LO MARAVILLOSO DEL SILENCIO
En mi opinión, las personas que tienen miedo a quedarse en silencio, y más aún en silencio y a solas consigo mismas, se pierden la oportunidad de disfrutar todo lo que éste aporta.
Quienes lo practican con asiduidad –sobre todo- y quienes han tenido ya alguna oportunidad de probar la experiencia de contactar con él, animan a quienes no lo hayan hecho para que se permitan la oportunidad de experimentarlo y gozar sus ventajas y aportaciones.
El silencio, no hay que olvidarlo, es el estado natural del Ser Humano. Cuando uno está solo y en silencio, si no es un silencio deseado, lo que siente es un cierto miedo a que aparezcan ciertos pensamientos –esos que son indeseados- y enturbien la tranquilidad aparente que proporciona no recordarlos, porque mientras uno hace cosas, o está hablando con otras personas, o está distraído con algo que ocupa su atención, resulta más fácil eludir ese contacto con uno mismo, con el Ser que es Uno Mismo.
EL MIEDO AL SILENCIO ES EL MIEDO A SÍ MISMO.
Si uno es capaz de controlar su mente y sus pensamientos puede aprovechar los momentos de soledad y silencio para contactar con el Ser Interior, para conectar con su divinidad o su intuición, o puede deleitarse trayendo al presente recuerdos agradables del pasado, o pensando en cosas de su agrado, pero… quien no está en paz del todo, quien tiene inquietudes sin apaciguar o reproches para echarse en cara, es muy posible que en esos momentos de calma reciba la visita indeseada de las autocríticas, el ataque irrespetuoso de las auto-recriminaciones, o se enzarce en una pelea con su conciencia de la que claramente va a salir vencido y dolido.
Cuando se habla de silencio, no es solamente referido a la ausencia de sonidos externos, sino también al silencio interior, a la ausencia de esos ruidos mentales que se manifiestan en forma de pensamientos repetitivos o de reproches como ecos de una guerra interna continua.
El silencio también es la ausencia del barullo de la mente para poder llegar a un nivel más profundo de comunicación y comprensión, donde la claridad es más notable, donde parece que el diálogo es directo con la fuente evitando la intermediación contaminante de la mente y sus condicionamientos, y sin que los prejuicios y los errores intervengan.
El silencio es purificador.
En el silencio aparecen sensaciones que no captamos habitualmente.
El silencio está lleno de sabiduría: escucharlo es escucharnos.
El silencio es imprescindible para escucharnos.
El silencio conoce el camino de regreso al origen, a la verdadera naturaleza, a la Esencia.
El silencio es enriquecedor. Nos ayuda a centrarnos. Permite que afloren nuestros intereses y preocupaciones personales reales.
El silencio nos conecta con el Ser Esencial.
El silencio es el estado inmejorable para la reflexión. Evita las distracciones.
Desde un punto más racional, científico y demostrable, relaja la mente, alivia el estrés, reduce los niveles de ansiedad, relaja y estabiliza la tensión arterial, refuerza el sistema inmunológico, mejora el estado de ánimo, las funciones cognitivas se fortalecen y las nuevas neuronas se integran en el sistema. El cerebro responde a ese estado positivamente.
El silencio es el espacio natural para la paz y para el encuentro auténtico con uno mismo. Te invito a que lo pruebes y preferiblemente, a diario.
Te dejo con tus reflexiones…
Francisco de Sales
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