QUÉ DURO ES PREGUNTARSE ¿SOY FELIZ?
En mi opinión, esta es otra de esas preguntas que hay que hacerse a menudo a pesar de su dureza, de la revolución interior y emocional que va a provocar, y del mal momento que se va a pasar si la respuesta no es positiva.
En cambio, si uno puede responder afirmativamente, con una sonrisa plena de satisfacción, o puede decir que no se le hace dura porque tiene la conciencia tranquila y el alma en paz, no hay que temer a la pregunta y hay que hacérsela a menudo para que la propia Autoestima se entere.
El miedo o el rechazo a la pregunta vienen de la sensación de que hacérsela va a ser el comienzo de un paseo por los errores y los fracasos del pasado. No sé por qué ese instinto cruel y un poco malvado es lo primero que aparece, y porqué son las cosas de las que uno menos se enorgullece las que aparecen antes y con más fuerza y convicción.
La sensación de fracaso nos ronda siempre aunque no haga ruido. Es más habitual el convencimiento de que la vida no está siendo lo que uno preveía o deseaba, y se impone la sensación muy segura de que uno realmente nunca va a ser feliz del todo... ya que es imposible debido a esa idea equivocada, muy exigente e idealizada, de lo que es la felicidad.
Reconocer que uno no es feliz, y que parece que nunca va a ser completamente feliz, se convierte en algo frustrante. Frustrante porque nos manejamos de acuerdo con unas expectativas idealizadas que están más cerca de la utopía que de las posibilidades reales.
La sensación dolorosa de fracaso nos convence de que es mejor no tocar el tema y vivir en la ignorancia de que la felicidad está al alcance de cualquiera... cosa que es cierta siempre que se revisen las trabas y condiciones que cada uno le pone a la felicidad. La felicidad ha de ser algo que SÍ se pueda alcanzar. Si uno se pone demasiadas condiciones para alcanzarla, si su consecución depende de cosas imposibles, es uno mismo quien se está condenando a la infelicidad.
Preguntarse ¿soy feliz? no ha de llevar incorporado un reproche. Ha de ser una pregunta sincera y sana que lo único que pretenda sea provocar la revisión de ese aspecto tan importante de la vida, y el descubrimiento de que uno no es feliz no ha de ser motivo de frustración, sino el inicio de un trabajo personal de revisión y la creación de propósitos que lleven a conseguirla.
Descubrir y reconocer que uno no está siendo feliz es un primer paso necesario para quien tiene el propósito firme de ser feliz. “No los soy EN ESTE MOMENTO, de acuerdo, es la realidad, pero me comprometo a hacer todo lo necesario para llegar a serlo”. Este es un buen comienzo. El siguiente paso es reconocer el concepto de felicidad que tiene uno y retocarlo, actualizándolo, siendo honesto y teniendo la valentía de deshacerse de las utopías que se ha puesto como condiciones para ser feliz, renunciando a ciertos objetivos sin que eso cause malestar, adecuando todo para que no haya trabas para alcanzarla.
El primer paso para poder ser feliz es deshacerse de las cosas que le hacen a uno infeliz. Así de claro. Y después empezar a añadir esas cosas que le hacen a uno moderadamente feliz o muy feliz, aquellas que provocan bienestar y alegría –porque se asemejan bastante a la felicidad- y las que provocan paz, que es otra forma más madura de felicidad.
Un tema interesante que requiere tu atención y la actualización si es necesaria.
Te dejo con tus reflexiones…
Francisco de Sales
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