Francisco de Sales
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| Tema: EL ESCRITOR, ESCRIBE; EL LECTOR, INTERPRETA. Mar 04 Mayo 2021, 8:07 am | |
| EL ESCRITOR, ESCRIBE; EL LECTOR, INTERPRETA.
En mi opinión, la tarea de quien escribe textos relacionados con el Desarrollo Personal, la espiritualidad, la religiosidad, las vivencias, o la Vida, no siempre es facilitar toda la información de la que dispone, ni contarlo todo y con todo tipo de detalles –aunque eso pueda ser más cómodo para muchos lectores-, sino que su tarea también es –sobre todo- despertar el interés y la curiosidad del lector dejando que él participe y colabore con su aporte para el engrandecimiento y enriquecimiento del texto. No dárselo todo hecho sin un espacio libre para que pueda participar y aportar.
“Si uno tiene un porqué, siempre sabrá buscar el cómo”, dicen que decía Nietzsche. Eso se aplica también en este caso. Si la lectura de un artículo despierta la ambición de querer saber más de ese asunto el lector buscará y buscará hasta que pueda aplacar esa ansia.
Según sea la materia de la que se trate, hay cosas que son científicas y demostrables -por lo tanto indiscutibles- y hay otras que están basadas en experiencias personales o en sensaciones o en sentimientos, y éstas son muy difíciles de transmitir, o están sostenidas sobre bases que son indefinibles y sólo perceptibles según la atención que use quien lo mira y la interpretación mental de quien lo lee. “Los sentimientos que se pueden definir dejan de ser sentimientos para convertirse en definiciones”.
Por eso en ciertos asuntos es mejor montar el armazón y dejar que el lector colabore con su interpretación y añadiendo lo que sea de su cosecha.
LO IMPORTANTE NO SIEMPRE ES EL SENTIDO QUE LE QUIERA DAR EL ESCRITOR SINO LA UTILIDAD QUE LE SACA EL LECTOR.
Ni siquiera acaba siendo importante lo que se ha escrito si el lector lo interpreta de otro modo que le es útil… pues con eso es suficiente. NI SIQUIERA ES IMPORTANTE LO QUE SE LEE, SINO LO QUE HACE CON LO QUE SE LEE.
Cuando un escritor relata que aquél era “el amanecer más bello desde la Creación” y describe muy bien un amanecer en una playa del Caribe, si el lector odia las playas le va a costar colaborar con eso que dice el escritor. Si lo deja en “el amanecer más bello desde la Creación”, despierta la imaginación y cada uno verá el que para él es el paisaje más bello sobre el que puede amanecer. Unos pensarán en un valle, otros en la cima de una montaña, en el campo de su pueblo natal, en solitario o acompañado de alguien especial, etc. Y eso no lo mejora ningún escritor del mundo.
Cuando un escritor habla de sus experiencias personales o de su interpretación ante cierto hecho, está condicionando de algún modo al lector que espera repetir las mismas experiencias de quien lo cuenta, y eso nunca será así, porque no ya estará pendiente de su propia experiencia sino que esperará imitar la del escritor.
Si el escritor ve algo de un modo concreto lo hace desde sus conocimientos, circunstancias y vivencias, que son las que le han llevado a ser como es. Si alguien escribe después de años de experiencia en la meditación que al meditar se le aparece una luz azul, un guía, o la música del firmamento, el lector no estará plenamente atento a la meditación –relajado y dentro de sí-, sino atento a los fenómenos que espera que se produzcan para que la meditación no sea un fracaso, sin saber que precisamente esta actitud es la que lo convertirá en fracaso.
Quien escribe puede insinuar por dónde va el Camino, pero no debe hacer el camino por el lector. Hay cosas que no se pueden trasmitir con palabras, pero se puede afirmar que para otros existen sin que por eso tengan que existir para todos. Es algo entre difícil e imposible convencer a otro de lo que es un asunto propio, personal o de fe y no de lógica.
Cuando se escribe se generaliza porque no se conoce personalmente al lector final, así que se dicen cosas que pueden ser válidas para la mayoría, pero… el lector no lee desde el punto de vista de la generalidad sino desde el suyo propio y eso favorece que en muchas ocasiones no esté de acuerdo con lo que lee. Lo que para unos es evidente e indiscutible, para otros es inaceptable y rechazable.
Son más enriquecedores los textos sobre los que el lector puede –y debe- trabajar para completarlos, aportando su visión, haciendo su interpretación, porque de ese modo es como los hace suyos, los integra dentro de sí y no los deja vagando por la mente mezclados con otras miles de pensamientos o frases. Si no colabora de algún modo, solamente son las ideas de otros. Si sigue las ideas del escritor sin aprehenderlas, sin integrarlas consigo, si poner delante “yo opino” o “yo sé”, habrán sido un cebo para la distracción de la intelectualidad pero, posiblemente, una inutilidad para la persona. Hay que trabajar, hay que elaborar lo ajeno, aportando o restando, puliendo, y dejar de recurrir a las citas de las celebridades y empezar a crear las propias, aunque sean similares o incluso idénticas.
El escritor de ficción sí tiene licencia para contar lo que quiera como quiera. No hay límites. Pero quien escribe sobre Desarrollo Personal ha de ser muy cuidadoso con no tratar de inculcar sus propias ideas, o sus traumas, al lector; ha de ser muy respetuoso para no despreciar cosas que para otros pueden ser importantes; no debería afirmar lo que sólo puede afirmar desde su punto de vista subjetivo: es más honrado opinar que aseverar de un modo radical, impositivo y dictatorial. En ocasiones el lector necesita más las preguntas para hacerse que las respuestas.
Confucio decía que “oír o leer sin reflexionar es una ocupación inútil”, así que…
Te dejo con tus reflexiones…
Francisco de Sales
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