¿POR QUÉ NOS CULPABILIZAMOS EN VEZ DE ADMITIR NUESTRA INOCENCIA?
En mi opinión, oigo quejarse demasiado a menudo a personas con unos pasados cargados de actos que conllevan un posterior arrepentimiento –y eso puede estar bien si es para aprender- pero que se ensañan en culpabilizarse por ello, arrastran la pesada carga de su propio desprecio, se mantienen en una auto-flagelación cruel, y se culpan en vez de hacer las paces y buscar el mejor modo de seguir adelante.
Parece como si la reconciliación no estuviese entre sus propósitos y parece que están más a favor de un auto-castigo infinito que de un perdón y una aceptación basados en la comprensión de lo que el hecho de ser Humanos conlleva.
Si comprendes en el corazón lo que vas a leer, o desde el lugar donde las cosas quedan ya resueltas para siempre, te facilitará mucho la tarea. El error a la hora de juzgarse en el pasado es que la persona a la que se juzga YA NO ES UNO MISMO, no es la persona actual: era otro.
Aquella persona del pasado desconocía el resultado que iban a dar sus decisiones. No se hace a propósito algo que se sabe va en contra de uno mismo o sus intereses. Uno actúa como puede o cree o le es permitido y luego, a la vista del resultado, asume una culpabilidad que no siempre es suya.
SI TE CULPAS, DETEN INMEDIATAMENTE TUS PENSAMIENTOS
Si te culpas, detén tu mente inmediatamente. Date cuenta… te estás culpando porque tuviste una ilusión que estaba por encima de tus posibilidades y sólo por ese motivo no la lograste. Tal vez no eres tú el que falló sino que el objetivo era excesivo o imposible. Si entiendes esto te será más fácil des-culpabilizarte.
A veces se fracasa porque es la única opción que existe, porque es imposible triunfar o conseguir el propósito. Para evitarlo es importante la valoración precisa de las propias capacidades y posibilidades. Está bien requerirse un poco de esfuerzo para conseguirlo, pero no pedirse lo imposible, y menos aún enfadarse después con uno mismo por no haber conseguido lo imposible.
Hay que superar la frustración y aprender a ser más sensato y no caer en un victimismo en el que uno se siente inútil y fracasado por haberse empeñado en tropezar en una piedra y no caer.
Esa auto-culpabilidad, si se queda sólo en un enfado y se acepta justo durante el tiempo necesario para reflexionar y darse cuenta de las consecuencias de los actos, está bien, pero no es necesario alargarla artificialmente para castigarse con ella. Pero vivir en una lucha constante es desgastador y no aporta nada positivo. Aunque cuesten, la aceptación y el perdón sin imprescindibles, es la forma de eliminar el peso de la culpa. ¿De qué me sirve estar enfadado conmigo mismo?, ¿qué adelanto con esta actitud? Las respuestas sinceras nos llevan a la conclusión de que persistir en esa actitud es contraproducente.
LA AUTO-ACEPTACIÓN ES IMPRESCINDIBLE
Aceptarse es una muestra de amor incondicional. Eso implica englobar tanto las virtudes como los defectos. Está bien la auto-crítica, pero no el castigo. Un adulto no necesita un castigo para aprender lo que tenga que aprender. Con la reflexión sincera y la toma de decisiones para no repetir el hecho es suficiente.
No es necesario convertirse en el propio perseguidor y acusador, el que tiene la única intención de perjudicarse a sí mismo. Es más justo y más provechoso ser nuestro abogado defensor en vez de la acusación. Y no se trata de buscar esas exculpaciones rocambolescas y basadas en cosas no siempre ciertas que usan los defensores, sino actuar como el juez que ve los hechos con objetividad, y que puede apreciar y diferenciar lo que le corresponde a uno de culpa y lo que no, y que puede aplicar sentencia en función de lo que le condena pero teniendo en cuenta también lo que le exime.
Si uno no obra con maldad consciente, se le presupone la inocencia. Si uno actúa de acuerdo con lo que le dicta su conciencia y no hay mala intención en ello, lo que haga y sus resultados son perdonables. Si uno se equivoca sin querer, no conlleva una culpa necesaria.
Indica nobleza no eludir las propias responsabilidades reales, pero también es noble admitir la inocencia, des-culpabilizarse, el perdón, el acogimiento incondicional tras cada experiencia que no salió según el propio gusto o deseo.
Amarse es primordial y debe estar por encima de castigarse.
Te dejo con tus reflexiones…
Francisco de Sales
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