EL VERDADERO PERDÓN
En mi opinión, la frase “EL VERDADERO PERDÓN ES CUANDO PUEDES DECIR: GRACIAS POR ESTA EXPERIENCIA”, cuando se puede pronunciar con las palabras firmes con las que habla el corazón, es el momento en que uno ha comprendido la realidad y el motivo de la experiencia que le llevó hasta ese “tener que perdonar”.
Hasta que se pueda pronunciar con soltura y convencimiento, sin resentimiento, lo sucedido sólo se verá como un incidente desagradable en que uno no comprendió lo que pasó y el ego se sintió herido y reaccionó con un dolor rabioso por las molestias causadas y sin ser capaz de ver más allá de lo aparente.
Ya nos ha quedado claro a lo largo de la vida que tenemos que pasar –y parece que es inevitable- por algunas situaciones que provocan los otros –o el destino o el karma- que no son de nuestro agrado, pero que las tienen que provocar porque nosotros, por voluntad propia –somos cómodos y eludimos todo lo desagradable- no las pasaríamos.
Sabemos, por observaciones anteriores, que ciertas experiencias dolorosas –cuando ya se ha comprobado el resultado posterior y el sentido del suceso- aparecen ante nuestros ojos como imprescindibles y útiles para nuestro aprendizaje o evolución aunque eso no lo supiésemos apreciar cuando sucedió.
Sabemos, cuando superamos el rechazo que nos provocan, que podemos decir algo similar a “todo lo que sucedió era para mi bien aunque no supe comprenderlo en el momento”. Cuando suceden, estamos tan desconcertados y ofuscados que nuestra mente es incapaz de ver una razón justificable o un resultado positivo, ni siquiera a largo plazo.
Quien provoca esa situación que nos resulta doliente, desagradable, tal vez sea un ángel que está colaborando en nuestro Proceso de Desarrollo Integral, o para que ocurran las Vivencias por las que tiene que atravesar nuestra alma en su proceso de evolución a través del conocimiento y aprendizaje.
En cualquier caso, y tenga o no tenga una explicación, cuando uno es capaz de sentirlo con agradecimiento, integrándolo con gratitud, sonriendo por la comprensión a pesar de lo sucedido, es el momento en que realmente saca el aprovechamiento por la experiencia vivida, y es el momento en que puede “perdonar” al causante desde un corazón satisfecho.
Perdonar es liberarse de una sensación incómoda de despecho hacia alguien. Sin duda es más liberador para quien perdona que para el perdonado, porque es una forma de quitarse de encima un pesar que mantiene vivo el ego –en la mayoría de las ocasiones- aún en contra de la voluntad del Ser, que siempre es magnánimo y le gusta vivir con el alma y el corazón y la mente en paz y no alterados por una causa pendiente de resolver como es el perdón a quienes aparenta que nos han ofendido.
Conviene dedicar mucha atención a que el ego, o el orgullo, o la vanidad, o la soberbia, persistan en mantenerse –y mantenernos- en una actitud de ofensa que en realidad y objetivamente no ha sido tal.
La comprensión de que “el ofensor” también es Humano y quizás no ha sabido actuar del modo que a nosotros nos interesa o nos parece correcto, o que es una persona que no está equilibrada y por eso no sabe obrar bien, nos ayudará a ver con más objetividad lo que ha sucedido.
Tal vez quien necesita ser perdonado sea uno mismo por haber caído en la absurdez de haberse creído superior al otro y haberse recreado en la arrogancia de sentirse ofendido.
Revisa tus asuntos pendientes de ser “perdonados” y comprueba si puedes aplicar lo que dice la frase: “EL VERDADERO PERDÓN ES CUANDO PUEDES DECIR: GRACIAS POR ESTA EXPERIENCIA”.
Te dejo con tus reflexiones…
Francisco de Sales
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