CAPÍTULO 161 - POR TI SOY CAPAZ DE SUFRIR LO QUE HAGA FALTA
-ATENCIÓN A LA BAJA AUTOESTIMA-
Este es el capítulo 161 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER
Por principios, opino que cualquier relación que provoca sufrimiento hay que cortarla inmediata y tajantemente. La relación sentimental no es para sufrir: es para ser felices, para estar a gusto y bien, ha de ser enriquecedora, amable, siempre deseable, y en ella deben imperar las sonrisas y la tranquilidad. Y si carece de todo ello, no son relaciones sentimentales normales. Nadie ha venido a este mundo a sufrir, y menos aún en una relación que no ha sido impuesta sino que ha sido una decisión de libre voluntad.
Está bien permitirse un pequeño sufrimiento, consciente y aceptado, si la relación no es del todo del modo deseado. Hay una lógica frustración cuando falla porque no cumple las expectativas, un justificado despecho, una cierta rabia porque se ama o se amaba a la otra persona, porque se habían forjado ilusiones y proyectos que ahora no siguen, y porque lo que viene a partir de la separación –en el caso de que se produzca- siempre tiene una parte desagradable, pero esa es la única parte positiva de la experiencia: se ha descubierto y aprendido algo, lo que sea, y se evitará en la próxima relación.
Cualquier tipo de mansedumbre -como permanecer al lado de una persona que sólo aporta sufrimiento en una relación que sólo aporta sufrimiento- es absurda, inútil, ancla a un estado doloroso innecesario, prolonga un estado autoagresivo y hace que se pierda una parte importante de la vida por el hecho de no querer admitir que todas las cosas tienen un fin –aunque sea un fin indeseado-.
Hay que saber escucharse honradamente y no negar la realidad cuando es evidente. Hay que ser honorable y valiente y preguntarse qué sentido tiene la relación, qué aporta, qué tipo de vida y de futuro se va a tener al lado de esa persona, a dónde lleva eso, qué necesidad tiene uno de seguir martirizándose y por qué y para qué lo está haciendo, y, sobre todo, revisar los derechos fundamentales básicos: derecho al respeto a la propia dignidad, derecho a ser bien tratado, derecho a la felicidad, derecho a equivocarse y derecho a remediarlo, derecho a volver a empezar, derecho a defender los derechos y a que sean acatados los principios personales.
Si alguien está respetando ese error de “Por ti soy capaz de sufrir lo que haga falta”, que sepa que está en un tipo de relación masoquista, ruin, indecente, deshonrosa, y vejatoria. Muy vejatoria. Seguramente podría encontrar otro montón de adjetivos tan denigrantes como estos, y crear con ellos una lista sangrienta que se aproximara, aunque sólo con palabras, a la realidad tan indigna de quien es capaz de permitirse sufrir a cambio de la limosna de unas migajas de un mal sucedáneo de amor.
Y hay más mujeres de las que se pueden imaginar en esta situación.
Porque sufrir no sólo se refiere a violencia física, sino que engloba las torturas psicológicas, la crueldad mental, la desatención, los desplantes, la intimidación verbal, los actos misóginos, o las puñaladas que propina el silencio cuando se pide una explicación o se ruega un poco de atención o una leve muestra de cariño con un gesto o una palabra y lo que se recibe a cambio es una cara adusta, un silencio aún más agresivo, una mirada que mata, o el desprecio más cruel y absoluto.
Y este tipo de hombre aún es capaz de añadir más sufrimiento para ella, y es cuando se ensaña con los hijos, maltratándoles, despreciándoles, o desatendiendo su función de padre y no participando en ninguna de las tareas de la educación de ellos.
Hay mujeres que soportan todo tipo de vejaciones e improperios, y todas las burlas y desprecios, con tal de mantener a su pareja a su lado, aunque ya no le aporte ninguna satisfacción sino todo lo contrario, pero, con tal de no quedarse solas, o no quedarse en la calle, o por tener un techo donde cobijar a sus hijos, soportan lo que debiera ser insoportable.
En algunos casos piensan, equivocadamente, que si se convierten en mujeres dóciles que no crean molestias a su pareja, ésta, a cambio, las van a querer por ser tan buenas.
Sucede exactamente lo contrario: al comprobar su sumisión, esos hombres sin corazón de los que hablamos, se envalentonarán más porque verán que ella son capaces de soportar cualquier cosa, y verán que las tienen rendidas, y que hagan lo que hagan ellas se lo van a tolerar, porque no tienen la valentía o la dignidad suficientes como para abandonarles y emprender el camino a otra vida que sea mejor.
Esperan, inútilmente, que ellos se den cuenta de lo buenas que son y las amen. Y esa esperanza infundada –que jamás saldrá de la utopía de ser solamente una esperanza- las está matando.
En un tipo de relación como esta la única opción decente y honrada es recurrir a la propia dignidad, al honor que ennoblece al Ser Humano, rebuscar donde quede algo de orgullo y honestidad, reconciliarse con la que una era antes de caer en esta degradación, pedir ayuda terrenal o divina, acumular lo poco de amor propio y fuerza que aún queden, prepararse para lo que venga- sea lo que sea siempre será mejor-, y escapar de esa situación.
El diálogo sensato con un tipo de hombre como el que hemos usado en este ejemplo es inútil; los intentos de hacerle cambiar están condenados al fracaso; perder el resto de la vida, desperdiciarla, malgastarla en una relación que no aporta más que cosas negativas es algo que una no se debiera permitir.
Es conveniente que se presente el mejor de los orgullos y las alejen de ese malvivir. Ese ha de ser el propósito final. Y es el mejor de los propósitos.
Este tipo de hombre no se merece ningún sufrimiento por él. Sólo se merece el desprecio y el abandono. O la cárcel.
SUGERENCIAS PARA ESTE CASO:
- Sufrimientos innecesarios e inútiles, CERO. Tolerancia, CERO.
- A la vida se viene a VIVIR y no a sufrir.
- Las relaciones tóxicas no compensan, no aportan nada positivo.
- La dignidad personal ha de ser la mejor aliada para huir de este tipo de relaciones.
- Y la denuncia está a disposición de quien lo necesite.
Francisco de Sales
(Si le interesa ver los capítulos anteriores, están publicados aquí:
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