CAPÍTULO 85 - REPRIMIR LAS EMOCIONES
– EQUIVOCACIONES HABITUALES -
Este es el capítulo 85 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER.
Los Seres Humanos somos muy complejos.
En cada uno de nosotros conviven -en muchas ocasiones opuestas frontalmente-, cosas tan dispares como la mente y las emociones. Cada una mantiene y defiende su postura, su forma de ver o sentir el amor y la relación, y cada una de ellas trata de imponer su opinión como la más adecuada. El embrollo es ese: la disparidad en el punto de vista y de intereses.
No sé por qué en muchos casos se le da prioridad a la mente, como si ella, por eso de que puede pensar, tuviera más capacidad para hacer las cosas bien, cuando, en muchas ocasiones, nos demuestra su ineficacia.
Lo adecuado sería encontrar un punto de equilibrio en el que ambos, mente y emociones, estuvieran de acuerdo, y que cada una de ellas respetara lo que la otra aporte de útil o interesante.
Las emociones, dependiendo de cada persona y de la libertad que se les haya concedido para manifestarse, y de la confianza que se muestre en ellas, y de que hayan demostrado su sensatez y su sabiduría, deberían tener prioridad ante la mente.
Los buenos momentos de la vida, los que dejan huella y se recuerdan para siempre, están relacionados con emociones, con situaciones de agradables estremecimientos del alma, con instantes en que uno ha sido recorrido de arriba abajo por un terremoto de felicidad, o en que uno se ha conmovido por un escalofrío de esos que producen la sensación de contacto con una situación celestial, como lo que se siente al coger a un hijo recién nacido o un nieto en brazos, con esa alteración indescriptible que producen los besos de la persona amada, o con los abrazos de un ser al que se lleva tiempo sin ver, con las palpitaciones del corazón cuando ama… en cambio, es extraño que un momento racional, intelectual, o mental -que no llevan emociones por ninguna parte-, provoque un recuerdo imborrable de esos que hacen que la vida adquiera un estado de grandeza.
Las emociones forman parte indisoluble de uno, y reprimirlas es bloquear la manifestación de una parte de sí mismo.
Tal vez lo que aporta sentido a la vida son las emociones que se viven.
Por eso es mejor tener la opción abierta de poder experimentarlas o expresarlas libremente, y no vivir en una situación en la que siempre haya que acallarlas.
Cuando un sentimiento está manifestándose y se desatiende eso está perjudicándonos, porque reprimirlo es matarlo y cada emoción es una expresión interna, es la voz del alma expresándose sin palabras, así que cualquier emoción que se produzca durante la relación en la que esté implicado el otro, hay que comunicársela.
Si el sentimiento es placentero hay que compartirlo, que conozca qué es lo que siente uno, que el otro disfrute también de ello, y que reciba reconocimiento si él ha participado en que sea gustoso.
Si el sentimiento es desagradable o doloroso, que también conozca y participe de algún modo de ese estado, y si ha sido provocado por el otro, o puede tener la solución para deshacerlo, que lo sepa también, que recapacite y reflexione acerca de lo que no hace bien o de lo que puede modificar para mejorar.
Después de expresarlo, no hay nada mejor que un abrazo intenso que rubrique el compromiso de llevarse bien y desear lo mejor para el otro.
SUGERENCIAS PARA ESTE CASO:
- Manifestar las emociones, no reprimirlas.
- Con la pareja se pueden compartir los mejores y los más duros momentos y también los sentimientos. Eso le ayudará a conocernos mejor y más íntimamente.
- No emocionarse es perderse una parte importante de la vida.
- Las emociones forman parte de nuestra vida: somos nosotros.
Francisco de Sales
(Si le interesa ver los capítulos anteriores, están publicados aquí:
http://buscandome.es/index.php/board,89.0.html)