MARCA CLARAMENTE TUS LÍMITES.
En mi opinión, cada persona debe disponer de un espacio inexpugnable, exclusivamente personal, que nadie debe invadir bajo ningún concepto. Es un espacio íntimo donde residen emociones, la paz, lo que uno no quiere compartir, donde se siente él mismo y donde, de algún modo, se sabe protegido y seguro. Es un territorio donde no son bien recibidas las visitas, donde no ha de entrar nadie sin una previa invitación con consentimiento expreso.
En general no tenemos la libertad de marcar esos límites, de decir NO con tranquilidad y sin remordimientos, y dejamos que nos vayan invadiendo poco a poco al tiempo que invaden también nuestra paz y nuestro equilibrio personal.
No marcar claramente los límites insperables puede derivar en que uno sea el responsable directo de que una relación buena con una persona acabe convirtiéndose en una relación tóxica simplemente porque no se le dejó claro dónde está ese límite que ha de ser infranqueable. Si no avisamos de esto y alguna persona entra –y no siempre con mala intención, sino por desconocimiento-, nos mostraremos irritables, incómodos, desagradables, y el otro quedará desconcertado porque no sabe qué es lo que ha hecho que nos ha alterado tanto. No podemos pedir que respeten nuestros límites si no hemos dejado muy claro dónde están. Conviene tener en cuenta y aclarar si hace falta que “los límites que pongo son para respetarme, no para ofenderte”. Y cuando alguien se sienta ofendido por ello su reacción sólo demuestra su incapacidad para respetarte.
Las buenas relaciones se basan en el respeto. Comprendemos al otro y, aunque no estemos de acuerdo, respetamos su forma de ser y no hacemos lo que no le gusta que le hagan. Y no lo hacemos porque ya sabemos que esas son sus normas y no respetarlas es hacer que se sienta mal, y si esto es lo tenemos claro es porque de algún modo nos lo ha hecho saber. Para con nosotros ha de ser igual.
Cada persona de nuestro entorno personal o laborar ha de saber qué les permitimos y qué les prohibimos; tener claras estas normas o condiciones es imprescindible para la buena marcha de la relación. Y éstas no son iguales para todas las personas, a cada uno le daremos ciertos permisos y les prohibiremos otras cosas, pero con trasparencia, que lo tenga claro para no incurrir en malos entendidos.
Brene de Brown decía: “Atreverse a establecer límites se trata de tener el valor de amarnos a nosotros mismos, incluso cuando corremos el riesgo de decepcionar a otros”. Y es que si no somos capaces de hacerlo así luego nos sentiremos utilizados, poco respetados, menospreciados. “Se obtiene lo que se tolera”, decía Henry Cloud. “Si es un deber el respetar los derechos de los demás, también lo es defender los propio”, tal como escribió Herbert Spencer. Comprender y aplicar lo anterior nos puede proveer de una tranquilidad que a veces perdemos. “Tus límites personales protegen el núcleo interno de tu identidad y de tu derecho a elegir”, aseguraba Gerard Manley Hopkins. No hay que olvidar que los otros nos tratan como nosotros permitimos que nos traten.
Y a quien no nos respete… pues tal vez tengamos que sacarla de nuestras vidas. “Cuando saco a alguna persona de mi vida, no significa que la odie, significa que me respeto”.
Ojalá la lectura de este texto te haga recapacitar sobre este asunto tan importante y te atrevas a poner en marcha un buen plan de límites… y consigas lo que te propongas. Si tú permites que alguien no respete tus límites… estarás siendo tú el primero en no respetarte.
Te dejo con tus reflexiones…
Francisco de Sales
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