiones que simplemente “ocurrirán” en los seres humanos, pero sus particulares características, tanto de género como subjetivas, harán que cada uno deba adecuarse a los diferentes contextos, los cuales serán muy difíciles de clasificar, más allá de las nociones generales vertidas anteriormente (diferentes lenguajes, preferencia de la mujer por el amor y del hombre por el sexo).
Es por esto que se dice frecuentemente que en cuestiones de amor no hay nada escrito, y que es imposible concebir fórmulas que incidan sobre los mismos. Hombres y mujeres, hemos visto, viven el amor de manera diferente.
De hecho, es justamente cuando se intentan dar consejos para lograr “una misma sintonía” entre el hombre y la mujer, que se cae en la falacia de borrar las diferencias entre ambos géneros, lo cual, lejos de permitir o propiciar un mayor acercamiento entre ambos, elimina sus individualidades y hace surgir el malestar.
Y es que si bien la sociedad de mercado necesita homogeneizar, y buscar en todo una razón práctica (razón instrumental), este intento de los últimos años por crear una mujer fálica, es decir una mujer con los mismos deseos del hombre -que se podría sintetizar en una búsqueda del sexo sin amor-, no puede ser más que un mito desligado de la realidad, pero que no obstante provoca mucho daño en aquellas mujeres que ven en este modelo (clásicamente hollywoodense) el parangón del éxito y el logro femenino.
Por eso, afirman los especialistas, proliferan en la actualidad los síntomas de malestar, ya que si bien es cierto que una mujer puede relacionarse con un hombre por un gran número de razones, no menos real es que nunca obtendrá satisfacción si renuncia al amor.
Así, es importante que las mujeres entiendan que por más que el mercado y los medios de comunicación les “vendan” que es posible separar el sexo del amor, lo cierto es que el carácter femenino torna muy dificultosa esta separación, al margen de que el actual sistema se empeñe en anular las posibilidades de que surja un verdadero amor, algo cuyo tiempo está mucho más ligado a lo abstracto que a lo productivo.
El hombre, por su parte, también sufre por amor. Si bien es cierto que el sexo ocupa aquí un lugar más central, es irrefutable que muchísimos hombres alrededor de la tierra aman y desean a una determinada mujer por algo más que su atracción sexual.
Otra certeza que nos anima a pensar que, detrás de ciertos patrones, se encuentra algo mucho más profundo e indescifrable, que va más allá del anhelo de los seres humanos por comprenderlo todo.
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